Covid-19, ¿cómo llegaste?

Dos puntos de referencia resultan imprescindibles para este análisis. Uno, la comparación de su genoma con otros coronavirus. El SARS-CoV surgido en 2002 y el MERS que apareció en 2012, comparten similitudes en cuanto a la proteína S, que le permite fijarse a la célula humana, pero su homología genómica es menor del 75%. En cambio, con alguno de los coronavirus que alberga el murciélago resulta altamente homólogo (más del 96%). El otro punto de referencia nos remite irremediablemente al escenario ecológico fundamental donde comenzó todo: la ciudad china de Wuhan, con su mercado Huanan de animales vivos , incluso con su instituto de investigación que alberga una gran colección de coronavirus.

Los coronavirus evolucionaron a lo largo de siglos, pero su salto zoonótico (desde animales) a la especie humana parece mucho más reciente. Como recoge la revista científica Immunity, el murciélago, como reservorio natural de coronavirus adaptados a vivir en este animal, es también el origen del virus que nos afecta. No se ha podido establecer con seguridad si hay un animal intermediario, pero tampoco cabe descartar su evolución directa en el ser humano, cuando algún predecesor infectara a una persona comenzando su transmisión entre humanos. En las poblaciones rurales chinas próximas a refugios donde hiberna el murciélago se encuentran anticuerpos frente a coronavirus. Su desplazamiento a zonas urbanas, podría estar facilitando la generación de un nuevo escenario para la emergencia de virus zoonóticos , que iniciaran micro-brotes epidémicos que pudieran llegar a pandemias. Los expertos más autorizados no creen probable que el SARS-CoV-2 sea un escape accidental del laboratorio de investigación, aunque no lo ven descartable. Avanzar en los detalles de la emergencia de COVID-19 es esencial para controlar futuros episodios de esta naturaleza.