Cerrajeros, el último escollo del desahucio

Rehúye decir el nombre de su negocio. Por falta de interés, dice; aunque parece que lo hace por exceso de prudencia o por miedo a ser visto como beneficiario de la desgracia ajena . Reconoce sin atisbo de remordimiento que las ejecuciones hipotecarias han sido «bien recibidas por su negocio». Cada desahucio es una puerta , una cerradura, una oportunidad de hacer caja.

- Nosotros no somos los malos, ni la Policía tampoco. Es nuestra profesión.

- Pero cuando llega a casa, ¿no se plantea cómo viven los desahuciados?

- Mire... No. Si lo pienso, no trabajo, y si no trabajo, voy yo detrás.

Es un trabajo como otro cualquiera. Lo dice alguien que ha aprendido a reventar puertas a diario, sin conocer la historia de una familia que pierde a su casa a medida que él arranca el cerrojo.

" La policía te llama, vas, abres, quitas, pones y cierras ". La maniobra ronda los 60 euros, cerradura nueva no incluída. Sume a la factura los complementos y otros factores imprevistos. El desplazamiento, la urgencia de la llamada, el trabajo en días festivos, la dificultad del servicio. La historia cambia si hay menores. "Si van los servicios sociales y demuestran que hay niños dentro en la casa, no podemos hacer nada".

Daniel se anuncia en la página Cerrajeros Rápidos de Madrid . Quizás eso justifique la brevedad con la que describe su trabajo. La profundidad de sus explicaciones es inversamente proporcional al número de pegatinas de cerrajeros que podrían encontrarse en la puerta de un garaje.

Cerrajeros Rápidos de Madrid pertenece a la Unión de Cerrajeros de Seguridad (UCES), una asociación profesional con un código deontológico propio. Se trata de una lista de normas y consejos que garantizan la profesionalidad de sus miembros y cumplen una doble tarea de protección: «Protegen a los usuarios y también a los cerrajeros», explican desde la UCES, «es una manera de evitar que algunos trabajen de forma poco honrada».