Hazte premium Hazte premium

fESTIVAL DE CANNES

«The artist», un maravilloso estruendo de cine mudo

La película de Michel Hazanavicius ha dejado totalmente sin habla a una sala entera y parte como favorita del festival

«The artist», un maravilloso estruendo de cine mudo reuters

e. rodríguez marchante

Siempre hay un momento en el Festival que Cannes en que el cine hace una gran pirueta y se pone de pie, y ese momento llegó con “The artist”, de Michel Hazanavicius, que dejó totalmente sin habla a la sala entera con una película muda, de cine mudo, tan sorprendente y fascinante como si el propio Douglas Fairbanks se hubiera descolgado por uno de los cortinones del Palais y se hubiera puesto allí mismo a esgrimir su florete y a hacer gesto y a soltar frases y risas sin el menor ruido. El aplauso final fue atronador, y ése es siempre el mejor diálogo y la mejor música para una película.

Una estrella de bigotillo fino, George Valentin , se quedará embarrancado en esa gloria de naftalina que se le pegó al cine mudo y no sabrá darle sonido a su voz para seguir siendo el gran héroe en el cine que venía pitando como una locomotora a final de los años veinte. Una historia conocida, leída, vista que adquiere aquí tonos insuperables (el gran momento en el que se “hace” el sonido en la vida de Valentin es tan brillante, tan inesperado, tan asombroso que es muy difícil, pero mucho, no aplaudir: de hecho, fuimos muy pocos los que lo conseguimos en la sala). La pulcritud, la adoración y la finura con la que está conseguida la época, el lugar y la “mudez” son absolutas, y en cierto modo Hazanavicius consigue convertir a su espectador siglo XXI en un espectador pionero, que sienta la emoción y la historia reflejada en el dentellear blanco de los protagonistas, en sus gestos excesivos, en su locuacidad silente: la recreación maravillosa del mudo al sonoro, de la comedia a la tragedia, del gesto a los labios, del ojo al oído y del éxito al fracaso. La aparición en aquellos Estudios del frescor de Peppy Miller, la actriz nueva, no es sólo el anuncio del romance de nuestra película, sino de que los tiempos, como siempre, cambian.

“The artist” pinta la pantalla de un tiempo y unos sentimientos que el cine no debería olvidar nunca, y de paso revaloriza hasta cotas insuperables a la pareja protagonista, Jean Dujardin (habitual de Hazanavicius) y la actriz argentina Berenice Bejo, que ennoblecen su oficio con simpatía, eficacia, cuerpo y alma, que dicen sin hablar y que bailan como “luego” bailarían los mejores que ha habido. Una pareja que conjuga la palabra elegancia como si fuera un verbo.

«Le gamín au vélo»

Y el programa, además, no sé quedó sólo en esto, pues también les permitió a los hermanos Dardenne sacudirse un poco su fama de cineastas fatigosos con una película, “Le gamín au vélo” , llena de ritmo, fuerza, sentimiento y hasta intríngulis. Con una cámara menos obsesiva de lo habitual, buscan y ofrecen el interior claroscuro de un chaval que pretende, sin éxito, que su padre lo acepte y poder así abandonar el lugar de acogida en el que lo dejó. La pareja de directores belgas mide con maestría el estado de ánimo, las reacciones, la agresividad, la tozudez y la bondad de este niño rechazado, y aunque no es habitual en su cine, la pugna entre el optimismo y el pesimismo busca aquí nuevos equilibrios.

La tercera; «Michael»

efe

En cuanto a la tercera en la competición, “Michael”, de un colaborador habitual de Haneke llamado Markus Schleinzer , pasó afortunadamente con más discreción de la que se esperaba, pues trata del horroroso asunto de la pederastia y cuenta una historia de rapto, encierro y abuso de un niño por parte de alguien aparentemente “normal”. El austriaco Schleinzer subraya constantemente la “normalidad” del tipejo, en su trabajo, en su vida fuera de la casa, en su minucioso control de sus relaciones y detalles cotidianos. Salvo en un par de momentos vomitivos, deja fuera toda la parte escabrosa de la “relación” entre el adulto y el niño, convirtiéndose “Michael” en un cúmulo de repeticiones, de agua narrativa estancada, en una película cuya utilidad es discutible y cuyo punto de vista siempre al lado del torturador es insatisfactorio.

Dos miradas al mundo, Guediguiain y Dresen

La Sección Une certaine regard tampoco quiere darle un respiro al personal y se esfuerza en complicarle la vida a uno con la proyección de esas películas “que hay que ver”. El francés Robert Guediguian presentaba “Las nieves del Kilimanjaro” y el alemán Andreas Dresen “Parón en el camino”, y ambos coincidían en sus ganas de mirar al mundo de hoy y decirnos algo de él. La de Guediguian es vitalista aún en su modo de enfocar una historia sobre el paro, la sensación de sentirse inútil, ya un trasto en el desván, la necesidad de seguir adelanto como sea… En fin, en sus ambientes marselleses habituales y con su mundo particular (y lógicamente con Ariane Ascaride y Jean Pierre Darroussin) Guediguian insiste en contarnos cosas grandes del mundo como si fueran pequeñas. Lo sorprendente de la película de Andreas Dresen, con ese título tan sospechoso, es que también sea vitalista, aunque se detenga en los últimos meses de vida de un hombre con un cáncer cerebral junto a su mujer y a sus hijos. La idea de Dressen es algo siniestra, pues se trata de limpiar de broza ese camino terrible hasta la muerte, y apuntar un cierto esbozo al ideal del buen morir como si ello fuera la última tarea que el hombre ha de empeñarse en hacer bien. Tiene momentos, lógicamente, de absoluta angustia y de excesivo énfasis, así como otros de cierta impostura y fingimiento, pero la sensación que deja no es del todo de quiebra y desaliento; o al menos no lo es teniendo en cuenta que se trata de una lenta agonía vista en detalle.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación