¡Inmersión!
Toda tripulación que quiera sobrevivir en las profundidades oceánicas se tiene que llevar bien a la fuerza. Un tornillo mal apretado (en la nave o en la mente de alguno), una válvula abierta a destiempo, pueden acarrear el desastre. La atmósfera de sana y democrática ... camaradería garantiza la supervivencia, pero como el mundo no es perfecto siempre hay un segundo oficial ambicioso y recalcitrante. Hasta nueva orden, no se aceptan mujeres a bordo. Esas son las reglas, que tienen sus excepciones.
También existe en el subgénero una evidente influencia teatral y un atisbo decimonónico, pues las máquinas que llevan la condición humana a sus entornos más hostiles, el fondo del mar y el espacio sideral, se concibieron entonces. Por eso resulta natural que «Veinte mil leguas de viaje submarino» atrajera el interés de los pioneros del cine. Ya en 1907 Georges Méli_s hizo la primera versión muda, una de las primeras películas a color, con cada fotograma pintado a mano. Richard Fleischer realizaría en 1954 otra versión excelente. En los momentos finales del «Nau-tilus», el profesor Arronax exclama: «Hay esperanza para el futuro. Cuando el mundo esté listo para una vida nueva y mejor, esta vendrá». Tiene su gracia que estos delirios utópicos se manifiesten en las profundidades, porque en la superficie lo que muestran las películas de submarinos es la omnipresencia de la guerra. Esta trajo una especialización del subgénero.
Así, se definió una categoría anterior a la Segunda Guerra Mundial, con clásicos como «Submarino» de Frank Capra y «Hombres sin mujeres» de John Ford. Otra engloba las películas ambientadas en aquel conflicto, entre las que destacan «Destino: Tokio», con Cary Grant y John Gardfield; «Operación Pacífico», con John Wayne; «Duelo en el Atlántico», con Robert Mitchum, y «Das Boot» (1981) de Wolfgang Petersen, cuya moraleja reside en la inutilidad del heroísmo al servicio de un régimen dictatorial. Las ambientadas en la Guerra fría recogen títulos como «Estación polar Zebra», «La caza del Octubre rojo» o la excelente «K-19». Sin embargo, que las películas de submarinos también tienen sus renglones torcidos queda demostrado con la existencia de una categoría psicodélica, representada por «Operación Pacífico», con Cary Grant al mando de una embarcación rosa tripulada por mujeres, o la sesentera «Submarino amarillo» con aparición estelar de los Beatles.
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