Dos pilotos se olvidan de aterrizar por distraerse con su ordenador portátil
No estaban ni dormidos ni se les fue el santo al cielo discutiendo, como declararon en un primer momento. El capitán Timothy B. Cheney, de 53 años, y el primer oficial Richard I. Cole, de 54, ambos pilotos de Northwest Airlines, se “pasaron” 150 ... millas del aeropuerto donde debían aterrizar la semana pasada en Minneapolis porque estaban enfrascados cada uno con su ordenador portátil . Algo que está expresamente prohibido por las ordenanzas de la compañía y que puede costarles mucho más que el despido. Se habla de suspender o revocar sus licencias de piloto, y hay quien ha llegado a pedir que vayan algún tiempo a la cárcel.
¿Es para tanto o no es para menos? La noticia de que un avión de San Diego a Minneapolis no sólo se había abstenido de aterrizar, sino que hacía 78 minutos que los pilotos no contestaban a ningún mensaje de los controladores aéreos sembró el pánico en Estados Unidos la semana pasada. Cuatro cazas militares llegaron a ponerse a punto para derribar el avión si persistía la incomunicación y seguían creciendo los temores de secuestro.
Hablamos de un país cuyos cielos perdieron la inocencia hace tiempo. Meses atrás rodaron cabezas por un vuelo excesivamente rasante sobre el bajo Manhattan –donde está la Zona Cero- del avión presidencial Air Force One. Era para hacer fotos de promoción pero a nadie se le ocurrió avisar a las autoridades de Nueva York. En las oficinas sobrevoladas por la panza del avión se desató el pánico. El presidente Obama en persona llamó a capítulo al responsable del desaguisado, al que no le quedó otra que dimitir.
Se temió lo peor
Cuando quedó claro que el incidente de Northwest Airlines no tenía nada que ver con amenazas de terrorismo, cundieron otros temores. Últimamente ha habido una secuencia impresionante de accidentes aéreos en Estados Unidos y en todo el mundo. Cada vez hay un debate más abierto sobre si las compañías no ponen en peligro la seguridad de sus pasajeros forzando a los pilotos a volar demasiadas horas. La fatiga puede haber sido la causa de trágicos accidentes.
Si los pilotos Cheney y Cole se hubieran dormido a los mandos, esto habría bastado para despedirles inmediatamente. Al principio alegaron que se les fue el santo al cielo –nunca mejor dicho- cuando discutían acaloradamente la nueva política de la compañía aérea y cómo esta les afectaba. Tan acalorados estaban que no se enteraron de que hacía tiempo que habían dejado atrás el aeropuerto de destino hasta que un miembro de la tripulación les llamó la atención.
Lo que no contaron al principio, pero han acabado confesando ante los agentes federales que les interrogaron, es que la discusión la mantuvieron cada uno embebido en la pantalla de su ordenador portátil. Eso es algo explícitamente prohibido por la compañía aérea para la que trabajan –o trabajaban-, aunque no por la ley. Hasta ahora, ya que no es imposible que este incidente desencadene cambios legislativos por la vía rápida.
Lo de los portátiles a bordo hay quien lo consideraba hasta ahora un pecado venial. Y más en esos vuelos transatlánticos larguísimos, con todo automatizado, durante los cuales el piloto en la práctica sólo “trabaja” al despegar y al aterrizar. En medio quedan infinitas horas de aburrimiento que, digan lo que digan las ordenanzas, hay quien entretiene no ya mirando la pantalla del ordenador sino poniéndose un DVD.
Pues ha quedado claro que no es verdad que nunca pasa nada. En este caso pasó que un viento de cola abrevió el vuelo más allá de lo previsto. Cuando los pilotos se quisieron dar cuenta ya habían pasado de largo y además se habían metido en un buen lío. Vigilar será aburrido, pero hay que hacerlo. Viajaban cerca de 150 personas a bordo del avión.
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