Marc Levy: «No soy un escritor romántico, soy un hombre romántico»
Es el autor contemporáneo más leído en Francia y, aunque en todo momento evita la palabra «seductor», ha conseguido atrapar en su universo literario a más de 15 millones de lectores, en su mayoría, cabe decirlo, lectoras. Sentado en los sofás de un exclusivo hotel ... de Berlín -llámenle a eso poder de atracción-, Marc Levy (Bolulogne-Billancourt, 1961) reflexiona sobre su literatura, sus personajes y su vida de escritor, que inició en 2000 con la publicación de «Et si c´etait vrai», un libro dedicado a su hijo Louis. Todo un terremoto en el alicaído panorama literario francés.
Justo al inicio de la conversación, Marc Levy pide permiso para fumar y ojea en su «bluckberry» los mensajes que le llegan. -«Es mi hijo»- se disculpa. Levy se expresa en un inglés preciso y pausado, pero con ese acento afrancesado que seduce al oído, embriagado de por sí por el hilo de fondo del piano bar. «Nunca pensé en ser escritor», asegura. Antes de eso, fue voluntario en la Cruz Roja, fundó en Estados Unidos una empresa especializada en imagen digital y, de vuelta en París, dirigió un estudio de arquitectos.
Un drama romántico
«Como muchos padres, acostumbraba a leerle cuentos a mi hijo para dormir, pero una noche, con 9 años, me hizo entender que la televisión era mucho más interesante que el cuento de papá. Me di cuenta de que echaba de menos ese rato con él, y por eso decidí escribir una historia para el hombre en que un día se convertiría». Ahora, siete novelas después y 15 millones de ejemplares vendidos en 41 idiomas, Planeta publica en España «Las cosas que no nos dijimos», un drama romántico que habla de segundas oportunidades y que nos conduce a un escenario muy especial: el Berlín de la caída del Muro. «Una época -dice- «que marcó a toda mi generación». «Un escenario -añade- de la reconciliación, en el que se ha escrito muy poco sobre el amor».
A través de los sentimientos de Julia, la protagonista de la trama, Levy se adentra en el enrevesado mundo de las relaciones paterno-filiales y en los silencios que dominan la comunicación entre Julia y Anthony, su padre, cuya muerte la sorprende a cuatro días de su boda. En pleno duelo, la joven recibe una segunda oportunidad: en su piso, metido en una enorme caja, su padre resucita en androide, con quien por fin Julia se dirá «todas las cosas que no se dijeron». Precisamente, para el autor el duelo significa «ese dolor que nos causa aquello que dejamos sin decir». Y atribuye al «orgullo» esa falta de comunicación entre las personas, tal y como plasma en su libro.
Aliñada con algunas notas de humor, el relato rezuma romanticismo. «No me importa que digan que soy un escritor romántico, aunque yo no estoy seguro de serlo. Lo que sí es más probable es que sea un hombre romántico», bromea el autor. De hecho, este áurea de galán viene de lejos y en su día algunos medios especularon con que él era el amante de Cécilia Ciganer, ex de Nicolas Sarkozy. «Fue un estúpido rumor que usaron los opositores de Sarkozy durante la campaña electoral. Fui una víctima colateral de las elecciones, ni siquiera la conozco», sonríe.
El arte de hacer reír
¿Por qué escribir novelas? «Para romper mi propio pudor y con la soledad de la infancia. Para mí la literatura es un maravilloso espacio de libertad. Hacer reír al que nunca conocerás hace que éste sea un trabajo maravilloso», determina el francés. ¿Y cuál es el nivel actual de las letras en el país vecino? «Es prácticamente imposible analizar eso a tiempo real», responde con gesto reflexivo. «Pero hoy -matiza- la literatura francesa ha dejado de ser un referente mundial y eso es una buena noticia porque ahora podemos descubrir muchas otras buenas obras que proceden de todas partes».
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