Una tormentosa y eterna historia de amor

Comenzaba así una de las historias de amor que más han dado que hablar en el seno de Hollywood. La pasión, el alcohol, los celos, las constantes discursiones, el derroche de dinero y los múltiples escándalos acabaron con el matrimonio casi una década después. En 1974 se divorciaron, pero pronto se dieron cuenta de que estaban hechos el uno para el otro y un año después volvieron a correr ríos de tinta en torno a su nueva boda.

En 1975 se casaron en Botswana, pero la pasión y el profundo amor que se profesaban no fueron más fuertes que las tremendas discursiones y los constantes excesos que acabaron por poner fin nuevamente al matrimonio apenas un año después de su segunda boda. Aunque su convivencia era imposible y ambos rehicieron sus vidas, no pudieron olvidarse jamás, de hecho, cuando Burton falleció en 1984, Taylor le lloró como si de su viuda se tratara, pese a que él estaba casado con Sally Hay.

Una hija adoptada, una adicción al alcohol y muchos miles de dólares invertidos en joyas, entre ellas el famoso diamante amarillo Krupp y la 'Perla peregrina', que perteneció a Felipe II, fueron el balance de casi una vida dedicada a amarse y odiarse a partes iguales. A venerarse y destruirse mutuamente. Una pasión tan profunda que jamás volvieron a sentir nada parecido por otra persona y cuyos entresijos salieron a la luz pública en 'El amor y la furia', un libro en el que se publicaron las cartas de amor que se escribió la pareja y que dejaba patente la dependencia mutua de una de las grandes pasiones de Hollywood, de hecho, Richard Burton llegó a escribirle a la actriz: "Si me dejas tendré que matarme. No hay vida sin ti".