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ANÁLISIS

State of Decay 2: en este videojuego de zombies no hay nadie imprescindible

El regreso de este universo de libertad de acción estira su fórmula pero acaba por pasar factura las actividades tan repetitiva que se dan con demasiada asiduidad

J.M.SÁNCHEZ

Los zombies nunca mueren . En el sentido literal sí, lógicamente, pero su influencia en la industria del entretenimiento no. No lo hacen en el sentido narrativo de la creación. La temática apocalíptica es recurrente. Habitual en todas las disciplinas audiovisuales. No hay año en donde series, películas, cómics o videojuegos no recurran a incluirlos en sus propuestas. No pasan de moda. Tienen algo de especial. Tal vez se debe a una falta de empatía del ser humano hacia estos seres, generalmente, presentados como hostiles y sanguinarios.

Tomar un revólver en un videojuego de disparos y acabar con ellos de un plumazo representa una actitud defensiva y legítima que no afecta a las emociones del jugador. En cambio, si es una persona como tal quien está enfrente es posible que el sentimiento sea distinto. De ahí que surjan numerosas propuestas que explotan el género con mayor o menor acierto. Cuando apareció State of Decay se aplaudió su arriesgada puesta en escena de marcada índole de libertad. Aunque no llegó a ser un gran éxito de ventas, este videojuego de supervivencia y acción en tercera persona para Xbox On e se granjeó el respeto de los aficionados.

En su secuela State of Decay 2 se depuran algunos aspectos que chirriaban y se mantiene la esencia del juego. A saber; los jugadores son los verdaderos protagonistas del juego. No existe como tal un personaje principal, sino que el objetivo es mantener viva a una comunidad. Aunque al principio, y una vez que se ha alcanzado el nivel pertinente, se exige nombrar a un líder, todos los superviventes parten del mismo nivel, aunque con sus propias habilidades.

Los hay que se manejan mejor en las distancias cortas, otros manejan rifles de francotirador como un tercer miembro, mientras que otros han desarrollado ciertas aptitudes como la destreza. Pero, en general, no existe nadie verdaderamente imprescindible. Si mueren, hasta luego Lucas . Bajo este enfoque, el jugador debe enfrentarse al dilema constante de elegir quién puede vivir o morir, a quién salvar, quién lanzarse al ruedo o a quién administrar la medicina. Constantes y vitales, cada personaje puede, sin embargo, evolucionar con nuevas habilidades y subir de nivel.

State of Decay 2 sitúa la acción en una devastada región expoliada por los últimos supervivientes de una apocalipsis que ha situado a los zombies en el centro de las amenazas. La labor de exploración y recolección de objetos y elementos necesarios para la supervivencia es el manto en el que se envuelve esta obra. Una vez creado un primer cuartel general, hay que salir a buscar medicinas, comida, piezas y cualquier artículo que nos pueda ayudar a mantener a salvo a nuestro grupo.

Eso obliga a portar mochilas que funcionan con un límite; no puedes cargar todo lo que te encuentras, con lo que debes estar continuamente buscando la prioridad. Los usuarios pueden emplear diversas armas de todo tipo, desde machetes, bates o pistolas y rifles. La munición sigue la tendencia de la supervivencia, con lo que es escasa . Eso sí, se rompen con el uso, pero por fortuna siempre queda un pequeño cuchillo del que hacer uso cuando te has quedado sin nada. La vitalidad y energía también pasa factura en los enfrentamientos, pero se puede resolver tirando de algún consumible o vendaje que tengamos en el inventario.

Durante las primeras horas el videojuego recrea momentos de gran relevancia que se balancean entre la diversión y la tensión, pero conforme se van recolectando más provisiones y completando actividades acaba por generar un cierto hastío. Tampoco ayuda su planteamiento narrativo, carente de un verdadero hilo conductor más allá de eliminar la Peste de Sangre, como se denomina aquí al virus que infecta a los zombies.

La combinación de misiones repetitivas, muchas de ellas secundarias y prescindibles, y la permanente lucha contra unos zombies que a medida que avanzamos en los días van apareciendo por todas las esquinas, acaba por desgastar al jugador . Gana en compromiso al incorporar el componente multijugador cooperativo online para cuatro jugadores, que invita a ser más cauteloso.

A diferencia de lo visto en otros títulos apocalípticos como The Last of Us, Dead Rising o el próximo Days Gone, los enemigos aquí son fácilmente superables, con la excepción de algunos «corredores». Hay que llevar cuidado, sin embargo, con los que se denominan «aulladores», que lo único que hacen es dar la voz de alarma para atraer a más zombies. Pero hordas como tal no se encuentran. Es más, es extraño encontrarse un grupo de más de cinco o seis. Una vez superados determinados enfrentamientos se puede reclamar el edificio que se ha limpiado.

De igual forma en el juego original, en State of Decay 2 el jugador puede cambiar libremente entre los supervivientes, generados por cierto aleatoriamente en tu comunidad. Aunque son prescindibles, es irremediable que con algunos de ellos se haya desarrollado una relación de cariño. Aunque el mapa del entorno no es tan amplio como puede ser en Grand Theft Auto V o un Assassins Creed , recorrer las distancias a pie no es la mejor opción muchas veces. La solución propuesta es permitir la conducción de vehículos. Para usarlos es necesario rellenar con combustible sus depósitos, con lo que si no se tienen latas de gasolina a mano y acabas con el contador a cero el coche te dejará tirado . A nivel gráfico, y salvo algunas pequeñas caídas, tiene buen nivel.

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