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Taizé convierte a Madrid en una Babel de lenguas y religiones

Cerca de 15.000 jóvenes participan estos días en una experiencia ecuménica inédita en el mundo

Más de 15.ooo jovenes se encuentran en Madrid para participar en el encuentro europeo de la comunidad de Taizé Maya Balanya

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La familia Maza está acostumbrada al alboroto. Tienen tres hijos y un niño en acogida. Pero este viernes su casa en el madrileño barrio de Aravaca era un ir y venir de tentempiés para dar la bienvenida a un grupo de jóvenes polacas y valencianas que han llegado a la ciudad para participar en una experiencia ecuménica inédita en el mundo : el encuentro anual de la comunidad de Taizé. Cerca de 15.000 jóvenes de distintas confesiones cristianas y procedentes de toda Europa desembarcaron este viernes en la capital de España para participar hasta el 1 de enero en esta «peregrinación de confianza a través de la Tierra», iniciada por el hermano Roger, fundador de Taizé, a finales de los años 70.

Este religioso protestante de origen suizo decidió poner en marcha estos encuentros europeos después de ver que muchos de los jóvenes que pasaban por el monasterio de Taizé en Francia no sabían cómo continuar esa experiencia de fe cuando regresaban a sus hogares. Para apoyarles y poder acompañarles en sus ciudades y parroquias de origen la comunidad de Taizé comenzó a convocar estos encuentros anuales multitudinarios en diferentes ciudades europeas al final de cada año, entre Navidad y Nochevieja. Con el de Madrid ya son 41.

«La participación en este encuentro no está limitada a quienes han estado en Taizé», explica Luis Maza, que acoge a cuatro jóvenes polacas en su casa. Algunas de ellas nunca habían participado con anterioridad en este encuentro interreligioso, al que asisten ortoxodos, católicos, protestantes y anglicanos. «Una amiga me habló de Taizé y quise probar, vivir una experiencia con gente que tiene otra religión y poder hablar sobre cómo es su vida», comenta Justyna Jeliriska, una joven de 19 años llegada de la localidad polaca de Gdansk (al norte del país).

La familia Maza acoge a un grupo de jóvenes polacas Guillermo Navarro

Precisamente la gran aportación de la comunidad de Taizé a las iglesias cristianas es la experiencia de fraternidad y comunión. «Yo soy católico pero lo bonito de Taizé es que encuentras mucha gente diferente y muchas maneras de vivir la espiritualidad . A pesar de esas diferencias, descubres que hay muchas cosas en común. Que la diferencia es una riqueza», explica Luis, que ha estado varias veces en el monasterio de Taizé, junto a su mujer y sus hijos.

Espacio de encuentro

Para muchos jóvenes esta comunidad ecuménica se ha convertido en un verdadero «espacio de acogida, escucha y encuentro». «Es muy interesante poder rezar con jóvenes de otros países y darnos cuenta de que compartimos la misma fe», afirma María, una joven valenciana de 16 años.

Durante estos cinco días, los jóvenes se integrarán en las parroquias, donde participarán de numerosos talleres sobre la fraternidad entre los pueblos, la paz, la comprensión de la fe y el compromiso social. Por las noches, sobre las 19:30 h., se reunirán a rezar en Ifema. La comunidad de Taizé es la única congregación ecuménica del mundo, en la que conviven un centenar de frailes de todas las confesiones cristianas , procedentes de una treintena de países, y que cada año acogen en el monasterio de la Bretaña francesa a miles de jóvenes que acuden a orar por la unidad de los cristianos.

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