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El Vaticano publica las respuestas del Papa a las polémicas preguntas sobre el sacerdocio femenino y la bendición de las parejas gais

El Dicasterio para la Doctrina de la Fe sube a la web la carta del Pontífice en julio que ha dado origen a las 'dubia' de los cinco cardenales

Víctor Manuel 'Tucho' Fernández: «La fe está polarizada, igual que la sociedad»

Víctor Manuel 'Tucho' Fernández en el consistorio del pasado sábado tras recibir el birrete cardenalicio de manos del Papa Francisco EFE
Javier Martínez-Brocal

Javier Martínez-Brocal

Corresponsal en el Vaticano

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Cinco cardenales están presionando públicamente al Papa para que tome posición «clara» sobre cuestiones controvertidas de doctrina y moral, entre ellas la bendición de parejas homosexuales y la ordenación de mujeres.

El 10 de julio escribieron a Francisco preocupados por «declaraciones de algunos obispos, que no han sido corregidas ni retractadas» y le solicitaron que aclarase cinco elementos de doctrina y moral. Un día más tarde, el Papa les envió una larga respuesta.

Como los cardenales entendieron que las «respuestas [del Pontífice] no han resuelto las dudas que habíamos planteado, sino que las han profundizado (...) nos sentimos obligados a volver a proponer, reformulándolas, estas preguntas a Vuestra Santidad (…) para que puedan ser respondidas con un simple 'sí' o 'no'». Al no haber recibido respuesta, a aquella segunda petición, este lunes las han hecho públicas con una «Notificación a los fieles», según explican, para que los católicos «no quedéis sujetos a confusión, error y desaliento».

«El Papa ya ha respondido a los 'dubia' de estos cardenales. Ellos no han publicado la respuesta del Santo Padre, que a pesar de sus muchas ocupaciones se había tomado el trabajo de responderlas», ha explicado a ABC el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández. «En lugar de publicar esas respuestas, ahora hacen públicas nuevas preguntas, como si el Papa fuera su esclavo para los mandados», lamenta.

Por sorpresa, a diferencia de lo que suele ser habitual, el Vaticano ha reaccionado con rapidez y el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha hecho pública a primera hora de la tarde la larga respuesta que les envió el Papa el 11 de julio, con su respuesta a las cuestiones. La publicación de ese documento de 8 folios ha sido un golpe de efecto.

«Si bien no siempre me parece prudente responder a las preguntas dirigidas directamente a mi persona, y sería imposible responderlas a todas, en este caso me pareció adecuado hacerlo debido a la cercanía del Sínodo», les escribe el Papa.

Sobre la bendición de parejas homosexuales

Respecto a la posibilidad de dar una bendición a parejas homosexuales, el Papa les respondió que la Iglesia sólo llama 'matrimonio' a la «unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos», y que «otras formas de unión solo lo realizan de modo parcial y análogo por lo cual no pueden llamarse estrictamente matrimonio». «Por esta razón la Iglesia evita todo tipo de rito o de sacramental que pueda contradecir esta convicción y entender que se reconoce como matrimonio algo que no es», explica.

Avisa de que, a pesar de esto, «en el trato con las personas no hay que perder la caridad pastoral que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes, pues la defensa de la verdad objetiva no es la única expresión de esa caridad que también está hecha de amabilidad, de paciencia, de comprensión, de ternura, de aliento».

Sobre la bendición de parejas homosexuales

Se debe «discernir si hay formas de bendición, solicitadas por una o varias personas, que no trasmitan una concepción equivocada del matrimonio»

Papa Francico

Aventura que la prudencia pastoral puede llevar a «discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio, porque cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor».

El Papa aclara que esas «decisiones no necesariamente deben convertirse en una norma» y que «no es conveniente que una diócesis, una conferencia episcopal, o cualquier otra estructura eclesial habilite constantemente de modo oficial procedimientos o ritos para todo tipo de asuntos, ya que todo que lo que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una norma porque esto daría lugar a una casuística insoportable».

Sacerdocio femenino

En cuanto a la posibilidad del sacerdocio femenino, que Juan Pablo II descartó con una «declaración definitiva», Francisco explica a los cinco cardenales que «la función sacerdotal es jerárquica pero no debe entenderse como una forma de dominio, sino que está totalmente ordenada a la santidad de los miembros de la Iglesia».

Además, reconoce que «no se ha desarrollado exhaustivamente una doctrina clara y autoritativa acerca de la naturaleza exacta de una 'declaración definitiva'. No es una definición dogmática, y sin embargo debe ser acatada por todos, nadie puede contradecirla públicamente y sin embargo puede ser objeto de estudio, como es el caso de la validez de las ordenaciones en la comunión anglicana».

Los cardenales a los que se dirigía la respuesta del Papa, sólo 5 de los 242 purpurados son el alemán Walter Brandmüller (94 años), el estadounidense Raymond Leo Burke (75), el mexicano Juan Sandoval Íñiguez (90), Robert Sarah (78), de Guinea Conakry, y Joseph Zen Ze-kiun (91), de Hong Kong.

Otras tres preguntas

Los cinco purpurados también le preguntan «si la Revelación Divina debe reinterpretarse según los cambios culturales de nuestro tiempo y según la nueva visión antropológica que estos cambios promueven».

El Papa Francisco responde que «la respuesta depende del significado que ustedes den a la palabra 'reinterpretar'. «Si se entiende como 'interpretar mejor' la expresión es válida», pues la Iglesia «madura también en la comprensión de lo que ella misma ha afirmado en su Magisterio», explica. «Los cambios culturales y los nuevos desafíos de la historia no modifican la Revelación, pero sí pueden estimularnos a explicitar mejor algunos aspectos de su desbordante riqueza que siempre ofrece más», escribe.

Pone el ejemplo de «algunas intervenciones magisteriales que toleraban la esclavitud» apoyándose en la Biblia o «algunas consideraciones del Nuevo Testamento sobre las mujeres», y recuerda que «los textos de las Escrituras como los testimonios de la Tradición necesitan una interpretación que permita distinguir su substancia perenne de los condicionamientos culturales».

Le preguntan también si «la Iglesia es sinodal por naturaleza», cuando hasta ahora «la autoridad suprema y plena de la Iglesia es ejercida tanto por el Papa en virtud de su oficio como por el colegio episcopal junto con su cabeza el Romano Pontífice». «Con estos 'dubia' ustedes mismos manifiestan su necesidad de participar, de opinar libremente y de colaborar, y así están reclamando alguna forma de 'sinodalidad' en el ejercicio de mi ministerio», les responde el Papa con un poco de ironía.

El último «dubia» es sobre su «insistencia en el deber de absolver a todos y siempre, de modo que el arrepentimiento no sería una condición necesaria para la absolución sacramental». Se refiere a las ocasiones en las que quien se confesa «no tiene la intención de no pecar más».

«Aquí no hay matemáticas y el confesionario no es una aduana. No somos dueños, sino humildes administradores de los sacramentos que alimentan a los fieles», responde. «Hay muchas maneras de expresar el arrepentimiento, y el sólo hecho de acercarse a la confesión es una expresión simbólica de arrepentimiento y de búsqueda de la ayuda divina», recuerda. Luego cita a Juan Pablo II, quien dijo que «la previsibilidad de una nueva caída 'no prejuzga la autenticidad del propósito' (de no pecar más)».

Ocho folios, pero a los cinco purpurados, no les pareció suficiente.

En el contexto del sínodo

El Papa inaugurará el sínodo el próximo miércoles 4 de octubre. Hasta el día 29 de este mes, unas 400 personas, la mayoría obispos, pero también laicos, sacerdotes y religiosas protagonistas de las Iglesias de varios continentes, intercambiarán impresiones sobre cómo gobernar la Iglesia de un modo «sinodal».

Exponentes de los sectores más polarizados de la Iglesia, tanto liberales como conservadores, están cobrando protagonismo en los días previos al inicio del sínodo, con ruedas de prensa, protestas y gestos simbólicos como ha sido la publicación este lunes de los 'dubia'. Por un lado, protagonistas de corrientes liberales viajan a Roma deseando obtener cambios en cuestiones morales, como algunos elementos de acogida de personas LGBT o de descentralización de la Iglesia; por otro, otras personas de sensibilidad conservadora están interviniendo activamente para evitar que con la excusa del sínodo se introduzcan cambios relevantes en el Magisterio católico.

Aunque ambos extremos están en minoría, están consiguiendo ser lo suficientemente ruidosos como para eclipsar el trabajo sereno y constructivo de la mayoría de los 365 participantes con voz y derecho a voto.

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