Zapatero pide fe en España
No es sólo que el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, no se maneje ni poco en inglés, ni mucho fuera de España, es que el propio país, que se abrió como pocos al mundo hace cinco siglos, es hoy muy poco globalizado, ... según el estudio de Ernst & Young sobre el frenazo a la globalización durante la crisis.
España, que de tanto en tanto se sueña entre los grandes, o se indigna si no está al menos entre los 20, resulta que comparte con Australia apenas el puesto 20 en la escala de países más globalizados. Australia tiene menos de la mitad de población y casi la mitad de PIB en valores de paridad de poder adquisitivo (PPA).
Y el economista Sala i Martín, que elabora todos los años el informe de competitividad, recuerda que España «no logra pasar del puesto 30» y así no hay quien crezca a largo plazo, con las economías emergentes aprendiendo, innovando y avanzando en tiempo real.
Este clásico del Foro Económico, al quien se ha querido ganar Zapatero en su visita, ve «este año un claro deterioro de la imagen de la economía española. Una y otra vez lo oigo citar como el ejemplo de país rezagado, que representa un problema no sólo para sus ciudadanos sino para la Eurozona».
Deriva económica
Hace 3 ó 4 años que la deriva de la economía española es singularizada en Davos -barómetro de tendencias globales- como contra ejemplo a seguir: el ya conocido como «spanish problem». Pero este año ha sido la primera en la frente: A primera hora del primer día Nouriel Roubini, el que predijo la crisis en 2007, dijo tan ancho: «España es una amenaza para la Eurozona». Agregó que Grecia es un problema, «pero, si cae España, el problema se convierte en un desastre».
Las dudas sobre la economía se han extendido entre la élite financiera, se sabe del riesgo incurrido por los bancos durante la burbuja y de la vulnerabilidad de la Bolsa española.
«El problema de España es de productividad, de insuficiencia de la oferta, y eso sólo se corrige con competitividad... no con más gasto» y recuerda el profesor de la Columbia Sala i Martín que, si se ha llegado a un 10% de déficit corriente «es porque la demanda superaba en ese porcentaje a la oferta». El profesor David Kennedy de la Harvard Law School agrega que, debido a su desequilibrio fiscal España tendrá «una recuperación más lenta» y la política económica del Gobierno no ha hecho «más que dar palos de ciego».
Economistas convertidos en oráculos temen que España se haya convertido en amenaza «para sus vecinos» y hablan de ella como «la periferia de la eurozona». Como «amenaza para la economía del euro» la calificó el economista de la Stern School (NYC): «Si Grecia cae, será un problema para la Eurozona, si cae España será un desastre», como cuarta econonomía del euro.
Nouriel Roubini estimó que España con «una tasa de paro que duplica la media europea y una banca más débil» podría constituir «el primer test serio para el euro» y vaticinó que «en dos o tres años puede haber países que abandonen» el euro. Sala i Martín no suscribe el peligro para el euro, pero sí el agujero en que ha entrado la economía española: «tiene tres problemas: competitividad, exceso de deuda pública, que se ha usado para salir de la crisis, y la falta de autonomía monetaria, que viene dictada por otros que ya empiezan a salir de la crisis».
Ceja levantada
Así, con el paro rozando un 19% sin comparación en la OCDE, y el Gobierno abordando la crisis que negó, con un retraso de dos años, más de una ceja se ha levantado, entre la audiencia en el Foro Económico Mundial cuando escucharon la invocación del presidente del Gobierno a tener fe en España, más allá de la ciencia de las cifras.
El jefe del Gobierno ha pisado por primera vez el Foro Económico Mundial y, en vez de reconocer la dilación española y convencer con un plan para salir de ella, se ha dedicado a cantar las maravillas de cuando España «nunca dejaba de cumplir». Y cómo es la crisis de fuera la que le ha estropeado el patio.
Postura que no llenará de confianza al inversor extranjero, como viene viéndose con la pérdida de inversión directa exterior y el encarecimiento de los bonos de la deuda. El Gobierno ha venido a Davos a la defensiva, con la clara instrucción monclovita de estos últimos meses de «hacer patria», contratacar a la prensa de la «pérfida Albión» y hacer un auto de fe a los indeseables; y se ha ido sin despertar pasiones. La vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, lo precedió, aconsejando leer menos prensa anglosajona y destacando que «España tiene una deuda pública del 52% del PIB y la media europea es del 70%». El mercado está descontando ya este año una deuda aún más elevada, las agencias han degradado su solvencia y en los últimos días, por ejemplo, Deutsche Bank estaría recomendando a los inversores vender deuda española a favor de la irlandesa.
No es sólo el Financial Times el que pone nervioso al Gobierno, el Frankfurter Allgemeine Zeitung ha soltado dos editoriales demoledores («España en un agujero») sobre la situación de la economía y el sector financiero, tras los riesgos de la burbuja inmobiliaria, la baja productividad, los estragos del paro y el declive educativo.
El presidente de la escuela de negocios Thunderbird, Ángel Cabrera, reconoce excesiva dureza de algunos británicos, pero es claro que «España cotiza a la baja y las estadísticas están ahí». Lamenta que en esta ocasión el Gobierno podría haber contrarrestado algunas críticas clásicas, pero la ocasión ha pasado sin pena ni gloria.
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