La Fabi conquista a Sevilla por alegrías, tarantas y bulerías

A pocos minutos para las 20.30 horas, la mayor parte de los asientos del patio de butacas estaban ocupados, pero alrededor de 20 quedaron libres cuando el espectáculo ya había comenzado. Tras cinco minutos de cortesía y uno extra de expectación, donde el público tuvo que lidiar con la emoción de ver cómo las luces se apagaban pero el escenario seguía vacío, el sonido de unos pasos acercándose cada vez más interrumpió el murmullo de los asistentes. Por fin había llegado el momento.

La Fabi y el guitarrista Curro Carrasco fueron los encargados de inaugurar el escenario anoche. Nada más entrar, tomaron asiento y saludaron educadamente al público. La artista brillaba, no solo por el vestido de lentejuelas y flecos; había ilusión en su cara y, sobre todo, su mirada. Le faltó tiempo para apropiarse del micrófono y dar las «buenas noches»: «Espero que disfrutéis del cante flamenco, la guitarra, las palmas…. Voy a empezar cantando por Cantes de Levante». Y así, a través de un popurrí de estribillos de este estilo flamenco -como el taranto de Almería 'Soy del Reino de Almería' o una taranta, también de Almería, entre otros- empezaba una tarde noche memorable.

Durante la primera tanda de temas, el público permaneció inmóvil, pero se fue animando con las alegrías, que fue el siguiente palo en ser interpretado. Aunque pueda sonar redundante, las alegrías llenaron la sala de alegría, y fueron el empujón que Sevilla necesitaba para ir entrando en materia. Este 'subidón' fue también , en parte, gracias a la llegada de los tres palmeros, entre los que se encontraba Zambullo, el marido de La Fabi. Entre tantos «¡arsa!», «¡dale!» y «¡vámonos!», el trío terminó contagiando su efusividad a Sevilla.

Cuando los palmeros abandonaron el escenario, La Fabi y el guitarrista se quedaron, de nuevo, a solas, y arrancaron por seguiriyas. El dúo no duró mucho en solitario, porque enseguida salieron los palmeros para acompañar a la artista a cantar una soleá por bulerías que la gaditana dedicó a su tía, después de que esta le vitoreara un «¡ole, canija!» desde su butaca.

«Espero que estéis a gustito, porque yo me lo estoy pasando muy bien», confesó La Fabi en pleno ecuador de su concierto. En aquel instante, los palmeros volvierona dejarla a solas con Curro, y la cantaora aprovechó esos minutos de 'tranquilidad' para cantar sin micrófono, demostrando a la ciudad por qué su talento es conocido a nivel internacional. Llegó un momento en el que los palmeros no pudieron aguantar la efusividad y volvieron a abandonar el backstage.

Sin duda, el espectáculo estaba a punto de llegar al clímax cuando La Fabi apartó su silla. Los presentes sabían que eso solo podía significar una cosa: baile. Efectivamente, de ahí en adelante no faltaron movimientos flamencos acompañando a las canciones, y el micrófono se convirtió en un objeto invisible para la cantaora. Algunos de los momentos álgidos del show fueron durante el 'Romance de Juan Osuna' y 'El corazón en la fuente'.

La emoción del público no hacía más que aumentar, y el final apoteósico -en cuanto a baile, expresiones faciales y capacidad vocal- tuvo como consecuencia un aluvión de aplausos. La Fabi y el resto de artistas se despidieron con reverencias. Muchos se pusieron en pie, en señal de agradecimiento y/o admiración, pero llamó la atención que también bastantes personas permanecieron sentadas durante la despedida. Eso sí, no faltaron las palmas flamencas, un compás que los protagonistas aprovecharon para desaparecer del escenario. Sevilla despedía así la segunda tanda de los 'Jueves Flamencos' de la Fundación Cajasol: emocionada y con ganas de más.