La amenaza de lluvia sentencia la Madrugada de Sevilla
Las difíciles previsiones meteorológicas hacen imposible la salida de las seis hermandades de la jornada y dejan en blanco la noche más mágica de la Semana Santa hispalense
La otra Madrugada confinada por la lluvia
Los armaos de la Macarena vencieron a la borrasca Nelson
No pudo Sevilla emular a Barrabás y eludir la cruel condena de la lluvia durante su noche más mágica. Los pronósticos meteorológicos para la Madrugada, con un cien por cien de probabilidad de precipitaciones moderadas entre las cuatro y las diez de la mañana, no dejaban margen para la duda en una jornada que se esperaba metida en agua. Más aún de lo que lo había estado una tarde de Jueves Santo que, lejos de relucir más que el sol, quedó en blanco.
La misma sentencia dictó el tiempo para la noche en la que la capital hispalense alcanza anualmente su cénit. Y no tardó mucho en hacerse definitiva, puesto que había poco que reflexionar. Así, la hermandad de la Esperanza de Triana fue la primera en confirmar la suspensión de su estación de penitencia poco después de las once de la noche, siendo la tercera vez en toda la historia que hay constancia de que se quedase dentro por la lluvia.
En el viejo arrabal había filas de gente esperando a la posible salida en el entorno de la capilla de los Marineros desde mediodía. Muchas personas iban equipadas no sólo de paraguas, sino también de mochilas con comida, sillitas e incluso butacas de la playa. Más allá del ritual que para algunos pudiera suponer la dichosa acampada en Pureza, tantas horas de espera cayeron en saco roto, puesto que la junta de gobierno inauguró una cascada de suspensiones de estaciones de penitencia. La arrebatadora Virgen de la Esperanza es marinera, pero no tanto como para sortear las precipitaciones previstas para las primeras horas del Viernes Santo.
Algunos devotos, sin embargo, no querían dejar pasar la ocasión sin gritarle a pleno pulmón guapa a la Virgen aunque no hubiese podido salir a la calle. La cosa llegó al punto de realizarse una lluvia de pétalos a las puertas de la capilla, en un acto difícil de comprender más allá del afán de protagonismo, con unas flores que cayeron todas al suelo o sobre los encargados de la seguridad del templo. Estamos recogiendo los frutos de lo que se siembra a través del hiperbólico postureo cofrade de las redes sociales. Los límites entre la devoción y el frikismo son cada vez más difusos.
Emociones a flor de piel en la Macarena
En los alrededores del Arco de la Macarena tampoco se amedrentaron los fieles desde horas antes de la salida de la cofradía. El final del apresurado recorrido de los armaos tuvo un acogedor recibimiento con cálidos aplausos del público, que aún mantenía la esperanza de que la decisión que se tomara en la basílica fuera la más arriesgada. Allí, la junta de gobierno ya se encontraba deliberando a eso de las diez, aunque acabaron aplazando la toma de la inevitable decisión para las once y media. Mientras tanto, la Macarena, radiante en su paso vistiendo el manto que estrenara en 1964 con motivo de su coronación canónica, recibía las plegarias y rezos de su nutridísimo cortejo.
La noticia que llegaba desde Triana enfrió considerablemente los ánimos, de tal manera que muchos hermanos se fueron concienciando de que este año Roma no conquistaría el corazón de Sevilla. Minutos antes de la medianoche, cuando tendría que haber salido la cruz de guía, se canceló oficialmente la estación de penitencia entre lágrimas, pero también con sinceros aplausos que mostraban la comprensión de los hermanos ante una situación tan difícil. Poco después hicieron lo propio el Silencio y la del Gran Poder, en cuyos céntricos templos aguardaban los rigurosos nazarenos de ruan negro desde las últimas horas del Jueves Santo. La basílica donde radica el Señor de Sevilla abrió sus puertas pasada la una y media de la noche para recibir a todos los fieles que quisieran acudir a su encuentro.
A las once se reunía en cabildo de oficiales la hermandad de los Gitanos, cuya salida estaba prevista hacia las dos y media. Sin embargo, no se conoció la suspensión de la estación de penitencia hasta las doce y diez de la noche. La coincidencia horaria de la decisión de todas estas corporaciones provocó que comenzara a dispersarse a la vez una gran cantidad de personas. Cerró definitivamente esta Madrugada rota el Calvario, cuyo cortejo debería haber comenzado a salir de la parroquia de la Magdalena a las cuatro. Fue con diferencia la que más se hizo de rogar, puesto que no se pronunció negativamente hasta nada menos que las tres y veinte de la mañana, teniendo en vilo hasta esa hora a muchos cofrades a pesar de que todo el mundo imaginaba cómo iba a terminar la historia.
El calvario para los cofrades
Esta Madrugada en blanco significó que muchas personas se quedaran sin vivir momentos personales únicos y novedosos, como los chavales que por primera vez salen solos de noche con sus amigos para ver cofradías, dando ese primer e importante paso hacia la edad adulta de los sevillanos. También se quedó sin salir el joven nazareno de merino que en el atrio hablaba por teléfono con su abuela comentándole cariñosamente que, pese a todo, había vivido experiencias nuevas esta Madrugada, y que, aunque al conocer la decisión había llorado a mares, todo ello merecía la pena. Y se quedó el novel cronista sin escribir sus líneas soñadas.

Igualmente volvió a casa por el camino más corto y sin hablar con nadie, ni siquiera con su padre, que caminaba junto a él vestido con el mismo hábito, el hermano del Silencio que se estrenaba como penitente de la Virgen de la Concepción. Tendrá que esperar un año para abrazar la cruz igual que Jesús Nazareno con esa ilusión inolvidable de la primera vez. Tampoco debutó el eterno aspirante que esta Madrugada, tras doce años igualando, iba a portar las andas del Señor de Sevilla. La faja y el costal quedarán guardados esperando a una nueva primavera para ir bajo el paso que hace más de tres siglos tallara Ruiz Gijón, y así servir en el caminar de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder por las calles de una ciudad que hoy, como cada viernes, lo venera y necesita.
No pudo acompañar a su Cristo de bronce, acertadísimamente ataviado este año con la majestuosa túnica bordada en oro en 2017 por los sucesores de Elena Caro, la nazarena de primer tramo que, como todos los años, abría el cortejo de la hermandad de los Gitanos. Ni lo disfrutó desde fuera el hermano que este año dejaba el hábito en casa para vivir la Madrugada de una manera distinta. Y como estas, tantas y tantas historias que quedaron por ser vividas y contadas.
Diciembre, en el horizonte
Dejando a un lado los dos años de la pandemia, la capital hispalense no se quedaba sin su noche más mágica al completo desde el año 2011. No obstante, para ver en la calle a tres devociones capitales de la ciudad como el Gran Poder, la Esperanza Macarena y la Esperanza de Triana 'sólo' habrá que aguardar hasta la procesión de clausura del II Congreso Nacional de Hermandades y Piedad Popular, que tendrá lugar el próximo 8 de diciembre.
Ese mes de diciembre, no obstante, se atisba aún lejos en el horizonte, y difícilmente servía como alivio ante el hecho de que a Sevilla le habían arrebatado su noche más mágica. La implacable amenaza de lluvia había dictado sentencia sin dejar más opción para los sevillanos que la de resignarse y cargar con la cruz de quedarse sin cofradías. La calle de la Amargura fue el precipitado y melancólico regreso a casa de nazarenos y cofrades. Sin embargo, aún queda la subida al Calvario: el hecho de mirar hacia adelante y comenzar a tomar conciencia de que es posible que no haya más cofradías en la calle esta Semana Santa.
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