Seminarios a la carta

La escasez de vocaciones ha empujado a la Iglesia a rediseñar el funcionamiento de estos centros de formación

Seminarios a la carta FRANCIS SILVA

p.d.a./l. daniele

A sus 15 años Vicente está hecho un lío. Como cualquier adolescente duda sobre qué camino recorrer en la vida. «Tal vez estudie Medicina», comenta mientras su madre, Carmen, sonríe a su lado. Tiene claro que quiere ayudar a la gente, pero baraja ... varias opciones. Incluso la de ser sacerdote . Estos días ha participado en el encuentro de verano del seminario menor de la diócesis de Málaga , una cita donde 60 jóvenes desde los 10 a los 18 años conocen los distintos estados de vida que hay en la Iglesia.

Álvaro Naranjo es otro de los jóvenes que ha participado en esta iniciativa que durante el resto del año se ciñe a un encuentro mensual y un contacto permanente con monitores que les asesoran y se preocupan por ellos. Y es que el seminario menor es también una escuela de valores donde las familias encuentran un apoyo para la educación de sus hijos. Álvaro lleva más de seis años participando en estas actividades, que define como «una ayuda espiritual que recibo cada mes» . Al igual que Vicente se plantea el ingresar en el seminario mayor cuando cumpla los 18 años, pero entiende que aún tiene que «descubrir lo que el Señor quiere que haga en la vida».

La escasez de vocaciones sacerdotales ha empujado a los obispos a replantearse el funcionamiento de los seminarios menores. «Algunas diócesis optaron por cerrar la parte académica y enviar a los seminaristas a otros colegios o poner en marcha iniciativas como los ‘seminarios en familia’, donde los jóvenes viven en su casa con sus padres y participan en las actividades que organiza el seminario», explica el rector del Colegio Español de Roma y hasta hace una semana secretario de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades, el padre Ángel Pérez Pueyo. Es el caso del seminario diocesano de Málaga. Su rector, Javier Guerrero, confiesa que una de las principales satisfacciones de su labor es «comprobar la evolución de los jóvenes y ver cómo adquieren no solo madurez intelectual sino también valores para afrontar la vida» .

Los pequeños «seminaristas» aprenden a rezar, mantienen conversaciones e intercambian experiencias que les ayudan a enriquecer su crecimiento personal. Todo ello en un entorno que les ayuda a acercarse a Dios. Este sacerdote, que para muchos de estos chicos es más que un guía espiritual, señala que «no hay un único camino para acercarse a la Iglesia». «Que entren en el seminario mayor es cosa de Dios , pero saben que pueden ser igual de felices ayudando en Cáritas, siendo buenos maridos o padres, ya que su primera vocación es la vida», manifiesta.

Teresa Giraldo es la madre de Álvaro y del pequeño Moisés, que a sus 11 años ha participado en su segundo encuentro veraniego. Entre juegos, baños en la piscina y conversaciones enriquecedoras, Moisés se queda con «los amigos» que ha hecho. «Aquí obtienen lo que le falta a tantas criaturas hoy en día: los valores» , señala su madre, quien ante la posibilidad de que alguno de sus hijos pueda ser sacerdote afirma:«Lo importante es que sean felices con el camino que elijan y que Dios les indique». Carmen, por su parte, define el seminario menor como «la segunda familia» de su hijo Vicente. «Sabe que si tiene algún problema, aquí también lo van a escuchar y aconsejar».

El 3,38% pasa al seminario mayor

De las 69 diócesis que hay en España, alrededor de 40 mantienen sus seminarios menores en alguna de sus modalidades, ya sea con jóvenes internos o externos. «Todas las fórmulas valen, pero se camina hacia estas nuevas formas de seminarios en familia . Es la tendencia», comenta Pérez Pueyo, quien insiste en que «el único ámbito en el que un adolescente que tenga inquietudes puede elegir lo que quiere ser con plena libertad es en el seminario menor».

Las diócesis restantes han decidido cerrar estos centros de formación porque no tienen alumnos o prefieren confiar la búsqueda de vocaciones a su pastoral juvenil, como es el caso de la diócesis de Bilbao. Palencia, Astorga, Mondoñedo-Ferrol y Cuenca han cerrado su parte académica y han optado por enviar a sus seminaristas a otros colegios. De los 1.184 jóvenes que se formaban en los seminarios menores en el curso 2011-12, un total de 40 pasaron al seminario mayor (3,38%).

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