Corrido del pandillero y la inmigrante
Sundance es un Festival que le otorga crédito a quien pasa por él, y «Sin nombre» pasó y ganó dos premios allí, el de dirección y el de fotografía. Sus otros ganchos son que la han producido los mexicanos Gael García Bernal y Diego Luna, ... y que su director, debutante, tiene firma de cineasta exótico y molón: Cary Joji Fukunaga.
Aunque impecablemente, está rodada por un francotirador, alguien subido a un tren en marcha y rodeado de cientos de inmigrantes hispanos camino del «norte», y la historia que cuenta es tan conocida como terrible: una chica que huye hacia una vida mejor y un joven que huye no tanto para mejorar como para conservar la única que tiene, que se tambalea. Ella es la «emigrante» y él es el «sicario» de una de las bandas fronterizas llamadas maras, y en su cruce y alianza está lo sustancial del argumento, que trata de mirar desde muy cerca estos dos grandes «temas» mediante unas situaciones trágicas e inhumanas.
Fukunaga le da una pequeña vuelta de tuerca al asunto de la inmigración, pues a los que sigue son también ilegales en México (vienen de Honduras), al tiempo que ofrece un dibujo grotesco y probablemente cercano de la barbarie de los Maras, apenas unos críos manipulados por tipos ridículos con ritos y normas como de secta diabólica y que se tratan entre ellos como chacales con la pata rota.
Willy y Sayra, ellos, las dos dianas a las que apunta la película, se miran con fascinación y desconfianza, y su tenue romance engrasa en cierto modo esos dos mundos chirriantes y desprovistos de futuro: las vías del tren como imagen del camino inapelable hacia el propio destino. Paulina Gaitán y Edgar Flores, la pareja protagonista, están por completo a tono con el realismo de personajes y paisajes, lo cual no es fácil pues han de hacer coincidir su ficción con la verdad que les rodea: son actores entre inmigrantes.
No hay muchas cosas que no sepamos ni hayamos visto y oído en «Sin nombre», pero todas ellas están expuestas con esmero en su cuota de desgarro y de cine, de modo que se pueda ver el abismo que hay entre esta película y el documental «La vida loca».
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