El pájaro carpintero que desesperó a la NASA

Hablamos de un pájaro carpintero de cresta roja, o como habitualmente se llama en aquel lugar, un picamaderos, que en octubre de 1962 se posó en uno de los cables de alimentación que suministraban energía a los sistemas secundarios del cohete Thor Able Star antes de su lanzamiento. Este tipo de aves se caracterizan por su incesante actividad y nuestro pájaro loco no tardó mucho en comenzar a picotear el cable que había elegido. Los técnicos e ingenieros del programa no tardaron en detectar el sabotaje del animal y comenzaron a idear fórmulas para ahuyentarlo del lugar, desestimada la vía rápida del disparo de escopeta, ya que las armas de fuego están prohibidas en el centro espacial.

Los primeros desperfectos fueron reparados por los obreros que tuvieron que subir a la plataforma y reemplazar algunos materiales. Pero dos días más tarde los técnicos advirtieron con consternación, que el pájaro había abierto otro agujero. La solución siguiente fue el susto mediante sonoros campanazos o bocinas que poco parecían alterar el trabajo y la concentración del carpintero. El nerviosismo y las horas perdidas al tratar de expulsar al inesperado inquilino se acumulaban y eso se traducía en millones de inversión que se podían ir al garete.

Tras la sugerencia de un biólogo, probaron a colocar un botella de anhídrido de carbono cerca de los huecos excavados y el resultado fue negativo. También pidieron opinión a la compañía de luz y energía electrica de Florida sobre los métodos que utilizaban para evitar que estos pájaros agujerearan los postes eléctricos. Sugirieron una mezcla de arsénico y un compuesto químico derivado del alquitran, pero esta solución no se adhería a la resbaladiza superficie de aluminio de la envoltura del cable; un nuevo fracaso.

Cuando ya parecía que se convertiría en suprema autoridad de Cabo Cañaberal, los técnicos idearon una botella de aire comprimido a alta presión, conectada al cable y que se dispararía en el momento en que el animal hiciera de las suyas. Efectivamente, cuando se disponía a comenzar otra sesión de picoteo, los operarios accionaron el sistema y un chorro de aire a presión lo despidió como un cohete, al más puro estilo del lugar. Ya se sabe que bicho malo, nunca muere, y aunque aquel disparo de aire parecía suficiente como para matar al pájaro carpintero, después del estampido inicial, recobró el vuelo y huyó para siempre. Los visitantes que llegan ahora al centro de actividades espaciales pueden admirar unas curiosas ilustraciones en la pared norte de la plataforma de lanzamiento en recuerdo de este ilustre personaje.