CRÍTICA DE MÚSICA
¿Cómo sonaba el siglo XVIII en Sevilla?
Infinidad de música se dejaba oír en la Sevilla de la primera mitad del XVIII, aunque la que nos ha quedado ha sido sobre todo religiosa, gracias a su conservación en los archivos catedralicios y de muchas iglesias. También sabemos el ceremonial de los actos litúrgicos. Nos lo contó la Dra. Isusi y nos lo cantó la Méncid y el grupo Temperamento que dirige Rafael Ruibérriz.
CARLOS TARÍN
Sevilla
Sevilla sonora: fiestas musicales en la primera mitad del siglo XVIII
- Programa: Obras de Charpentier, De Torres, Bucquet, Literes, Rabassa, Iribarren y Ripa.
- Intérpretes: Soraya Méncid, soprano. Temperamento: Rafael Ruibérriz de Torres y Alberto Trujillo (flautas traveseras), Andrés Murillo y Rafael Núñez, (violines), Javier López Escalona (violonchelo) y Alejandro Casal (órgano). Dirección y flauta travesera: Rafael Ruibérriz de Torres
- Lugar: S. I. Catedral.
- Fecha: 02/06/2025.
Organizado desde la Cátedra Magna Hispalensis de fe, arte y cultura, nacida de la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla y el patrocinio del Cabildo catedralicio, asistimos al primero de los tres días de estas jornadas de dibvulgación musical, y ... en esta ocasión dedicadas a la música de la primera mitad del siglo XVIII. El concierto se movió dentro de las dos horas que habitualmente duran los conciertos, pero en esta ocasión la primera mitad (en tiempo también) estuvo dedicada a la charla de la Dra. Rosa Isusi Fagoaga, que expuso un tema tan apasionante como el de la música que se hacía en nuestra ciudad en un momento de su historia en que cedía el testigo de la situación privilegiada en su relación con América a favor de Cádiz, lo que repercutió también en la merma o desaparición de algunas capillas musicales hasta entonces abundantes en la ciudad, si bien la ponente matizó que durante mucho tiempo Sevilla tuvo un sustrato en el que la Iglesia, grandes comerciantes y buena parte de la nobleza seguían dando vida a la urbe.
Musicalmente, el programa puso su atención en el momento más brillante de este medio siglo, que sin duda lo constituyó el 'Lustro Real', es decir, en el traslado de buena parte de la corte de Felipe V a nuestra ciudad, lo que constituyó un nuevo motivo para modernizarla y estar a la altura de la circunstancia, a la vez asumir un intercambio muy fructífero entre los músicos de la corte y los locales, quien ya exportaban la música occidental a las américas, a la vez que absorbían parte del folklore sudamericano.
Ruiberriz de Torres, flautista y director del conjunto, dirigió unas palabras sobre el programa, de las que sobresalimos el hecho de que presentase obras que habían sonado en la catedral hispalense hace 300 años, aunque no fuese el caso de la primera, 'O pretiosum' de Marc-Antoine Charpentier, que Ruibérriz imaginaba que Felipe V pudo oír en Versalles durante su niñez, porque este músico era el principal compositor de música religiosa durante el reinado de Luis XIV. Formaba el conjunto Temperamento un semicírculo donde los protagonistas (en este caso la Méncid) quedaban más alejados, y pensamos que a la soprano se la oía menos por el 'cerco' instrumental. Pero nada de eso.
Con el 'Sosiega tu quebranto' de José de Torres, un canto estrófico, donde una misma melodía se repetía en la voz y luego en los instrumentos, sirvió para que asentase la voz de la soprano, que fuese cogiendo cuerpo, y en las dos últimas estrofas ya procuró las primeras variaciones sobre el tema principal. Un recitativo y una introducción y acompañamiento 'obbligato' del violín (creemos que Andrés Murillo) de carácter virtuoso contagiaron a la soprano, que probó los primeros agudos destacados, especialmente el último, muy corto, pero que la hicieron subir otro escalón.
De Torres era madrileño y no acompañó al rey a Sevilla; sin embargo, Pierre Bucquet era oboísta y flautista, y sí que estuvo aquí; de hecho, aprovechó el tiempo para componer dúos para dos flautas como estos 'Pièces à deux flûtes traversières sans basse' publicados en Sevilla en 1734. Y en este punto explicó Ruibérriz algo sorprendente: la ciudad contaba con imprentas, pero no para estampar música; sin embargo, con el séquito real sí que viajaban quien lo hacían y disponían de las imprentas (ubicadas seguramente en el Alcázar, detalla Ruibérriz). También sobresalió el hecho de que fueran dúos franceses, cuando en España toda la música que se hacía era italiana. Pudimos revivir este momento tan emotivo como desconocido cuando las dos flautas (la segunda fue la de Alberto Trujillo) se imitaron (casi siempre sólo al principio, aunque algunas de las piezas de la suite lo hicieron algo más de tiempo), mientras que en otras construían fraseando alternativamente. Aunque lo más frecuente fue el dúo moviéndose homofónicamente (diríamos que por terceras, en algún caso por sextas), terminando finalmente en la esperada y brillante 'Giga', aunque está escrito que debía haber sido la 'Allemande', pero en este caso no hubiera resultado tan borboteante.
Con Antonio Literes la soprano ya presentaba la plenitud de su registro, dándonos qué pensar: ganó el Concurso de Voces Jóvenes de Sevilla con dos arias belcantistas de tronío; y sin embargo ahora la oíamos como si hubiera nacido para la música antigua, por un registro pleno, cincelado de forma que pareciera natural, a base de 'contener' sus recursos: ya no parecía asediada por los instrumentos, sino que su voz se iba imponiendo sobre todos ellos (en cada pieza iba creciendo), incluso en 'Sigue amante afecto mio' donde los graves extendían su registro sin que resultara un esfuerzo, y así su emisión fuese relajada.
La Dra. Isusi se atrevió a asegurar que seguramente no conoceríamos a Pedro Rabassa, motivo último de su tesis doctoral (aunque fuera precedida de tantos y tantos datos interesantes sobre cómo era la música en Sevilla en esa época y sobre todo sobre la 'liturgia' que acompañaba a toda ella), que si en el ámbito eclesiástico lo define, en el barroco lo excede. Pero es probable que no sepa que la Orquesta Barroca de Sevilla no sólo nos tiene acostumbrados a ofrecernos de vez en cuando alguna de sus obras, sino que le ha dedicado todo un CD: 'Et in terra pax' (2011).
Rabassa fue sacerdote y maestro de capilla de la seo hispalense, por lo que la mayor parte de su obra es religiosa; pero también sabemos de esas imágenes con las que el barroco juega digamos que de manera terrenal. No decimos que este sea el caso, pero el 'éxtasis de Santa Teresa' de Bernini está sujeto a distintas opiniones. 'Si quieres comer, acércate más', con su aire festivo y jovial podría conducir a cierta confusión. El contraste con 'Ay dolor mío' fue tremendo en espíritu, música y organología: si la anterior recurría a una flauta, un violín y órgano, esta segunda se quedaba sólo con el órgano y el chelo, y la voz sensible y doliente de la Mencid. La sección final se quedó con un 'ostinato' del chelo de López Escalona.
Juan Francés de Iribabrren también hizo muchos por la flauta, y 'En el centro feliz' las dos flautas jugaban, sobre un ritmo ternario, con un canto pájaros, que se confundía con los que viven dentro de la catedral. Finalmente, todos arroparon a la soprano en 'Tedet animam meam', donde el estilo ya suena más a clasicismo que a barroco, con trinos en agudo, un canto más fluido y de una expresividad sentida, más propia ya de la segunda mitad del XVIII.
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