Un odontólogo revela las cosas que ha dejado de hacer desde que empezó la carrera

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Helena Cortés

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Uno de los ajustes más importantes que Carlos ha implementado en su vida diaria es modificar el momento en que se cepilla los dientes. Contrario a la costumbre de cepillarse inmediatamente después de comer, ahora espera aproximadamente 30 minutos antes de hacerlo.

«Nuestra saliva posee un pH neutro que se torna ácido tras la ingesta de alimentos. Cepillarnos justo después facilita la distribución de este pH ácido, perjudicando el esmalte dental«, explica el estudiante. Este cambio, asegura, permite que la saliva neutralice la acidez, protegiendo así el esmalte dental.

Otro aspecto que Carlos ha revisado es la intensidad con la que se cepilla los dientes. Antes creía que un cepillado fuerte significaba una limpieza más efectiva, pero ha aprendido que la suavidad es clave para proteger el esmalte y las encías de la abrasión. «He aprendido que la delicadeza es fundamental para mantener la integridad de mi boca», apunta.

Además, Carlos ha dejado de morder objetos duros, como lápices o sus propias uñas, un hábito común durante momentos de estrés, pero que puede causar sobrecargas en los dientes afectados, resultando en fracturas o desgastes.

El último cambio en su rutina ha sido ajustar la cantidad de pasta dental usada, utilizando solo la cantidad recomendada: «Observé que una marca de color en el envase indica la cantidad apropiada a utilizar, que es aproximadamente un tercio de lo que solía aplicar».