España y Portugal lideran una mortalidad inesperada en Europa
Los expertos apuntan a la combinación de la pandemia y sus consecuencias con el efecto del cambio climático y el aumento global de temperaturas
La UCI del Hospital Gregorio Marañón durante el invierno de 2020
Un cóctel explosivo formado por el Covid-19 sumado a su efecto en los sistemas de salud nacionales, el aumento en la circulación de otros virus y las consecuencias directas e indirectas del aumento global de las temperaturas están dejando este 2022 un exceso de ... muertes que no se explica en base a ningún factor concreto o por sí mismo. Con un total de seis millones y medio de muertes desde que apareció el nuevo virus, el mundo asiste ahora a unos niveles de defunciones similares a los de 2020, pero esta vez para buscar al culpable no hay que mirar a Wuhan.
En Europa, el exceso de fallecidos es del 6,2%, con datos de junio de 2022, los últimos actualizados por Eurostat. Pero entre estos destaca la península ibérica, con Portugal reportando un exceso del 23,9% y España en segundo lugar con el 16,7%. Pero también Estonia, Suiza, Grecia, Austria, Países Bajos, Noruega, Alemania o República Checa reportan mortalidades que superan en un 10% lo que se podría esperar para estas fechas.
Solo en el mes de julio, en España fallecieron 11.233 personas más de lo esperado, de las que 2.201 se podrían explicar por las altas temperaturas, según el último informe actualizado del sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo). El total de muertos inesperados en lo que va de año asciende hasta las 30.479 personas, casi la mitad del exceso que dejó el primer año de pandemia.
Un verano de récord
«Hay que diferenciar la mortalidad por calor de la que se produce por ola de calor, con sus efectos directos e indirectos al encontrarnos en una situación de cambio climático», expone a ABC Julián Domínguez, miembro de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene. De hecho, el verano de 2022 en España ha batido récord de días de calor extremo, con un total de 42 jornadas -prácticamente la mitad- bajo situación de ola de calor, según ha confirmado esta semana la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Estas jornadas multiplican por 7 el promedio que se registró entre 1981 y 2010 -6 días de media- y triplican el de la última década, de 2011 a 2020 -14 días de media-.
«En España, la temperatura media ha aumentado más de un grado en los últimos 60 años. Quizás parece insignificante, pero nunca antes la velocidad de ese aumento había sido tan rápida. La crisis climática tiene consecuencias en todos los ámbitos, desde la biodiversidad a la economía, y también afecta a la salud de forma directa e indirecta», apunta Maira Bes, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Navarra.
En este contexto, con la población europea envejecida y más vulnerable al cambio climático, «la mortalidad relacionada con el calor se ha incrementado un 33% en 2018 respecto al año 2000», añade Domínguez. Según este experto, a los riesgos propios de los países del norte de sufrir inundaciones y de los del sur sequías extremas con incendios, hay que añadir las primaveras más largas, que propician condiciones ambientales favorables para la transmisión de enfermedades por mosquitos y garrapatas, como es el dengue, el chikungunya o la fiebre del Nilo.
En Europa el exceso de fallecidos supera el 6%, aunque hasta diez países reportan una mortalidad superior al 10%, con Portugal (24%) a la cabeza
Además, los fenómenos meteorológicos graves extremos, como las recientes inundaciones producidas en Pakistán, son el caldo de cultivo perfecto para que se propaguen con mayor velocidad enfermedades infecciosas, incrementando también la inseguridad alimentaria en las poblaciones más vulnerables.
Sobre la razón de estos excesos de fallecidos actuales, apunta Bes a una «consecuencia multifactorial» que va más allá del efecto de las altas temperaturas: aumento de las patologías psiquiátricas, del síndrome del quemado en personal sanitario, de la carga de cáncer o la aparición de enfermedades cardiovasculares y crónicas que han quedado desatendidas en los últimos dos años.
Más allá de los efectos directos del clima, hay que tener en cuenta lo que ocurre con las infecciones cuando se cruzan con otras enfermedades como las anteriores, que precipitan en muchos casos la muerte de quien las sufre. «Los golpes de calor, sobre todo en personas mayores con problemas, pueden ser determinantes», añade Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Microbiología en la Universidad CEU San Pablo. En cuanto a las enfermedades crónicas, antes de la pandemia, recuerda Nistal que «se controlaban de manera asidua, en consulta», ajustando la dosis de medicación necesaria, y muchas quedaron desatendidas. Tras monitorizar mejor los datos disponibles ahora, hay que retomar, «con la mayor brevedad posible», los testeos rutinarios relacionados con el cáncer, añade el virólogo.
Preocupación compartida
En Reino Unido la situación es similar a la que atraviesa Europa. Allí, un exceso de muertes de origen inexplicable y de alrededor de un 10% desde el pasado mes de abril preocupa a las autoridades sanitarias. Según la Oficina Nacional de Estadística con datos hasta el 12 de agosto, Inglaterra registró 9.670 muertes, de las que 878 no eran esperables, un 10% por encima del promedio de los pasados cinco años. Lo mismo ocurrió en Gales en el mismo período, donde se registraron 661 muertes, incluidas 73 en exceso, un 12% por encima de la media del último lustro. En total, entre abril y agosto de este año se han producido unas 22.500 muertes más de las esperadas en Reino Unido, y aunque no se conocen las causas, se barajan algunas posibilidades como las olas de calor, el Covid-19, el envejecimiento de la población, las enfermedades circulatorias y la diabetes.
Michael Murphy, de la London School of Economics, consideró que «es muy probable que esté sucediendo algo sustancial». «El análisis está en curso, pero las primeras investigaciones sugieren que las enfermedades circulatorias y la diabetes pueden ser en parte responsables del exceso de muertes», declaró por su parte un portavoz del Departamento de Salud y Atención Social a 'The British Medical Journal', y añadió que «estos últimos resultados enfatizan la importancia de la gestión activa del riesgo cardiovascular, ya que hay evidencia de que muchas muertes cardiovasculares son potencialmente prevenibles».
Algunos expertos señalan también como posibles causas los efectos de la pandemia, que ha provocado graves retrasos en los controles de rutina de muchos pacientes y en el diagnóstico de enfermedades. Además, la crisis del NHS, el sistema nacional de salud, incluye otros problemas como las largas esperas en el servicio de ambulancias y en la atención de emergencias en general.
Stuart McDonald, del think tank 'UK in a Changing Europe' y fundador y presidente del Covid-19 Actuaries Response Group, que reúne a epidemiólogos y expertos en salud pública, advirtió que «con una pérdida de vidas tan grande, el deseo de señalar las causas subyacentes es comprensible, pero debemos tener cuidado de no ser demasiado simplistas en nuestras explicaciones». El experto detalló que «las causas cardiovasculares muestran un importante exceso de mortalidad. Por ejemplo, enfermedades del corazón, insuficiencia cardíaca y enfermedades circulatorias» y «las muertes por diabetes, dolencias del sistema urinario y las infecciones respiratorias también son elevadas, aunque para estas últimas la mayor parte del exceso se debe al Covid» mientras que «otras causas importantes de muerte, incluidos el cáncer y la demencia, se encuentran en los niveles normales o por debajo».
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Y aunque explica que son «necesarios más datos» y que se necesita «un trabajo urgente para comprender completamente la raíz» del problema, una hipótesis apunta a que el exceso se debe a una combinación del «riesgo cardiovascular elevado después de la infección por Covid-19», a los «retrasos actuales para el tratamiento urgente en el NHS» con «tiempos de espera para las ambulancias y para la admisión en urgencias extremadamente altos (el tiempo medio de respuesta de las ambulancias para llamadas de categoría 2, por ejemplo, accidentes cerebrovasculares o ataques cardíacos, fue de 59 minutos en julio, frente a un objetivo de 18 minutos)» y a que «la pandemia provocó una interrupción significativa en los nuevos diagnósticos, así como en el tratamiento de afecciones crónicas». Actualmente, «6,7 millones de personas están en listas de espera del NHS para atención no urgente, más del 50 % que antes de la pandemia».
Con el fin del verano llega así un nuevo reto para las autoridades sanitarias mundiales: descifrar y frenar cuanto antes el aumento inexplicable del número de fallecidos.