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En cuarentena

Los chilladores

El último episodio ocurrió el domingo en la Esperanza de Triana cuando uno de ellos, en pleno clímax, le llegó a chillar a la Virgen: «¡Te duele el coño de ser tan guapa!»

Javier Macías

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Van en grupo envalentonados. Son chicos, la mayoría, y también chicas. Se ponen delante de los pasos de Virgen, o incluso de las andas de traslado de una imagen ya sea de gloria o dolorosa. Traen ensayada de casa la 'performance', totalmente planificada. Allí están, ... andando de espaldas, cangrejeros todos, con el vaivén de la bulla entre la presidencia y los acólitos. Se agarran entre ellos, cogidos del brazo, para hacer piña y coro. Comienza a sonar una marcha del chantatachán, que son con las que ellos se vienen arriba hasta que, justo antes de que llegue el fuerte tras el trío, la salve o el solo... dan paso al forzado éxtasis y toda la retahíla de gritos: «¡Viva la Madre de Dios, viva la que manda en su barrio, viva la que todo lo puede, viva la de la cara morena, viva la que es causa de nuestra alegría, viva la Reina de Sevilla!». Mientras, alzan sus manos tensas, con los dedos casi descoyuntados, y aplauden con los brazos arriba para así llamar más la atención. Casi nadie les sigue e incluso causan vergüenza ajena porque cruzan la línea hacia lo ridículo. Son los chilladores, un tipo nuevo de la Semana Santa, que se ha puesto de moda en los últimos años trayendo a Sevilla unas formas que son autóctonas de Cantillana y otros lugares donde este folklore es de verdad.

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