«Lo que la Iglesia necesita es un nuevo Ratzinger que apoye al futuro Papa»

Los españoles venidos al Vaticano también han hecho notar su presencia. Un buen numero de estudiantes del colegio Mater Salvatoris, de Madrid, ha animado la espera del Romano Pontífice. Los alumnos de 2º Bachillerato del Colegio El Pilar, que están de viaje de fin de curso en la Ciudad Eterna, tampoco han querido perderse la última audiencia de Benedicto XVI. Íñigo ha calificado este momento como «increíble», sin duda será lo que recordará de este pontificado con el paso del tiempo. Si pudiera despedirse del Papa, «le diría que ha hecho una buena labor, pero pienso que más que hablar lloraría», reconoce. No es la primera vez que Íñigo ve al Papa, pues estuvo en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, una experiencia que recomienda a todos los jóvenes.

De Sevilla ha viajado una representación diocesana de 50 personas, acompañando a su obispo, don Juan José Asenjo, para acompañar al Papa en el día de hoy. Jesús es cofrade y estaba hoy en San Pedro con Manuela, su mujer y con sus amigos Maruja y Carlos. Se mostraban felices de estar Roma porque «es un momento histórico, de gran alegría y a la vez de gran emoción, porque se nos va Benedicto XVI».

Entre las palabras que el Santo Padre ha dirigido hoy a los fieles, a Jesús le ha removido la rotundidad con que el Pontífice ha declarado que no se baja de la cruz, lo que revela «la honestidad y la valentía del Papa», algo por lo que «pasará a los anales de la historia». «Cuando fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue una gran ayuda para Juan Pablo II, fue su Cireneo», recordaba hoy Jesús, y añadía: «Lo que la Iglesia necesita es un nuevo Ratzinger que apoye al futuro Papa».

Cuando el Papa ha saludado a los peregrinos de lengua italiana, un aplauso atronador ha llenado San Pedro. Desde Reggio Emilia se ha acercado a la Ciudad Eterna Luca, un joven arquitecto que venía con Acción Católica. «Estoy aquí para saludar al Papa, para darle las gracias, para decirle que ha sido un verdadero padre».

Pero no sólo los católicos de Europa estaban hoy presentes en la Audiencia. La catolicidad es el sello de identidad de Roma. Mauro es un joven funcionario brasileño, de Río de Janeiro. Llegó ayer a Roma desde Brasil y mañana se marcha de nuevo, porque el trabajo lo reclama. Ha cruzado el Atlántico en un viaje relámpago sólo para conocer a Benedicto XVI. «Pensaba que lo vería en la Jornada Mundial de la Juventud este verano en Brasil, donde me he apuntado como voluntario, pero él ya no va a estar, así que he viajado a Roma». Cuando Benedicto XVI estuvo en Brasil, Mauro no pudo desplazarse para ver al Papa. En esta ocasión, la última, no ha tenido reparos en hacer lo imposible para demostrarle su afecto.