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Prohibido fumar

prohibido, fumar

Ahora se pretende apretar más la tuerca para que los fumadores, pobrecitos ellos, busquen el aire libre si desean llevarse un cigarrillo a la boca. Las cosas ya las puso difíciles la ex ministra de Sanidad, Elena Salgado, para los millones de aficionados al tabaquismo que en España existen, pero al menos dejó a la voluntad de establecimientos hosteleros lo de prohibir o no la entrada de los viciosos en sus instalaciones, y hasta se podía compartir comedor en los restaurantes situados a la suficiente distancia para no molestar a los que no están conformes con el humo de la adicción.

Algunos propietarios de estos locales se gastaron sus buenos euros para adecentar los espacios de fumadores, a través de extractores y mamparas que dejaban más o menos reservado el lugar para aquellos a quienes apetece el café y la copa acompañados por el puro, o el modesto cigarrillo rubio o negro. El tema estaba ya aceptado por los que reniegan de esta convivencia que no es tal por la separación de los manteles y la prohibición de fumar en algunos establecientos, así como en las instalaciones públicas, centros cívicos y culturales, autobuses y demás medios de desplazmiento, y otros etcéteras que llenarían el folio si los describimos con puntualidad y rigurosa actualidad.

Pero llega por el dedo del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que además fuma, una nueva ministra al equipo de Gobierno, Trinidad Jiménez, que se apresura a ser diferente exprimiendo la voluntad de los fumadores hasta dejarlos a la intemperie, haga frío o calor, llueva o nieve, o el viento les imposibilite usar el mechero o la cerilla. Ahora es el nada bajo techado, no siendo el hogar propio, y como era previsible nadie compensará a aquellos negocios que siguiendo las instrucciones ministeriales de hace menos de dos años, desembolsaron cantidades de dinero para adaptarse a la normativa contra humos de la anterior en el cargo de la actual responsable de Sanidad.

El tabaco es malo, malísimo, para propios y extraños, parece ser, pero el alcohol no crea problema alguno por muchos botellones que inciten a la juventud a darle al frasco con desenfreno, en un rito de iniciación que traerá sus consecuencias. Tampoco las ciudades sobrecargadas del escape de los coches y de los inconvenientes medioambientales de una polución generalizada crean problema alguno en los pulmones de los ciudadanos, y todo sigue tal cual dándose una larga cambiada a los perjuicios derivados de estas anomalías contaminantes.

Sólo el fumador es el culpable de los gastos sanitarios, sin reparar en problemas respiratorios y etílicos de una atmósfera enrarecida y de consumo de alcohol, que también necesita atención hospitalaria; y como la recaudación de los que se inclinan por el cigarro llena las arcas impositoras, pues se permite vender la cajetilla del vicio en lugares prohibidos para fumar, y hasta se extiende a los quioscos de prensa en los que no existía este negocio. Cosas que ocurren para demostrar que cuando llega alguien nuevo al mando responsable lo mejor es tomar decisiones prohibitivas de más alcance con el fin de dar la nota. Y los pobres fumadores, a la zorra calle, por su bien, naturalmente.

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