Sevilla se desborda en un Domingo de Ramos que no debe repetirse

Por eso la reflexión debe ser general y sin buscar cabezas de turco. Cuando el Arzobispado prohibió con toda lógica los cultos externos , no tuvo en cuenta que, sin pretenderlo, todo el público se derivaría hacia los templos, que son sitios cerrados y donde es imposible controlar el número de personas que se aposta para entrar. Algunos policías locales llegaron a pedir inexplicablemente a las hermandades que disolvieran las colas , como si éstas fueran las responsables de lo que ocurre a tres calles de distancia. Tampoco se entendió que, ante tal magnitud de público esperando para entrar, templos como San Sebastián apenas abrieran tres horas de forma general o se cerrasen al mediodía. De hecho, hermandades como San Roque decidieron a última hora mantenerlos abiertos de forma ininterrumpida, salvo por las misas que, por otro lado, en algunos casos (las parroquiales) fueron excesivas dadas las circunstancias y obligaron a detener aún más el flujo de paso.

El Domingo de Ramos fue una jornada ciertamente frustrante . Amaneció soleado, con las calles engalanadas, una temperatura perfecta y un volumen de público casi incontrolable. Y, en lugar de cofradías, lo que se celebró fue una ‘magna’ de besamanos, que para nada sustituyó al ejercicio de piedad popular y explosión de júbilo para lo que está creada la Semana Santa. Pasarán las décadas y nunca se olvidarán estos dos años en los que se quedaron dentro las hermandades por un virus que parece no tener final. Y esta coyuntura, no obstante, debe ser algo excepcional . Lo de este Domingo de Ramos debe servir como prueba de que, de cara al año que viene, ya con un grado de vacunación mucho más avanzado, hay que desprenderse de complejos y plantear con valentía una Semana Santa lo más parecida a la tradicional, aunque se mantuvieran llegado el caso algunas medidas sanitarias. Para ello hay que trabajar desde ya, porque el Domingo de Ramos de 2022 no puede parecerse lo más mínimo al de 2021 .

Pese a todo, la jornada dejó momentos muy emocionantes. En el Salvador, los niños formaron la cruz de Santiago con las velas ante el Señor de la Sagrada Entrada , en un acto lleno de sensibilidad. A la hora habitual en la que se pone en la calle el misterio de la Borriquita, la banda del Sol interpretó la ‘Marcha Real’ y ‘Cristo del Amor’, que fue un aldabonazo de la nostalgia que hizo sacar los pañuelos a media iglesia para enjugarse las lágrimas .

Lo mismo pasó en San Julián a eso de las doce del mediodía. La hermandad de la Hiniesta dio la posibilidad de abrir un turno exclusivo para los hermanos que hubieran sacado la papeleta simbólica para paliar los estragos que el coronavirus ha causado en la mayordomía. Y, por sorpresa, allí estaban las bandas Santa María Magdalena de Arahal y la de Mairena del Alcor , que suelen acompañar al Cristo y a la Virgen respectivamente. Si Arahal tocaba ‘La Magdalena bendita’ con los xilófonos, Mairena correspondía con ‘Estrella Sublime’. Si la agrupación tocaba el ‘Himno a San Antonio’, la banda del palio continuaba con ‘Madre Hiniesta’. Todas esas capas simbólicas que se alborotan cada Domingo de Ramos -como rezaba la pancarta en la puerta- comenzaron a llorar ante el paso del crucificado con la dolorosa a sus pies.

En Jesús Despojado , a las tres de la tarde, Álex Ortiz le cantó la saeta que cada año interpreta a los pasos en la salida. Emoción también en San Juan de la Palma, cuando Manolo Imán, el hombre que tocó ‘Amarguras’ a la guitarra el año pasado desde su balcón y cuyo vídeo se hizo viral, lo repitió ante la Virgen y el Señor a la conclusión del vía crucis. Los costaleros de la Amargura, como cada año, dejaron un ramo de flores a Santa Ángela. Al fin y al cabo, fue Domingo de Ramos . Esta hermandad tuvo también el detalle de representar a todos los colectivos de la cofradía en el altar mayor: una túnica de nazareno, una dalmática, unas alpargatas, unas zapatillas, un costal y hasta la corbata del capataz.

Como en San Julián, al mediodía la banda de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas subió por la calle San Jacinto para hacerle una ofrenda floral a las imágenes en su remozada capilla . En el altar de la Estrella había unas flores de cera en forma de lazos, tal y como aparecen en la primera fotografía que existe de la dolorosa, en el siglo XIX.

San Roque montó un sencillo altar para cada imagen y, en la Cena, las colas dieron la vuelta por Ponce de León. Dentro, el misterio completo recibía en el altar mayor.

Pero en este Domingo de Ramos de esperas, el público se concentró en todas las iglesias. Además de las colas habituales del besamanos del Gran Poder, en Montesión alcanzaban Alberto Lista. En la Macarena -que amaneció en el presbiterio, sobre un altar que simulaba el frontal del paso de palio- se metía por la calle Parras. La de los Gitanos daba la vuelta por María Auxiliadora y sobrepasaba los jardines del Valle. En la capilla de los Marineros no se veía el final para ver el espléndido altar de la Esperanza de Triana al pie de la cruz. Y, para cola interminable, la del comedor de Pagés del Corro, que contrastaba con la de la Estrella, que llegaba al convento de los Mínimos. Eso sí que fue un golpetazo de realidad en este triste Domingo de Ramos.

Pero en esta Sevilla acostumbrada a la tertulia cofrade y al debate acalorado, las conversaciones habituales eran los ránkings de los altares más valorados. Había casi unanimirdad en torno a los del citado de la Esperanza de Triana, el del Señor del Silencio sobre el ‘Acorazado Potemkin’, Santa Cruz sobre su paso con aureola, Montserrat con los ladrones, la Borriquita, la Cena o la Exaltación. Este último, con un calvario formado por la Virgen, San Juan y los dos sayones aguantando la cruz.

También hubo unanimidad, por qué no decirlo, con otros menos aclamados. La puerta de la capilla de la Pastora exornada con palmas no era propio de un Domingo de Ramos en Sevilla. Y, sin dudas, el que despertó más discusiones fue el del Buen Fin. Hubo quien critica el exceso en el montaje, que incluye un fondo estrellado con la luna y el sol, la Virgen al pie de la cruz y las antiguas figuras del misterio. Y también hubo quien lo calificó de majestuoso. Sin duda, el equipo de priostía de esta hermandad fue tendencia una vez más.

Así fueron pasando las horas en un Domingo de Ramos al que sólo le faltó lo más importante: Dios en las calles. Que no vuelva a pasar.