en cuarentena
Resurrección
Sin resurrección, directamente no habría seguidores de Cristo. Por eso resultan tan espurios planteamientos de tipo cíclico como un eterno retorno que nos devolviera al mismo lugar cada Domingo de Ramos, convertido en una meta para millares de cofrades cuando es en realidad el pórtico por el que se ingresa al misterio pascual.
Sevilla
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Iniciar sesiónPara el quinto domingo de Cuaresma, la liturgia nos propone el Evangelio de la resurrección de Lázaro, remachado con las lecturas de Ezequiel y la epístola a los Romanos. La Palabra gira en torno a la idea de la vida después de la muerte, expresada ... en los sepulcros abiertos del valle de Josafat y la inhabitación del Espíritu Santo. En algunas representaciones de la escena evangélica, los asistentes se tapan las narices del mal olor que desprende la descomposición del cadáver. Pero Juan, el evangelista, no pone el acento en esa resurrección de la carne para volver a morir. Casi pasa por encima de esos detalles y se centra en la confesión de Marta, la más clara afirmación de Jesús como el Ungido, el Hijo de Dios que tenía que venir al mundo a renglón seguido de haberse lamentado de las circunstancias: «Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano».
Es la omnipotencia de Dios la que obra la resurrección de Lázaro, pero sólo acontece una vez hecha la confesión de fe. En la función principal de instituto de nuestras hermandades, un lugar destacado lo ocupa la protestación de fe de los hermanos que, uno a uno, con parsimonia acorde con la gravedad del momento, juran defender cuanto confiesa y enseña la Iglesia con la mano extendida sobre el libro de reglas de la corporación. La protestación de fe de los hermanos se convierte en un interludio musical en el que se interpretan marchas o motetes para entretener la espera: un solemne gesto, ¿vacío de contenido?
La repetición del ciclo litúrgico cada primavera puede dar lugar a una interpretación errónea de la resurrección como artículo de fe sobre el que se funda el entero edificio del cristianismo. Sin resurrección, directamente no habría seguidores de Cristo. Por eso resultan tan espurios planteamientos de tipo cíclico como un eterno retorno que nos devolviera al mismo lugar cada Domingo de Ramos, convertido en una meta para millares de cofrades cuando es en realidad el pórtico por el que se ingresa al misterio pascual. Nada de lo que sucede en nuestras cofradías es cíclico ni el tiempo gira sobre sí mismo como ilusoriamente le agrada pensar a muchos capillitas. La flecha del tiempo cristiano está disparada hacia la vida eterna, cuando tenga lugar la resurrección de la carne que Jesús avanza como figura en Lázaro. La Semana Santa no se detiene ni vuelve sobre sí misma nunca. Siempre avanza y nosotros con ella, como esta colección de artículos que hoy muere para resucitar cuando dicte la fe.
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