Un padre descubre, 24 años más tarde, que su hija fue concebida con el esperma de un desconocido

Joseph Cartellone descubrió que no estaba biológicamente relacionado con la mujer que creía que era su hija, Rebecca , después de que ella le regalara, tanto a él como a su esposa, un kit para realizarse la prueba de ADN, algo que se ha extendido en los últimos años como manera de conocer los orígenes de cada persona. «Nunca habría imaginado que un regalo de Navidad revelaría algo tan grave», dijo el hombre, de 61 años. En sus propias palabras, es «difícil explicar el shock y la agonía...», una mezcla, según describe, de «ira, dolor y confusión» al aceptar la noticia y tener, además, que contárselo al resto de su familia.

Según una investigación, el padre biológico de Rebecca podría ser un trabajador del Hospital Christ en Mount Auburn (Cincinnati), donde acudieron en busca de ayuda para poder tener un bebé allá por el año 1993. De momento, la familia ya ha demandado al hospital y el Instituto que se encarga de la salud reproductiva, «para buscar respuestas en todo lo que rodea el tema, así como subsanar los daños emocionales sufridos».

Este tipo de clínicas ayudan a las parejas que intentan tener hijos fertilizando el óvulo de la mujer en un laboratorio para, más tarde, implantárselo de nuevo en el útero. «El vínculo biológico que creían que existía era una mentira», reza la demanda, que considera roto el contrato por el que se comprometían a implantarle el óvulo fecundado con el esperma del marido. El bufete de abogados que defiende a la familia estima que una de cada diez mujeres busca ayuda para poder concebir, y se traduce en 69.000 nacimientos al año.

Pero esta historia no es nueva en un país en el que, al parecer, se cometen numerosas negligencias en este tipo de clínicas, que incluyen la pérdida de óvulos y embriones debido a negligencias en el labotatorio y a una implantación por error con los embriones de otra pareja, lo que provocó que tuviera que entregar a un par de gemelos después de haberlos dado a luz .

«Nuestra historia es solo un ejemplo de muchos otros abusos cometidos por la industria de las clínicas de fertilidad y simplemente me cabrea... porque estamos hablando de vidas», dijo Cartellone. «Estas clínicas deben rendir cuentas y deben sufrir consecuencias reales por sus acciones... Necesitamos alguna regulación de sentido común en esta industria», añade.