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ESPECIAL COLEGIOS

La revolución digital tiende puentes hacia el futuro sin dinamitar el presente

Colegios, profesores y alumnos incorporan las nuevas tecnologías a las aulas, pero a ritmos muy distintos según cada centro

Daniel Caballero

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Tablets, pizarras digitales, recursos electrónicos, trabajo en la nube... La educación española no quiere quedarse atrás en innovación. La tecnología ya ha inundado todas las esferas de la sociedad y los colegios no son una excepción. Centros, profesores, empresas y familias son conscientes de que esta es una revolución que hay que asumir, al tiempo que las compañías demandan cada vez más perfiles adaptados al mundo del mañana. Por ello, el inicio ha de estar –dicen– en el primer escalafón vital: los niños.

«Los más pequeños ya interactúan de una manera espontánea y natural con ordenadores, tablets y “smartphones” en su vida diaria, y el entorno educativo no puede permanecer ajeno a este cambio», dice Pablo Lara, presidente del Clúster Edutech. Un cambio que ya se está produciendo de manera imparable, aunque a distintas velocidades. Lara señala que el grado y modelo de adopción «ha sido muy heterogéneo» en función de las características de cada centro. Es decir, según su capacidad económica, el proyecto de cada colegio, la formación del profesorado y el liderazgo de la dirección en este sentido.

Durante años –cuentan los expertos– ha calado en la sociedad como un mantra que la educación española desdeña la tecnología y está a la cola. Y es justo lo contrario. «Hay una predisposición muy alta al uso de nuevas herramientas y plataformas y a innovar», afirma Marc Sanz, responsable de Google for Education para el Sur de Europa, Oriente Medio y Norte de África. Desde Microsoft Ibérica, su responsable de Educación, Ainhoa Marcos, también pone en valor que «el sector educativo es cada vez más consciente de que la educación tiene que ir acorde a los requerimientos de la sociedad y debe transformarse y adaptarse a entornos cada vez más digitalizados». Dos de las compañías punteras a nivel mundial resaltan, al unísono, la voluntad de nuestro país por estar a la vanguardia; una necesidad que para nadie pasa desapercibida.

Innovaciones del día a día

Aunque sea en los colegios privados donde la innovación tiene mayor presencia, poco poco se está implementando ya en todo tipo de centros. Los ordenadores están ya presentes en gran parte de las aulas e, incluso, trabajan con recursos electrónicos que provienen de los propios libros de texto. «El aprendizaje digital y personalizado transformará la educación en los dos o tres próximos años. Las editoriales educativas son también un pilar clave en el proceso», asegura Marcos.

Por lo pronto, el trabajo colaborativo y en la nube gana cada vez más adeptos. Herramientas como Google Classroom u Office 365 Microsoft Teams son una realidad en la educación española, pero sus creadores no abogan por una «dictadura» de la tecnología en las aulas. Es más, la consideran como un apoyo. Sanz recalca que «lo importante no es la tecnología» ya que «no está para sustituir al profesor sino para extender sus brazos y ayudar a hacer su trabajo mejor. El profesor sigue siendo el experto a nivel pedagógico». Y prosigue con que «no es la herramienta de Google la que dice que hay que hacer la clase distinta sino que encaja con las necesidades de la transformación digital» . Los profesores no están por desaparecer en los colegios –se esfuerzan en repetir–, ni lógicamente ellos aspiran a que eso suceda.

De esta manera, su principal objetivo –aseguran– es facilitar el trabajo de los docentes, que a menudo pierden tiempo en labores que gracias a la tecnología podrían realizarse más rápidamente. Y, además, valoran las innovaciones como trabajar en la nube como una palanca que impulsa la comunicación entre profesor y alumno. Tal es así que desde Google for Education constatan que gracias a sus herramientas ayudan a los niños con más problemas para interactuar o relacionarse a que lo hagan de manera más activa y sencilla.

En ese intento de combinar metodologías de estudio, Lara, del Clúster Edutech, defiende que «el éxito del modelo pasa por combinar aquellos aspectos más positivos de lo tradicional con aquello que ofrece el universo digital». Pero no todo vale, sino que los expertos abogan por adaptar cada disciplina a la innovación que más le convenga. «Un niño no puede utilizar la misma herramienta para memorizar las fechas de la Revolución Francesa que para trabajar la creatividad, la comunicación o la colaboración», dicen desde la organización.

Tecnología y diversidad

Incluso, la tecnología se posiciona como una fuente de ayuda para los niños con problemas en el aprendizaje. Al tiempo que la responsable de Microsoft Ibérica cita que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en más de 1.000 millones las personas con algún tipo de discapacidad, defiende un uso de la tecnología que apoye a este colectivo. Porque, además, hay dificultades «invisibles» que trascienden más allá de lo físico y que suponen en torno a un 7% del total –déficits de atención o trastornos de personalidad, por ejemplo–. Ante ello, los responsables de las compañías señalan que pueden ayudar a solucionar ciertos problemas en las aulas haciendo más accesible el conocimiento. En otras palabras, que la tecnología puede convertirse en un trampolín que mitigue las barreras.

Sin embargo, sí que hay escollos insalvables hoy día. No dentro de las aulas, sino a nivel político y de sistema. El Clúster Edutech critica que apenas un 4% del PIB se destina a educación –y no precisamente a «programas de calidad»– por parte de la administraciones, además de denunciar «unos intereses políticos de corto plazo que nada tienen que ver con la mejora educativa». E incide en que la industria tradicional, por momentos, muestra sus reticencias a avanzar. «Le cuesta adaptarse a la nueva situación y lucha exclusivamente por mantener de manera artificial el protagonismo de los sistemas tradicionales», comenta Lara, quien, pese a ello, les tiende la mano.

En la colaboración entre los distintos actores está la virtud –dicen todas las fuentes consultadas–, en pos de beneficiar a los más pequeños tanto a nivel de aprendizaje como de ocio. De hecho, ahora, los métodos son infinitos; prueba de ello, por ejemplo, es el Minecraft Education Edition, una versión del famoso videojuego con la que se educa a los niños mientras estos se divierten. Todo sea por «construir» una educación mejor y adaptada al mundo del mañana.

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