El Zelda más oscuro y complicado

«The Legend of Zelda: Majora’s Mask» en un título de rol y acción. Un juego basado en la recogida de útiles y la gestión de un inventario, muy accesible con la doble pantalla de las portátiles de Nintendo; en las conversaciones con los personajes no jugables, tan variado y rico como es habitual en el mundo de la serie; en los combates directos y en la resolución de problemas a partir del ingenio. El héroe, Link, debe evitar que la Luna se desplome sobre la aldea de Términa con un acuciante plazo de tres días, una hora de juego real.

La particularidad del título es el manejo del tiempo, con constantes viajes para estirar el plazo del apocalipsis, avanzar, retroceder o retrasar la hora, una vez superados los hitos de gran dificultad planteados. Una entrega realmente exigente; pero también muy variada gracias a la diversidad de posibilidades ofrecidas con las diferentes habilidades proporcionadas por las máscaras o hechizos transformadores: flotar y disparar, nadar, adquirir la solidez de una piedra…

Link debe encontrar al Skull Kid, que ha robado una máscara capaz de acabar con el mundo. La odisea, con un planteamiento más oscuro y dramático del habitual, con una evolución de los personajes hacia la desesperación por el acuciante fin de su mundo, está llena de misiones y tareas secundarias, hiladas por personajes a los que ayudar, hasta llegar a las mazmorras como pruebas finales, tan propias de la serie.

Las mejoras gráficas, las ligeras novedades sin desvirtuar el título original, la adaptación al manejo de las portátiles de Nintendo, especialmente la New 3DS, completan una remasterización cuidada, lanzada después de 15 años del título original, pero que no ha perdido vigencia en su planteamiento ni en su elevada dificultad. Un Zelda incomprendido en su lanzamiento, pero que ha sabido envejecer aportando variedad a la aclamada serie.