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EL FENÓMENO DEL BIG DATA

El Big Data, el Gran Hermano de los datos

El libro «Big data. La revolución de los datos masivos» recorre las profundidades de un fenómeno que permitiría predecir epidemias o resultados académicos gracias a la huella digital

MICHAEL MCLOUGHLIN

Unos y ceros. Un ingente torrente de números que cada día se cruzan a velocidades de vértigo en esa coctelera que bebe de los acaudalados cauces de la informática, las redes sociales, los «smartphones» y demás protagonistas de una inapelable revolución digital que hace tiempo que tutea a su vetusta homóloga industrial.

Una cosecha de datos que se ha multiplicado en los dos últimos años –se calcula que entre el 80% y el 90% se han recogido desde 2011– que una vez seleccionado el mejor grano ha permitido, entre otras cosas, a ingenieros de Google predecir en tiempo real el avance del virus H1N1 gracias a los términos que muchos de los que acaban infectados buscaban al sentir los primeros síntomas. Unas herramientas que permitió a la ciudad de Ámsterdam aumentar la llegada de visitantes o al excandidato a la Casa Blanca Mitt Romney conocer a que iglesia acudían sus potenciales votantes.

«Ninguna esfera de la sociedad quedará intacta», afirma Viktor Mayer-Schönberger, profesor de regulación y gestión de internet en la Universidad de Oxford y autor de «Big data. La revolución de los datos masivos» (Turner). Este ensayo que ahora se traduce al español, en cuya elaboración también ha participado un gurú de la talla Kenneth Curtier –editor de datos del semanario «The Economist»–, recorre las entrañas de un fenómeno del que, a pesar de nutrirse del rastro que dejan millones y millones de usuarios en internet, pocos conocen su alcance.

La consultora IDC dice que la información digital que existe a día de hoy ocuparía, a ojo de buen cubero, 250 trillones de DVD. Un simple cigoto al que todavía le queda mucho de gestación. En 2012, se hablaba ya de 2,8 zettabytes. En 2020, estos podrían llegar a 40.000 exabytes (40 billones de gygabytes). Política, administración pública, turismo, sanidad, educación, banca y seguros, deportes… Todo lo susceptible de medirse por datos «cambiará en esta nueva era».

«Los ayuntamientos podrán aprender cuándo y cómo se utilizan las infraestructuras de la ciudad, mejorando desde el alcantarillado de calles y escuelas hasta el encendido del alumbrado público», aclara. «En el campo de la salud, –continúa– dará paso a la medicina personalizada pudiendo obtener la dosis correcta de un fármaco para el metabolismo de cada persona y no como a día de hoy».

«Los teléfonos inteligentes han ayudado mucho», explica. «Ello se debe a que son plataformas con muchos sensores que recopilan gran información», añade haciendo referencia a servicios de geolocalización como Foursquare, que recientemente podría haber despertado el interés inversor de Microsoft.

«Sin embargo, el ser humano trabaja desde hace mucho tiempo con estos métodos. El capitán Maury, en el siglo XIX, empleó millones de datos de libros de navegación de la Armada así como de barcos comerciales de EE.UU. y con la ayuda de un centenar de personas que él llamó 'ordenadores' consiguió predecir con acierto los vientos y las corrientes marinas», cuenta el autor, quien destaca que actualmente empresas como Google, Facebook, IBM o Amazon logran una gran fiabilidad gracias a estas recetas.

La privacidad

La explosión de estas herramientas ha creado lagunas e inseguridades, la mayoría de ellas relativas a la intimidad. «Si no quieres que se sepa, mejor que no estés haciéndolo», sugirió en su momento Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Mountain View. «Tenemos que ser conscientes de los lados oscuros y protegernos antes de que sea tarde», opina Mayer-Schönberger, quien asegura que la privacidad «en absoluto» está muerta en internet, aunque si requiere de una «actualización» de herramientas para protegerla.

Pero este «Gran Hermano» no queda solo en el ámbito privado. Edward Snowden, un exempleado de la CIA, puso en jaque a la Administración Obama al desvelar que el tío Sam había urdido una campaña de espionaje digital, resucitando el fantasma de la Policía Mental que Orwell describió en «1884». « El programa PRISM demuestra que gobiernos como el de EE.UU. entienden la importancia de los datos masivos y estas predicciones. Pero también demuestra que hay que poner salvaguardas para proteger la esencia de la humanidad», agrega.

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