«Me gusta más esquivar a un portero de caseta que a un toro»
Manuel Campos Guareño «Campito»_ Banderillero
—De pequeño se colaba en el Mercantil ¿es así?
—Sí
—¿Saltando la verja o con la barra del hielo en el hombro?
—(Risas) Engañando al portero. Trajinándolo.
—¿Qué le decía, cómo lo tangaba?
—Mira que voy a ver a ... un amigo que está ahí. No hijo, no puedes entrar. Me quedaba por allí. Y le pillaba las vueltas.
—¿Y qué buscaba un chaval de Triana como usted en el Mercantil?
—Bailar con las niñas, ligar, divertirme. Era la mejor caseta.
—Siempre le gustó la comida fina y los yogures tiernos…
—Hombre, claro. Los armarios nada más que para lo ropa…
—Y ahora que puede y es socio no va al Mercantil…
—Así es. No se me apetece. Se me pasó el arroz de la juventud y ahora los yogures que me como son desnatados o bífidus.
—A usted es que siempre le ha gustado el peligro, toreando a la autoridad o toreando el destino cuando venía esquinado…
—Me gusta más esquivar a un portero que a un toro. Si al toro lo dejas tranquilo no tiene ni peligro.
—¿Le siguen gustando las manzanas colorá como cuando era pequeño?
—Muchísimo. Y siempre hay un día de Feria que me la como.
—Los algodones le gustarán menos…
—No me hacen mucha gracia, la verdad. Todos los que me tenía que comer me los comí en las enfermerías de los toreros.
—Yo creía que usted se perdía más por los limones del Caribe pero, bueno, sobre gustos no hay nada escrito.
—Los limones me gustan. Pero soy exigente con las formas. De los limones del árbol me los como de dos en dos.
—¿Es usted bailongo, dicharachero, cuenta chistes en su caseta con los amigos?
—Cuando bebo pierdo un poco los papeles y no soy consciente del ridículo.
—¿Y se prepara mucho para ir a la Feria, hay sesión de espejo y terno maqueao?
—No. Voy de cualquier manera. La Feria te ensucia.
—O sea, que no va limpio a la Feria…
—Salgo de los toros y se puede decir que voy arrugao…
—¿Usted multaría a los que se ponen el sombrero y la chaqueta para el pescaito?
—Sí. Multa gorda y expulsión de la Feria.
—La mayoría de los que hacen eso no es de aquí. Pero es que el sevillano no quiere enterarse que la Feria cada vez es menos sevillana y más de los que alquilan las casetas por tres días…
—Es cierto. La mayoría de los que se visten así son de fuera. Y no necesitan emborracharse para hacer el ridículo. Pero ¿cómo se puede poner uno un sombrero de ala ancha con corbata gorda?
—Lo que traga esta ciudad por el taco, Campito…
—Mucho. Muchísimo..
—Pero dígame la verdad si es capaz. ¿A usted le gusta o no le gusta la Feria?
—Tengo que estar pasao. Así la aguanto. Fresco no. Eso no hay quien lo aguante.
—O sea, que según usted la Feria es intratable si no te has bebido antes lo que se bebe Melendi cada vez que se sube a un avión ¿cierto?
—Exactamente así.
—¿De verdad que usted no puede con la Feria si medio no pierde la conciencia?
—La Feria me produce rechazo. Como no vaya alicatao no puedo con ella. El 90 por ciento de la gente me parece ridícula. Yo el primero.
—¿Puede contarme la más gorda que pilló y qué dijo en su casa?
—Gordas, gordas, gordas he pillao trescientas. Pero recuerdo una vez que no quería Feria y mi mujer y mis hijas se empeñaron en que nos quedáramos. Sobre las cuatro de la mañana tenía un punto magnífico. Y entonces me querían sacar de la Feria.
—¿Y quién ganó?
—Esa vez nos quedamos todos en la Feria. Y yo estaba sin puntilla.
—No podemos decir que sea usted de la Liga Antialcohólica…
—Pero no bebo. Solo en la Feria y en algunos bautizos…
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete