El Cristo de Burgos, un Vía Crucis a la altura de un 450 aniversario

Un día culminado con dos Vía Crucis, el del Señor Atado a la Columna de las Cigarreras por el barrio de los Remedios y el del Cristo de Burgos por la feligresía de San Pedro.

El primero comenzó a las siete de la tarde, aún de día. Este año la noche tendrá más presencia en la Semana Santa al mantenerse todavía el horario invernal hasta la madrugada del Domingo de Resurrección. La familia Villanueva comandaba las andas del Señor, imagen que está de aniversario por su medio siglo de vida y que recorrió las zonas principales del barrio.

Un poco más tarde, en San Pedro, el del Cristo de Burgos. Un Vía Crucis que, quitando cuando presidió el de las Cofradías, ha sido el más multitudinario de todos, la ocasión lo merecía. Minutos antes la plaza era un hervidero de personas, algo mantenido durante prácticamente todo el recorrido.

Las luces del templo eran apagadas, comenzaba el rezo. Antonio Santiago levantaba las andas, nadie quería perderse el momento de ver al crucificado cruzar el dintel de la parroquia de San Pedro.

Por primera vez iba erguido. Formaba un conjunto armonioso. Todo y más para la imagen de Cristo documentada más antigua de la Semana Santa de Sevilla. La priostía no cesa en engrandecer a sus titulares en cada culto que preparan. Diego y Francisco los artífices, junto a una juventud numerosa que ayuda en todo lo que se le requiere. Esta vez recordaron a cuando el Cristo de Burgos salía con candelabros de guardabrisa y en el quinario de 2023 cuando la imagen iba sobre su paso con faroles. Hachones, candelabros y faroles. De las tres maneras ha podido admirarse en los últimos meses.

Momentos de emoción a su llegada al convento de Santa Ángela, un epicentro para las cofradías, como también lo es el Espíritu Santo y Santa Inés. Toda una feligresía repleta de público para presenciar una de las imágenes esperadas de la Cuaresma, una hermandad en crecimiento por su buen hacer y por dotar de mucha evangelización a sus titulares. La prueba, el lleno absoluto en el Vía Crucis, aunque nada para lo que Sevilla vivirá en menos de ochenta días. Una hermandad sentando catedra sobre una talla que lleva recibiendo las plegarias y oraciones durante cuatro siglos y medio.