Jaime Montalvo: «Nunca pensamos ver en España niños que comiesen una vez al día»

-Evidentemente. Hoy los españoles no entenderían que diésemos la espalda a una situación de pobreza, desarraigo y marginación como la que vivimos. No podíamos dejar de estar presentes en nuestro país. Este curso hemos puesto en marcha un proyecto de atención a la infancia en 20 centros educativos, para más de 6.500 alumnos, con el que atendemos necesidades alimenticias y educativas de niños de familias en riesgo de exclusión social en ocho localidades de seis comunidades autónomas.

-¿Qué necesidades han observado?

-En España se empieza a ver algo que creíamos que solo afectaba al Tercer Mundo. Nunca pensamos que habría niños que comiesen una vez al día en nuestro país, y los hay. En muchas grandes ciudades tenemos pequeños subalimentados. El problema es que a las familias le cuesta mucho reconocerlo, tienen un gran pudor a la hora de pedir ayuda y se tienen que gestionar estas situaciones con mucha delicadeza, a través de los educadores. No estábamos preparados para una crisis como esta.

-¿Y a ustedes, les ha afectado?

-Como a todos. Hay mucha gente que llama para decirnos que no pueden pagar pero que les gustaría seguir colaborando de otra manera. Y también hay quienes con pocos recursos se apuntan; gente joven mileurista o pensionistas. Es muy estimulante y muy ilusionante ver cuántas personas cierran filas con la solidaridad en estos tiempos. Lo mejor de nuestra sociedad está dando un paso adelante, con menos medios que nunca pero más potente que nunca. Está enseñando que un país se construye desde el trabajo y la solidaridad. El objetivo de una sociedad debe ser que el bienestar alcance al mayor número posible de personas, no que todos los botones lleguen a ser presidentes de su empresa. La clave está -sonríe- en más Platón para los niños. Por eso trabajamos con acciones de refuerzo educativo y de educación en valores a través del programa « Ahora toca …», o de « Wedu y su panda solidaria», para que los niños apadrinen niños.

-¿Cuáles son los pilares de una ONG?

-La humildad y el respeto. Nosotros solo somos medios instrumentales para canalizar la solidaridad, un instinto nobilísimo del ser humano. Pero muchas ONG de Europa han sido herederas del despotismo ilustrado. El pensamiento era que, nosotros, el primer mundo, somos muy listos y aquellos que necesitan ayuda, unos pobres desgraciados. Pero el protagonismo debe recaer en las propias comunidades y en los ciudadanos. Las ONG debemos tomar conciencia de que nuestra dignidad se fundamenta en la reivindicación de la dignidad de los demás. Si un país pasa hambre, ese drama nos tiñe de indignidad a todos. Hay otro aspecto esencial, la eficacia y la transparencia. El trabajo debe subordinarse a los objetivos y no al revés. En España tenemos un exceso de ONG, pequeñas y fragmentadas. Le doy un dato, el 80 % dependen en un 85 % de presupuesto público.

-¿De qué se siente orgulloso?

-En un pueblo de Perú, un campesino me dijo una vez: «estamos con Ayuda en Acción porque nos respeta». Si la gente percibe respeto, la respuesta es colosal. Créame, no se puede encontrar una sociedad más justa que la que nace del respeto. Ahora bien, una de las cosas que más me ha impresionado fue ver cómo un niño colombiano de 17 años, testigo de una matanza horrenda, en la que familiares y vecinos fueron degollados y sus cabezas utilizadas por los asesinos para jugar al fútbol, después de participar con nosotros en un proyecto, improvisó para las autoridades presentes un discurso como jamás había oído, sin atisbo de rencor alguno. Eso te carga de una ilusión que no tiene precio.