Casi 10.000 nuevos casos de párkinson cada año
Casi el 20% de los 150.000 pacientes con párkinson registrados en España son menores de 50 años
ABCsalud
España registra cerca de 10.000 nuevos casos anuales de párkinson, una enfermedad degenerativa y crónica del sistema nervioso que afecta a las zonas del cerebro encargadas del control y coordinación del movimiento y del equilibrio, que, lejos de lo que muchos piensan, tienen cada ... vez más personas jóvenes. La Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que de los 10.000 nuevos enfermos de párkinson detectados anualmente en el país, unos 1.500 tienen menos de 45 años, mientras que la Federación Española de Parkinson sostiene que el 20% de los 150.000 pacientes registrados son menores de 50 años.
Jóvenes y menos jóvenes hacen del párkinson la segunda enfermedad neurodegenerativa , tras el alzhéimer, más numerosa en España, donde los especialistas prevén que su incidencia se duplique en 20 años y se triplique en 2050, debido al progresivo envejecimiento de la población.
Ya a día de hoy, el coste del párkinson se acerca en Europa a los 11 billones de euros anuales , informan los neurólogos la víspera del día mundial de la enfermedad. Para disminuir este coste y mejorar la calidad de vida de los afectados, los expertos apuestan por seguir investigando y dar así con aspectos todavía desconocidos sobre la enfermedad, como es su etiología
La primera manifestación del párkinson en el 40 por ciento de los casos es la depresión, mientras que un 33 por ciento experimenta trastornos del sueño o disfunción sexual, además, el 15 por ciento de los pacientes que reciben tratamiento puede desarrollar conductas adictivas como la ludopatía.
Parálisis temblorosa
Esta enfermedad, que fue descrita en 1817 por el médico inglés James Parkinson y la denominó «parálisis temblorosa», es un trastorno neurodegenerativo, crónico y por el momento incurable, que afecta al control de los movimientos y se da principalmente en personas de edad avanzada.
Los principales síntomas de esta dolencia son temblores, rigidez en los músculos, dificultad para iniciar un movimiento y falta de estabilidad en alguna postura. «El principal problema para su diagnóstico es que se trata de una enfermedad de la que no se conocen exactamente sus causas; aproximadamente un 10% se consideran hereditarias, un 5% podrían tener un origen ambiental o tóxico» y del 85% restante no se sabe nada, indica Rosario Luquín, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la SEN. El hecho de que el párkinson se manifieste por síntomas que pueden ser achacables a otras enfermedades, dificulta el proceso diagnóstico, prosigue la especialista
Tratamiento
Para paliar los síntomas, el tratamiento farmacológico clásico que utiliza desde la década de los 60 es la levodopa , una sustancia que en el organismo se transforma en dopamina, y que se suele combinar con carbidopa o benserazida para potenciar su eficacia. La respuesta inicial a la levodopa se denomina efecto «luna de miel» porque dosis mínimas del fármaco obtienen efectos espectaculares en el paciente, sin embargo, con el paso del tiempo, la respuesta del organismo es cada vez menor y más tardía y el paciente precisa mayor número de dosis. Después de cinco años de tratamiento, además, suelen aparecer complicaciones.
Otra terapia posible es la estimulación cerebral profunda, consistente en implantar en el cerebro unos electrodos para estimular las regiones implicadas en el control del movimiento y bloquear las señales que causan los temblores. Esta técnica presenta como inconvenientes que requiere cirugía intracraneal y no funciona bien en todos los casos.
Hay varias líneas de investigación en la actualidad para averiguar el origen del párkinson, hallar un marcador biológico que permita el diagnóstico precoz, y curarla o, al menos, detener su avance. Así, por ejemplo, se están realizando ensayos con varios fármacos que podrían ralentizar el desarrollo neuronal de la enfermedad, aunque la gran esperanza para obtener una cura está en las terapias genéticas y en la utilización de células madre para sustituir en el cerebro las neuronas destruidas, posibilidad que ya ha dado buenos resultados en los experimentos con monos. La investigación con células madre embrionarias, sin embargo, se encuentra con barreras en muchos países.
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