Cruce de caminos

Es desde luego el caso de «Cuatro vidas», que afirma seguir el patrón de no sé qué proverbio chino sobre las emociones básicas de la vida humana, a saber, el placer, la felicidad, el dolor y el amor. Lo cierto es que el director Jiehgo Lee, debutante en estas lides, ha conseguido un reparto de quitar el hipo, que justifica el desplazamiento.

El gran Forest Whitaker repite lo que sabe hacer mejor que nadie: el papel de un hombre pequeño encerrado en un cuerpo grande. Brendan Fraser se deja de momias y muecas y hace de introvertido gorila: resulta efectivo a la sobria manera americana, y su personaje conmueve. Kevin Bacon nos recuerda que también tiene las hechuras de actor intenso, pese a la histeria y las prisas contrarreloj de su personaje. Y Andy García nos da una versión extrovertida y gustosa de su padrino, recordándonos el misterio mayor de su carrera: cómo ha podido desaprovecharla tanto, con lo bien que está cuando se pone.

Una película de actores (hay más, que conste) que trabajan duro para que no nos demos cuenta de que ninguna de las historias que se entrelazan tiene demasiado peso específico.