Un español que vive en Australia explica cómo ha cobrado ocho horas sin haber trabajado: «Como haciéndonos las víctimas»

Esto es lo que le ha sucedido a Jesús Romero (@jesusromerx en TikTok), un español que vive desde hace unos meses en Australia y que ha vivido una situación surrealista en su puesto de trabajo como camarero en un casino. Según ha explicado el joven, se olvidaron de un compañero coreano y de él después de que se celebrara un evento en la azotea y han acabado «cobrando ocho horas de trabajo sin hacer absolutamente nada».

«He llegado tarde, para empezar y había un evento en el rooftop, en la terraza del casino», ha relatado, señalando que a él le habían asignado un puesto fuera del local para redirigir a la gente que iba a asistir a esta reunión. Entre él y sus compañeros de trabajo, había seis personas y cada uno de ellos estaba situado en un puesto en el propio evento.

Conforme fue avanzando la tarde, Jesús se fijó en que el compañero más cercano que tenía era el coreano y este, en cierto momento, le hizo un gesto. «Viene hacia mí y me dice 'esta gente no está, los demás no están'», le contó el otro trabajador. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que se habían olvidado de ellos y les habían dejado tirados en las afueras del casino.

En la zona de los alrededores ya no había gente y, al contrario de lo que había sucedido en ocasiones anteriores, no había ido nadie a recogerles. Sin embargo, lejos de agobiarse, los dos decidieron quedarse hablando y no hacer nada hasta que fueran a buscarles. «Nos encontramos a uno de los managers y le dijimos que se habían olvidado de nosotros ahí abajo, como haciéndonos la víctima», contó el español.

Al darse cuenta de su error, su responsable les pidió perdón por el olvido y les invitó a que fueran con ellos al 'break', donde por fin se encontraron con los compañeros a los que sí habían avisado de que debían regresar a sus puestos de trabajo. Estos, al escuchar lo que les había sucedido, les explicaron que había ido una chica a buscarles y que, cuando les advirtieron de que ellos seguían allí, les contestó de forma muy impertinente «ya vendrá alguien a buscarlos después».

Así que, por esta casualidad, tanto Jesús como su compañero coreano acabaron cobrando el sueldo que les correspondía por esas ocho horas de trabajo sin necesidad de hacer ningún tipo de servicio durante su turno: «Cuando llegamos a la azotea ya se habían ido todos, así que dimos cuatro vueltas, firmamos y nos fuimos», ha concluido el español, contento por no haber tenido que trabajar.