Una comedia pija
El australiano P. J. Hogan es un pequeño maestro de la comedia romántica moderna: suyas son «La boda de Muriel» y «La boda de mi mejor amigo». Esta nueva película, cuyo largo título parece el de un manual de autoayuda para las hijas de Bridget ... Jones, se interna en un terreno menos agradecido y más difícil de llevar a buen puerto: el de la comedia pija, en donde Hogan debe enfrentarse al recuerdo de hitos como «Fuera de onda» o «Rubia legal». Se interna en tan delicado territorio sin hacerle ascos, sin sentirse superior al material de partida ni a los personajes y sin renunciar a cierta inteligencia narrativa; al mismo tiempo se sumerge a fondo en la estética pop y en la lógica un poco boba que resultan necesarias para llevar una propuesta como ésta a buen puerto. El resultado puede quedar fuera de la comprensión de muchos espectadores, sobre todo por plantear un tema tan baladí como la adicción al consumo en estos tiempos de crisis, pero Hogan hace lo que hacían los artesanos del viejo Hollywood cuando les encasquetaban un proyecto no originado por ellos: trabajar a favor de obra. Por lo demás, aquí lanza al estrellato a su protagonista, Isla Fisher, que también demuestra comprender perfectamente el material que tiene entre manos: ligero como un suflé o un buen single pop de chicas, es decir, algo no tan intrascendente como parece.
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