En cuarentena
Joaquín, el Faraón
Llevaba el secreto guardado en las pupilas vidriosas de la que será su última vez
Tiene en sus ojos la bondad de quien se ha entregado al Señor desde la clausura que encierra su paso. Tapado, siempre discreto, un humilde trabajador que ha llevado todo el peso de la historia que pone en la calle esta ciudad, agarrado a la ... primera trabajadera. Desde ese segundo plano, oculto, este costalero de Sevilla que se ha metido debajo de media Semana Santa enseña ahora a quien llega a un oficio centenario, a veces denostado, donde se sublima el valor de la lealtad, la camaradería y el esfuerzo. De ahí, y de nada más, su prestigio, ganado a pulso y con el lema de la saga a la que le ha sido fiel hasta el final: siempre de frente.
En esos ojos, que son los mismos que los del Cautivo o los de Jesús del Silencio, había ayer un pozo de melancolía. Lo vi solo, ausente en la multitud, con la mirada gacha como su Señor de la Salud. Llevaba el secreto guardado en las pupilas vidriosas de la que será su última vez. Ya le brotaron las lágrimas en el primer ensayo, entró nervioso en el paso como el primer día, como si fuera el aspirante que se estrena. Sabía que era el último. Nunca vi a nadie querer más al Señor sin verlo. Por eso fue tan especial el vía crucis del Despreciado, porque le pudo mirar por fin a la cara después de tantos años siendo sus pies desde el interior del paso, justo debajo suya.
Ayer se rompió con la mesura que marca la dignidad de su porte, pensando en el tiempo. El que marca la crónica de su vida vinculada al costal. Y el que se nos avecina, ese que trae los nubarrones negros que se anuncian por segundo año consecutivo. Dos veces son muchas, y más cuando uno se despide. Si así lo quiere el Señor, lo acepta, pero algo dentro de sí sabe que el Domingo es el día del sol y que podrá marcar la última vuelta al son de 'Silencio blanco' y posar los zancos del paso más poderoso ya en la noche del Lunes en el interior de San Juan de la Palma. Y que, ese mismo Lunes por la mañana, en el Tiro de Línea le espera el camino más largo. El que atraviesa el Parque y el que desemboca en la retirada cuando todo sea una avenida larga.
A Joaquín le llaman 'El Faraón'. Nunca persiguió la gloria que ahora esta ciudad entrega a quienes tienen el privilegio de portar a Dios. Y tiene claro que, como el poema de Machado, todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar. Sus huellas son el camino, y nada más. El camino que se hace al andar. Golpe a golpe del llamador. Verso a verso.
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