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ABC Cultural

Espías privatizados

Julia Roberts y Clive Owen | AP

Tiene Duplicity un par de estrellas que lucir y relucir, dos secundarios de relumbrón y un guión plagado de fuegos artificiales, giros y retrúecanos. Tanto vatio de corriente alterna alumbra a una pareja de espías profesionales privatizados, dispuestos a merendarse un mercado que en realidad ... es más competitivo que muchas guerras. La idea motora de la acción es atractiva y la factura técnica de la segunda película de Tony Gilroy como director está a la altura de su «Michael Clayton», que le proporcionó dos candidaturas al Oscar, como realizador y como guionista. De sus tiempos de escritor, que no abandona, le queda su afición a las intrigas de amplio espectro: maritales en «Eclipse total», demoniacas en «El abogado del diablo», selváticas y algo adúlteras en «Prueba de vida», y las propias de los agentes secretos de toda la vida, actualizadas en cuando a sus exigencias físicas, que dieron lugar a un par de Bournes, de nombre Jason.

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