«La teta asustada» y el Oso impresionado
E. RODRÍGUEZ MARCHANTE
ENVIADO ESPECIAL
BERLÍN. Una edición del Festival que se hizo interminable y una ceremonia de entrega de premios aún más interminable y pesada que, afortunadamente, cambió de color con la sorpresa de un Oso de Oro para la película española y peruana « ... La teta asustada», de Claudia Llosa, que tenía tanto corazón en su interior que acabó robándoselo a todo el mundo. La poesía, la dulzura y la profunda dureza de esa historia de mujeres y miedos estalló en el momento idóneo y su protagonista, Magaly Solier, contribuyó con su delicadeza y tenue quejido a crear el clima propicio para la explosión. Era un año, una edición y un jurado de la Berlinale justo para una película como «La teta asustada». La oportunidad es una de las mayores virtudes.
La otra gran vencedora de la noche fue «Gigante», la película uruguaya de Adrián Biniez, que se llevó el gran premio del jurado (junto a la alemana «Alle Anderen»), el de mejor opera prima y el prestigioso Alfred Bauer, con lo que su director, el hombre, estuvo como un yoyó para arriba y abajo.
La nota de color la puso Sotigui Kouyate, el actor negro de «London River», que ganó el premio de interpretación, y en qué hora, pues el hombre cogió el micrófono y se largó una tabarra de más de quince minutos sobre bosques y colores, África, esto y aquello... Una irrefrenable charla que transformó en pesadez y ligera antipatía la bondad y simpatía que se ganó su personaje en la película de Rachid Bouchareb, la cual, por cierto, se quedó algo debajo de sus expectativas, pues era clara favorita. Birgit Minichmayr ganó el de interpretación femenino por su esforzado papel de novia de un imbécil en «Alle Anderen», película igualmente multipremiada, y tal vez algo sobrevalorada con respecto a la otra alemana, «Storm», de Hans-Christian Schmid, que se fue de vacío, o la americana «The messenger», que la despachó el jurado con el premio al mejor guión, saltándose a sus dos protagonistas, Ben Foster y Woody Harrelson, del mismo modo que se saltaron a actrices como Brenda Blethyn o la propia Michelle Pfeiffer.
Sin duda es muy difícil para un jurado quitarse de encima la sensación de que han de hacer algo «bueno» con sus premios, y prefieren echarlo así, un poco hacia abajo. Y en fin, se clausuró esta corriente (pero excepcional para nosotros) edición de la Berlinale con lo último de Costa-Gavras, que es griego pero no es Homero, ni su película «Eden is west» es la «Odisea», aunque está en esa estela, por decirlo de algún modo. Una visión ligera y lejanamente chaplinesca de Europa y el trasiego de inmigrantes en la figura de uno de ellos que, sin papeles, va dando traspiés desde su accidentado desembarco en Grecia hasta París.
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