liga bbva | jornada 7
Un Real Madrid desordenado ante un Atlético ordenado
Los de Ancelotti fueron superados por un rival monolítico, muy trabajado y que siempre supo a qué jugar (0-1)
Un Real Madrid desordenado ante un Atlético ordenado
El Real Madrid se busca, pero no se encuentra . Solo ve trozos de un lado, pedazos de otro, un segmento allí, un ladrillo allá, pero no consigue formar un todo. El Atlético es otra cosa , un bloque monolítico, compacto en el ... que todos van a una y todos se encuentran de primera o de segunda. Esta certeza que se ve a vuelo de pájaro era tan evidente que ocupó toda la primera parte de un partido controlado por los de Simeone. [Narración y estadísticas del partido]
Es cierto que el Madrid dominó más, estuvo más tiempo en el terreno del rival pero era un espejismo porque se troceaba en cada acción, no había una ilación en la conducción ofensiva, la gente se perdía de vista, no se encontraba y en ese desencuentro la uniformidad fue ganando a la individualidad.
Los rojiblancos hicieron una primera parte casi perfecta. Subiendo y bajando como un acordeón, no se apreció fisura alguna en sus movimientos, muy coordinados, con Tiago llevando con sabia mano el timón y con Koke eligiendo con precisión cada ataque , cada cambio de orientación, perfecto en todo balón que tocaba. [Las mejores imágenes del Real Madrid-Atlético]
El Madrid hizo una primera parte de caricatura. En Elche había creado pocas ocasiones de gol y ante el Atlético lanzó su primer tiro allá sobre el minuto 20 y fue todo un gesto de desesperación y crispación. Desaparecido Isco, obtuso Di María y con el doble pivote dubitativo , sin saber si dar dos pasos adelante o tres atrás, nadie enlazó con los de arriba. Cristiano desesperado, agarró por fin un balón y le pegó un zapatazo desde cuarenta metros, con el ansia que da la ofuscación, la imposibilidad de agarrar algo comestible que llevarse a la boca.
Así funcionó el Madrid durante todo el primer periodo, a impulsos desgarrados de impotencia, atascado, sin fluidez en el juego. Un grave error de Di María , de los muchos balones perdidos por el argentino, propició la contra, el pase quirúrgico de Koke y el remate letal de Diego Costa .
Desde ese momento, cada minuto que pasaba fue una neurona que se crispaba en los cerebros de los blancos. Empezaron con Pepe, siguieron con Sergio Ramos y continuaron con Arbeloa y hasta Diego López. Eran signos de duda , de mirar al infinito con la mirada perdida, sin saber qué camino tomar, la actitud del que se siente perdido ante un rival que lo tenía todo estudiado, que sabía a que jugaba y lo ejecutaba con fe, creyendo en lo que hacía.
El resumen ofensivo del Madrid se limitó a dos cabezazos de Benzema y un tercero de Cristiano Ronaldo, pero ninguna jugada a ras de suelo, alguna acción coordenada, hilada con algún ribete fantasioso. Todo improvisado, a golpe de machete , sin plan A, B o C.
Otro escenario
Ancelotti cambió cromos en el segundo tiempo, más que nada porque no le quedaba otra. Sacó a Modric y a Bale por un desafortunado Di María y un Illarra que no acaba de entrar en sintonía con el resto. Con los cambios el Madrid ganó en algo que le hacía falta como el comer: en intensidad, que le era necesaria e imperativa para, al menos, intentar compensar la superioridad táctica que tenía el Atlético.
Con los cambios, el equipo ganó metros de hierba, pero no de fútbol. Todo siguió siendo muy previsible, sin la velocidad suficiente para superar a un rival bien colocado, ordenado y con ayudas en todas las marcas.
El ímpetu blanco puso el choque en otro escenario: dominio del Real, insistente aunque sin mucho orden, y contras peligrosísimas del Atlético. Ahí Diego Costa tuvo la sentencia del partido, pero Diego López evitó el finiquito mientras el partido se agitaba convulso, con mucha viveza en todos.
El arreón blanco, lleno de voluntad y fe, se habría llevado al Atlético por delante de no ser por lo bien trabajado que está el equipo de Simeone. Entró Bale con su potencia brutal llevándose todo por delante. Morata también buscó con mucho ahínco y el Atlético aguantó el último intento del español con mucha serenidad y firmeza en todos.
Tuvo mérito el Madrid en ese empeño final, tanto mérito como desorden en su ataque. De hecho, el que tuvo la oportunidad de destrozar el partido fue el Atlético con unas contras mortales que desquiciaban a la caótica defensa blanca. Koke tiró al palo, Diego López volvió a parar , pero también Courtois hizo lo suyo en un remate de Morata, delantero que sumó mucho más y dio un ímpetu saludado con brío por el Bernabéu. No bastó.
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