Así fue la restauración de la parroquia de Omnium Sanctorum de Sevilla en los años 90

Durante los próximos meses, los operarios actuarán en el interior y exterior de la iglesia, sin embargo, hay que recordar que hace tres décadas, ya se actuó profundamente sobre la parroquia del siglo XIII, cambiando por completo su techumbre y provocando que el templo se cerrara tres años desde 1993 hasta 1996.

Las imágenes de las hermandades que residen en Omnium Sanctorum se tuvieron que trasladar a la parroquia de Nuestra Señora de Belén o a la iglesia de Santa Marina. La primera de ellas es un templo que estaba en la calle Calatrava y que ya no existe como tal después de la desaparición de la feligresía. Allí se marcharon la Reina de Todos los Santos, el Señor de la Paz y la Virgen del Carmen.

Por su parte, los Javieres se marcharon a Santa Marina donde recibieron culto durante ese trienio y desde allí, realizaron la estación de penitencia cada Martes Santo. Los trabajos en Omnium Sanctorum se sucedieron durante esos años para recuperar una iglesia que había sido asaltada en 1936, reconstruida en apenas cuatro años y que sin embargo, sufría diversas patologías en sus techos.

Como curiosidad, esos años la Reina de Todos los Santos tuvo varios traslados en andas porque la puerta de la parroquia de Belén era muy pequeña y no cabía el paso. La hermandad conserva numerosas instantáneas de aquella época en la que la talla cruza la plaza de San Marcos o el entorno de la Macarena en las jornadas previas de su salida procesional.

Durante ese tiempo, por ejemplo, Todos los Santos realizó los cultos de la Virgen del siglo XVI en el templo de Belén mientras que la salida procesional la hizo desde los Terceros en 1993 (no salió por la lluvia) y desde la Macarena en el 94 y 95. Por su parte, el Carmen aún no era hermandad de penitencia pero procesionaba desde el convento de Santa Isabel con la imagen del Señor y los Javieres salía desde Santa Marina y recorría San Luis, Relator y Feria en una larga estación de penitencia en la tarde del Martes Santo.

La Junta de Andalucía fue la encargada de restaurar el templo en unos años en los que también se actuó sobre San Román, San Julián, San Andrés o San Vicente, obligando a hermandades como Los Gitanos, la Hiniesta, Santa Marta, las Penas o las Siete Palabras a buscar otro templo donde sus titulares recibieran culto.