Los olvidados de Aldaia: «Estamos desnudos frente al barranco»

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Helena Cortés

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«Estamos abandonados, enterrados en vida y veíamos que ni siquiera estábamos visibilizados», lamenta María José. Su casa está en una de esas vías que han quedado intransitables por la acumulación de objetos enfangados que sacan de las viviendas. Ni los recuerdos han podido salvar. Afortunadamente, el día de la inundación pudo refugiarse en su buhardilla: «Hemos sobrevivido gracias a nuestras redes de apoyo. Yo estoy viviendo con mi madre, que tiene un primer piso que no ha quedado destrozado como el patio». Aunque esta aldaiense está recién operada de la mano, incluso con el vendaje sigue vaciando su hogar: «El centro de salud está inutilizado. El punto sanitario está al lado del ayuntamiento, pero los médicos voluntarios que pasan me han dicho que tienen que limpiarme bien la herida, pero no puedo desplazarme», lamenta.

Mientras charla, varios grupos de jóvenes pasan por los balcones y las casas más afectadas ofreciendo agua embotellada y comida a los vecinos. También la ONG del chef José Andrés, World Central Kitchen, está en la localidad repartiendo comida ya preparada. «Los dos primeros días nos sentimos muy solos. La gente se pregunta si nos llega ayuda, pero es sobre todo de las redes locales», lamenta María José. Ahí sí, Aldaia no es una excepción: aunque ya hay bomberos y algunos militares, los vecinos asumen orgullosos eso de que el pueblo salva al pueblo.

Lo saben bien en la Asociación Cultural Andaluza de Aldaia, convertida en un abarrotado centro de recepción de ropa, comida y productos de higiene donde ya casi no tienen tiempo ni de clasificar el aluvión de productos que han recibido. «Estamos esperando tres camiones más. Queremos llevarlo también a las urbanizaciones más alejadas», comenta una de las voluntarias.

Cada comercio en esta ciudad de poco más de 30.000 habitantes es un punto improvisado de ayuda. A las puertas de la farmacia menos afectada del pueblo, hay un puesto con potitos para bebés. Su dueño, que ha podido salvar parte de la mercancía, se considera afortunado entre sus compañeros de profesión, aunque no puede ni dispensar medicamentos normalmente ni cobrar. Los ordenadores están inservibles. Al menos, vuelven a tener parte de alumbrado público.

«Nos ha llegado ayuda pero necesitamos más. Necesitamos maquinaria pesada y para retirar los muebles y los enseres de las calles, los vecinos están limpiando sus casas, pero en algunos sitios aún el agua no tiene la presión adecuada y no podemos ni limpiar», reconoce el alcalde de Aldaia. Aunque de momento y oficialmente en el municipio contabilizan seis fallecidos, Luján es cauteloso ante lo que pueda pasar en Bonaire. «Hay mucha incertidumbre sobre ese párking. Hay que ser muy prudentes porque es un tema muy duro y muy sensible», sostiene. Por eso, ni se atreve a dar una cifra de desaparecidos. «Solo quiero reiterar que necesitaremos ayuda y no solo ahora, porque tenemos que volver a empezar», asume el regidor.

Todo es gratitud en Aldaia: «Gracias por ponernos en el mapa», lamenta entre sollozos a ABC una vecina. Algo está fallando cuando el consuelo está solo en ser escuchados.