artes&LETRAS
Toledanos en los barcos de la libertad
75 aniversario del exilio republicano
por enrique Sánchez Lubián
El 26 de mayo de 1939 zarpó del puerto de Séte (Marsella) el vapor «Sinaia» donde viajaban 1.620 refugiados republicanos. Al finalizar la guerra civil , Francia confinó en campos de concentración a miles de exiliados españoles que pasaron la frontera huyendo de ... las tropas franquistas. El presidente de México, Lázaro Cárdenas abrió las puertas de su país para que estos expatriados pudieran iniciar una nueva vida al otro lado del Atlántico. Unos veinticinco mil españoles se trasladaron hasta allí, donde rehicieron sus vidas, contribuyendo al progreso y desarrollo del gran país que les acogía. Entre ellos figuraban varias decenas de toledanos , quienes hicieron su singladura en los llamados barcos de la libertad.
Tras dieciocho días de navegación, el «Sinaia» atracó en el puerto de Veracruz. Conformaba la primera expedición organizada por el gobierno mexicano y el Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles. Entre el pasaje de este vapor se encontraba una docena de toledanos: Andrés Aguado Cogolludo, Antonio Esteban Aranda y Roberto Gómez Roldán de Toledo; Carmelo Rodríguez Lozano y los hermanos Miguel y Saturnino Álvarez López de Fuensalida; Miguel Álvarez-Ugena y Sánchez-Tembleque de Madridejos; Emiliano Avilés Fernández de Villafranca de los Caballeros; Valentín Gutiérrez Ontalba de Bargas; Ignacio Muñoz García-Nuevo de Novés; y Rafael Sánchez Paredes de Azaña, actual Numancia de la Sagra. A su llegada, el secretario de la Gobernación de México les dijo que en el suelo que acaban de pisar encontrarían «un regazo cariñoso y hospitalario».
El traslado de exiliados continuó en los meses siguientes. Junto al «Sinaia», las singladuras más destacadas fueron protagonizadas por el «Ipanema» y el «Méxique», que partieron desde Burdeos en los meses de junio y julio de 1939 con más de tres mil personas a bordo. También en ellos había destacados nombres del republicanismo toledano, cuya identidad podemos conocer hoy gracias a los archivos de la Fundación Pablo Iglesias , donde se conservan los listados del pasaje de estos y otros barcos, como el mítico «Stanbrook».
En el primero viajaron Jesús Aguilar Ruiz de Quintanar de la Orden; Ladislao Almadén Gómez y Santiago Fernández Guzmán de Talavera de la Reina; Marcelino Blanco Otero , Victoriano Fuentes López, Jesús Lea Navas, Miguel Sánchez Salcedo y Santiago Muñoz Martínez de Toledo; Miguel Ángel Collado Fernández de Santa Olalla; N azario Domínguez Menor de Los Navalmorales; Moisés Gamero de la Fuente de Noez; y Benito Rodríguez de Villamiel.
Entre los 2.067 pasajeros del «Mexique» iban Isidoro Alonso Díaz, Ildefonso Barranco González, Tiburcio Díaz Carrasco, Manuel Díaz-Marta Pinilla, Cándido García Sen, Felipe Jiménez Figueroa y Manuel Medina García de Toledo; Amalio Cobos Rivero de Urda; Patrocinio García Aguilar de Layos; Luis García Galiano-Rodríguez de Sonseca; Ismael Hernández Minaya de Almonacid; Eulogio Hurtado Ampuero de Almorox; y Jacinto Lozano Madrid de Calzada de Oropesa.
Estos viajes se mantuvieron hasta mediados de los años cuarenta, participando en ellas más de una decena de embarcaciones.
Con motivo de la reciente vista del presidente Peña Nieto, el rey Juan Carlos agradeció la actitud magnánima de la nación americana con los exiliados españoles. Hace unas semanas, durante un acto conmemorativo de este setenta y cinco aniversario en el Distrito Federal, Joan Manuel Serrat leía un manifiesto en el que se resaltaba el doble compromiso asumido por el pueblo mexicano con los refugiados y el de estos con el primero. «La derrota de la República –decía uno de sus párrafos- significó el desarrollo en México de muchas de sus ideas, de su fecundidad creativa y generosidad humana. Por eso conmemoramos no una derrota, sino la llegada de mujeres y hombres que vinieron para enriquecer nuestra sociedad». En ese progreso la mano de los republicanos toledanos también se dejó notar.
Manuel Díaz-Marta Pinilla, militante socialista y quien durante la guerra fue comandante de Ingenieros, desarrolló una destacada labor profesional en tierras mexicanas contribuyendo a mejorar el abastecimiento de agua potable en ciudades como Veracruz o Acapulco. Compaginó su labor profesional con la actividad docente y el asesoramiento a organismos como la ONU y la Organización de Estados Americanos. De regreso a España en 1976 mantuv o una intensa activa contra el trasvase Tajo-Segura . Fue diputado en las Cortes Constituyentes de 1977 y senador en las dos siguientes legislaturas. En 1979 encabezó la lista del PSOE en las primeras elecciones municipales democráticas convocadas en España tras la aprobarse la vigente Constitución.
Compañero suyo en el «Mexique» fue Manuel Medina García , hijo de Victoriano Medina fundador del Colegio de Veterinarios de Toledo, concejal de su ayuntamiento y presidente de la Asociación de la Prensa toledana, quien durante la guerra había sido inspector general de Veterinaria Militar y que estaba considerado como uno de los máximos especialistas españoles en esta rama de la ciencia castrense. En México, Medina fundó un laboratorio de productos zoosanitarios y también mantuvo una intensa actividad periodística, donde puso en marcha La Revista de Economía Continental . Una de sus hijas, África, fue la primera mujer en titularse como veterinaria en la Universidad Nacional Autónoma de México; su hermana, María Ángeles también siguió idéntica trayectoria profesional. Manuel Medina falleció en 1961.
El 26 de octubre de 1931, Luis García Galiano-Rodríguez , del partido radical socialista, pudo convertirse en alcalde de Toledo, sustituyendo a José Ballester quien había renunciado a su cargo tras ser elegido diputado en las Cortes Constituyentes. No lo consiguió, perdiendo la votación municipal frente a Justo García. Galiano era un conocido empresario que mantenía la representación comercial de marca de automóviles Ford y un servicio de autobuses interurbanos con Madrid. Durante la guerra fue delegado del director general de Carabineros. Subsistió en México abriendo un obrador de mazapán, al que puso por nombre «Toledo» y que actualmente mantiene varias sucursales en el Distrito Federal. Para poner en marcha el negocio contó con la colaboración y participación del abogado Moisés Gamero de la Fuente, natural de Noez, quien había sido dirigente de la Casa del Pueblo de Talavera, donde su padre estuvo destinado como secretario del ayuntamiento. Candidato por Frente Popular en las elecciones generales de febrero de 1936, durante la guerra llegó a ser delegado general de Carabineros en Valencia y Barcelona. Mantuvo una intensa actividad social en su exilio, llegando a ser presidente del Instituto Superior de Intérpretes y Traductores y del Ateneo Español de México.
Otro destacado dirigente socialista que marchó a México fue el periodista y funcionario Santiago Muñoz Martínez , quien durante la II República había sido director de la Caja de Previsión Social de Castilla-La Mancha y presidente del sindicato nacional de sus empleados. Secretario general de la Federación Socialista Toledana, durante la guerra tuvo diferentes responsabilidades en el Consejo Provincial (órgano equivalente a la Diputación), llegando a ser su presidente en 1938.
Aunque no llegó a México a bordo de los barcos de la libertad, también tuvo un destacado protagonismo en aquel país Javier Malagón Barceló. Nacido en Toledo en 1911, hijo de un teniente coronel de Ingenieros, se licenció en Derecho en la Universidad de Madrid ampliando estudios en Alemania. Durante la guerra fue asignado al Cuerpo Jurídico Militar. En un primer momento se exilió en la República Dominicana, para asentarse luego en México, donde ejerció como profesor universitario. En la década de los años cincuenta, con una beca de la Fundación Rockefeller se trasladó a Washington, colaborando con la OEA, donde llegó a dirigir su Departamento de Asuntos Culturales. Recuperada la democracia en España fue nombrado agregado cultural de la embajada española en la capital estadounidense. Antes de morir legó a la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha su colección personal de libros, unos 11.000 volúmenes, integrada, fundamentalmente, por obras impresas de exiliados españoles, muchas de ellas dedicadas por sus autores, así como textos relacionados la historia del derecho y las relaciones entre España y América. En 1988 fue reconocido con la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha.
También pasó una temporada en México Emilio Palomo Aguado , natural de Santa Cruz de la Zarza , quien fue diputado por Toledo en 1931, gobernador civil de Madrid, ministro de Comunicaciones y presidente del Tribunal de Cuentas durante la guerra. En el país azteca fue miembro destacado de la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles, que presidía I ndalecio Prieto, organización de la que fue expulsado tras estar implicado en la desaparición de algunos de sus fondos. Marchó, entonces, a Cuba donde permaneció hasta el triunfo de Fidel Castro, momento en que se trasladó a Miami, muriendo allí en 1964.
Al cumplirse el setenta y cinco aniversario de esta triste migración política, bien merece la pena recordar unas palabras del presidente Cárdenas pronunciadas en 1957: «Al llegar ustedes a esta tierra –dijo refiriéndose a los exiliados españoles- entregaron su talento y sus energías a intensificar el cultivo de los campos, a aumentar la producción de las fábricas, a avivar la claridad de las aulas, a edificar y honrar sus hogares y a hacer, junto a nosotros, más grande a la nación mexicana». A este empeño también contribuyeron toledanos como a quienes recordamos en estas páginas.
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