Nadia Comaneci: «La perfección no es algo permanente, solo un instante»

-El afán de superación es una divisa que despreció la sociedad y que con la crisis es valor refugio.

-La vida evoluciona, te lleva. Hay tanto por hacer, que centrarse en algo para ser solo el mejor en eso puede hacerte perder el norte. Debemos fijar un objetivo e ir a por él, pero superándote con valores que perfilen quién eres tú como persona. Es un círculo virtuoso.

-¿Y quién es Nadia Comaneci?

-Una mamá, ante todo. Tengo un hijo precioso de 5 años y trabajo y viajo muchísimo, así que trato de ajustar mis ocupaciones para estar el mayor tiempo con él. Sigo trabajando en el mundo de la gimnasia y en el de la Fundación Laureus, que represento en el Torneo Mutua Madrid Open, que se ha unido a nuestro compromiso de mejorar la vida de las personas a través del deporte. Yo uso lo que valgo como leyenda para colaborar en diferentes causas sociales.

-Según Mandela, presidente de honor de los premios Laureus, «el deporte puede cambiar el mundo». A usted le llevó a conquistar la libertad.

-Definitivamente. Yo me decidí porque quería más, quería ser mejor, competir, y seguí mi intuición, que en ese momento me marcaba salir de Rumanía. Comprobé que era lo correcto y alcancé lo que quería. No sabía que la revolución vendría, lo que podría haberme hecho tomar otras decisiones, así que seguí a mi corazón. Ahora viajo a Rumanía de forma habitual para ayudar a niños sin hogar y a otras fundaciones.

-Entonces declaró que había muchas mentiras y malentendidos en el mundo de la gimnasia.

-Sí. La gente no tenía acceso a Nadia Comaneci, había un bloqueo de información, y luego fui descubriendo cosas que ni siquiera yo sabía que existían. Después del 76 había mucha necesidad de saberlo todo sobre mí, mucha curiosidad, que yo no podía atender.

-¿Y había razones para tanto misterio?

-Bart, mi marido, me dice siempre que aún hay mucha curiosidad acerca de mi figura; por eso siempre trato de contarlo todo.

-Había dudas sobre la transformación de su cuerpo, su fuga, abusos.

-Eso es historia pasada, y eran tiempos difíciles.

-Actual es la devastación de la sombra del dopaje.

-Es un tema muy triste, y deberíamos volver a valorar el trabajo real que hay tras un deportista de élite. Hace años, cuando una niña de 14 años hacía ejercicios increíbles se la valoraba por eso, pero hoy se dice «¿qué tomará para hacerlo?». Con 14 años me hicieron mi primer test, y no sabía ni lo que era. Hay que volver a los valores del olimpismo. Aprecio mucho el trabajo del COI en su programa de tolerancia cero.

-¿Tendremos en su hijo otra leyenda?

-Solo queremos tenerlo muy ocupado dentro del deporte. Va al gimnasio cada día porque para él es una gran sala de juegos, donde le dice a su padre, un gran gimnasta, ¡cómo hay que hacerlo! (se ríe). Pero solo está apuntado 45 minutos a la semana a clase de gimnasia. Luego, va a música, a taekwondo...

-¿Lo entrenaría como lo hicieron con usted?

-Delegué en mi marido, y le pone en una posición difícil porque no es fácil decirle al entrenador de tu hijo cómo tiene que hacerlo. Pero la manera de entrenar en gimnasia, lo básico, se mantiene igual. Ha mejorado el equipamiento, que permite mayor complejidad.

-¿Hoy la vida de una gimnasta es como fue la suya?

-Básicamente, igual.

-Y prueba que la gimnasia da belleza y juventud.

-Pero eso ya lo saben todos. Yo practico cada día. Hoy, nada más aterrizar, he ido al gimnasio del hotel.

-Habrá dejado boquiabierta a la concurrencia.

-No sabían que era yo.