En cuarentena
Pasan cosas que antes no pasaban
Las cofradías no están sabiendo medir determinadas situaciones y se han convertido en objeto de memes hilarantes
Como dijo el Filósofo de Güemes, se está muriendo gente que antes no se moría. Y en las cofradías, están pasando cosas que antes no pasaban. Desde la pandemia estamos viendo una cierta relajación de hábitos saludables en todos los ámbitos de la sociedad. Hay ... una suerte de autoaplicación del 'laissez faire' que nos ha despendolado y que está acabando de un plumazo con los cánones. En la Semana Santa no estamos siendo ajenos a este 'carpe diem' y hay un auténtico frenesí de procesiones y una falta absoluta de sentido de la medida en todo lo que se organiza.
Vivimos el momento en una disociación de nuestra propia personalidad, hasta el punto de que nos hemos creído invencibles ante nuestra habitual criptonita, que es la lluvia. Le hemos perdido el respeto a lo que antes era cuestión sagrada: una mojada en la calle era síntoma evidente de una decisión fracasada. Hoy las cofradías siguen adelante aunque le estén cayendo chuzos de punta, pisando los charcos de nuestra propia inconsciencia bajo el paraguas del mantra de «este año hacen más falta que nunca nuestras imágenes en la calle», que confirma la máxima que está en el fondo del todo: «Me queda un año de hermano mayor».
En ese desequilibrio con los pilares que han sustentado siempre a nuestra Semana Santa están pasando cosas que antes no pasaban. Las polémicas se viralizan más con el altavoz de las redes, pero al mismo tiempo las cofradías no están sabiendo medir determinadas situaciones y se han convertido en objeto de memes hilarantes.
Nunca antes habíamos visto un traslado como el del Santo Entierro, a la velocidad de la luz, desafiando al tiempo en su doble acepción y al espacio. Cabría preguntarse si había necesidad de llevar así a un Cristo de Juan de Mesa en un día en el que del cielo cayó hasta granizo. Es objetivo decir que del resultado depende la valoración, y al Santo Entierro esa moneda al aire le salió cara. También es objetivo decir que si esta decisión la toma otra hermandad más populosa, otro gallo cantaría. Aunque, en tercer lugar, también es objetivo decir que lo importante el pasado lunes era celebrar el Vía Crucis en la Catedral, y que eso se logró en su justa medida. Por eso, la decisión tiene que tener obligatoriamente esa doble valoración: asumieron un riesgo innecesario, pero lo importante se cumplió por encima de lo secundario, que era el propio traslado. Bueno, y una tercera conclusión que hay que sacar: en caso de duda, llamen al meteorólogo del Santo Entierro. Lo ha bordado.
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