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Interestelar Sevilla 2025

Califato ¾: «Tenemos un mensaje de empatía y lo mínimo es que, si puedes, ayudes a los demás»

El grupo sevillano estará presente en Interestelar Sevilla 2025 con algunas sorpresas y colaboraciones, como la de Esperanza Fernández

Manuel Chaparro (izquierda) y Sergio Ruiz (derecha), sostienen la placa Pioneer de Califato ¾ E. M. Malpartida

E. M. Malpartida

Sevilla

Un cuadro del 'El Risitas' y 'El Peíto' es el centro de gravedad de las miradas nada más entrar en el local de ensayo de Califato ¾. Este espacio bien podría servir como metáfora de su propuesta musical: tradición, humor, folclore, activismo y, sobre todo, muchísimos estímulos. Placas, carteles, cables, una camiseta del Betis, varios curros de la Expo del 92, pegatinas. «A nosotros, solamente por estímulos, no puedes dejar de mirarnos cuando tocamos», sostiene Manuel Chaparro 'The Gardener' (Sevilla, 1979), 'capataz' y voz del grupo.

El local está lleno de cuadros de todo tipo: vírgenes, animales, paisajes. «La mayoría de cuadros y de cosas los pillamos del Jueves, nos gusta ir por allí», apunta y señala al lienzo más grande del local: «Pero este del Risitas lo cogimos del Pregón, estaba por allí tirado y nos lo trajimos para acá», refiriéndose al V Pregón Heterodoxo de la Semana Santa de Sevilla que tuvo lugar en 2023 en el Teatro Pathé, antigua localización del famoso programa de Jesús Quintero.

En medio del local está la placa Pioneer que fue, además, la portada de su último disco, 'Êcclabô de Libertá' (2024) y que estuvieron a punto de enviar al espacio el pasado 28 de febrero, si no hubiera sido por la burocracia de la NASA: «Fuimos la sede de aquí un domingo, que estaba cerrado. El de seguridad nos pidió los carnets, nos dio un mail y le escribimos ese mismo domingo desde el coche», rememora Chaparro. Aunque, al final, no consiguieron llegar a buen puerto: «Estuvimos en contacto, nos dijeron que las cosas no se hacen así que tienen un proceso [risas], y con todo el lío al final se nos fue la ilusión, pero que igual lo retomamos», relata.

Junto a Chaparro está Sergio Ruiz 'Serohka' (Málaga, 1985), teclista del grupo, probando algo en el ordenador. La de hoy ha sido una jornada larga de trabajo. Aunque se podría decir que la racha, en general, está siendo intensa para el grupo, que vive inmerso en una rutina que sigue a rajatabla: primero, a la piscina del Centro Deportivo San Pablo desde temprano para echar unos nados; luego desayuno en equipo y, después, a encerrarse en el estudio.

«Somos una cooperativa andaluza y trabajamos ocho horas mínimo todos los días. Como si fuera una oficina. Somos trece personas con su sueldo, su alta, su comida, gasolina... Son muchos gastos y casi todo lo invertimos en el proyecto», detalla Chaparro. Junto a él y Ruiz completan la banda como integrantes fijos Esteban Espada (bajo), Lorenzo Soria 'Bazofia' (sintetizadores), Guille Iniesta (guitarra) y María José Luna (cantaora).

—Luego echamos más horas en casa, con movidas, ideas, marrones —apunta Sergio.

—Hay camareros que cobran más que nosotros.

—Cobramos el SMI, nada más, y tampoco hace tanto que cobramos más de mil...

—En Califato todo lo invertimos en el grupo. Como hacer un videoclip que, como mucho, te da medio millón de visitas. Eso no te reporta economía, sino ese romanticismo de que la gente lo vea, lo comente o incluso llegue a las universidades si acaso.

De hecho, lo último que ha publicado el grupo ha sido un vídeo. Concretamente, el videoclip de 'Çilençio'. Un trabajo que no ha pasado desapercibido en las redes, pero que tampoco ha llegado a reportar ese romanticismo que nombraba Chaparro. Al menos, no de momento. Primero, porque ha tenido comentarios negativos sobre el uso de la inteligencia artificial; después, porque al final de la historia, en la que una mujer de un pueblo es condenada por intentar ser costalera, la Virgen se le aparece y ambas comparten un beso fraternal.

En cuanto a la inteligencia artificial, Chaparro defiende el trabajo del grupo: «No es un vídeo hecho por la IA, para que yo saliera en ese vídeo aquí vinieron con una cámara, iluminación y un croma y estuve una mañana entera vestido igual que en el vídeo», explica. «Así con todos los actores. Hay un año y pico de trabajo y ya al final ha entrado la IA para ciertas cosas, pero somos un grupo que siempre ha usado las tecnologías. Hay que usarlas».

—¿Ha empezado la entrevista por la IA? ¡Del tirón! —dice entre risas Lorenzo Soria, que acaba de entrar en el local de estudio.

—Por el vídeo, que es lo último que hemos sacado.

—¡Ah, vale, vale! —responde, aún entre risas.

Para Soria, la IA es una herramienta más y, sin duda, una muy conocida para el grupo. «La IA depende de las personas, no es un ente que nos vaya a quitar el trabajo. Si yo no soy diseñador, por mucho que use la IA eso no me convierte en diseñador», argumenta el músico. «Muchas quejas son vacías. Llevamos tiempo sampleando música, cogiendo ideas de aquí y de allí. ¿Nos vamos a quejar por eso? ¿O el problema es quienes están detrás de las empresas, líderes de extrema derecha?», se pregunta. «Son las reglas del juego, estás en el juego y hay que jugar», añade Ruiz.

Manuel Chaparro, voz de Califato 3x4 E. M. Malpartida

«El problema es el capitalismo», añade Chaparro. «Al final la IA es un pincel y hace falta un artista. Quien esté en contra de la IA que tire el móvil y el ordenador porque está en todos los procesos que usas a diario, todos los algoritmos van con IA, la usa todo el mundo». «Nosotros llevamos usando la IA al menos dos años, con la mayoría de programas que usamos, como Moises», apunta Ruiz.

«Hay gente que nos comenta: a ver si viene la IA y hace un tema como Califato y os quita el trabajo a vosotros. No vamos a entrar a comentar, pero llevamos usando la IA varios años para separación de pistas y voces, para crear a nuestra manera». Y Chaparro añade: «Simplemente te facilita el trabajo. Antes te pegabas un rato con el vinilo aislando el sonido, sampleando, ahora la IA te hace ese trabajo y te ayuda y lo separa». Le responde Lorenzo: «Tampoco hace magia, se inventa frecuencias para complementar lo que falta, pero después tienes que trabajar, darle cariño y arte. Sin una persona detrás no existe la IA».

Sobre la escena final del beso, Chaparro se muestra aún más tajante: «Si alguien ve una polémica en un vídeo que se supone que es una ensoñación, y que le dé un beso a la virgen, que se supone que es un acto de amor, es que tienes los ojos sucios. El problema lo tienes tú que lo ves con esos ojos. Es un acto de amor puro y duro, estamos en 2025 y es un acto de amor en un video animado».

Un nuevo trabajo en el horizonte

El grupo juega en los límites de la transgresión, a veces confundida con la provocación. «Es algo muy sevillano, los contrastes. Por ejemplo el capillita que es rapero, o el que es del Betis y su pareja del Sevilla. Esos contrastes los intentamos reflejar, pero no es provocación, son formas de vivir que suceden en los barrios. Realidades», esgrime Chaparro.

Su próximo concierto en la capital hispalense se enmarca dentro del Interestelar Sevilla 2025, donde comparten cartel con María José Llergo, Dani Fernández o Viva Suecia. Hace más de un año que no tocan en Sevilla y el grupo está preparando un directo con algunos guiños a su ciudad: «Viene Esperanza Fernández a hacer el remix, traeremos algún invitado, alguna intro nueva. Siempre intentamos hacer algo más especial por ser Sevilla».

Tras el buen recibimiento de su último disco la formación sevillana ha estado trabajando en lo que será su próximo álbum. «Está en una etapa temprana. Hay muchas ideas planteadas, hay que darle forma, grabar voces, está en construcción», adelanta Ruiz. Aunque este trabajo, sin duda, abre una nueva etapa para la banda: «Hemos vuelto a los inicios, a una cosa más electrónica, con María José Luna como cantaora del grupo. Hemos intentado sustituir el sonido de la guitarra, que no tenía mucho peso, y algunas de esas cosas ahora las hace Loren a los teclados para que suene más electrónico, que con la voz ronca de Maria José en esa electrónica volvemos a ser más cañeros», describe Chaparro.

—Ella es la cantaora del grupo, estamos enfocados en eso, y en que nuestro pilar sea la electrónica —responde Sergio Ruiz.

—Es como más llega a tierra nuestro sonido. Ella representa esos matices de la tierra, con esa voz más metálica, de bronce, como la electrónica, que tiene esos matices.

—Sí, además seguimos con el manifiesto como una constante en la cabeza, con esa vanguardia.

—Tenemos temitas más breakbeat, canciones con experimentación… no nos cerramos ni nos abrimos, podríamos estar haciendo bulerías electrónicas todo el rato, pero estamos inventando para conseguir nuevos sonidos, nuevas historias.

Actualmente, se puede afirmar que Califato ¾ pasa por uno de sus mejores momentos. «Tenemos el respeto de la gente. Nos considera y nos tiene aprecio por lo que representamos y transmitimos», confiesa Sergio. «Parece una utopía, pero lo que vivimos nos da riqueza», dice Chaparro, recogiendo el testigo. «Me da riqueza encontrarme con gente que dice estaba pasando una mala época y nuestra música les ha ayudado, o te dicen que se han inspirado…».

Sin perder velocidad en el relato, el vocalista del grupo detalla una anécdota al respecto: «Me pasó una vez en Barcelona que una chiquilla vino a mí, así, y de repente me abrazaba y empieza a llorar. Yo no sabía qué pasaba, y me dice: 'Allí enfrente está el hospital y la planta de paliativos. Mientras mi padre se moría solo me pedía escuchar vuestra música y es lo que le mantenía bien'. Eso que te llevas es precioso».

—Por supuesto, también está lo de hacer colaboración con Esperanza Fernández, Lole Montoya, Perrate o con gente que está empezando, o los vídeos…

—Nosotros ni ricos ni pobres, eternos —bromea Chaparro, y apura para aclarar—, pero no desde algo ególatra. Queremos que cuando pase el tiempo y en quince años haya una vuelta de nuevo al origen, que la gente para fusionar su tierra con la música que se haga, como referencia nos mire a nosotros o a DMBK, o a grupos que hacen fusión y revolucionan Andalucía. Y si me puedo pagar el piso y el chalecito en la playa para estar tranquilo, que ya tengo una edad, ni tan mal [risas].

—Pero de momento no da para la casa en la playa, eh.

—Ni para pagar el piso [risas].

Con la vorágine del trabajo, de la prensa, los conciertos y, ahora, la época de festivales, el grupo está deseando encontrar el momento de volver al estudio a grabar y componer. «Si fuera por nosotros estaríamos sacando música todo el tiempo, pero no podemos. Vendríamos a hacer música desde por la mañana temprano y estaríamos sacando dos discos cada año. Estamos ahora mismo a un nivel que tenemos ideas y seguimos funcionando, no nos estancamos», señala Chaparro con orgullo.

Sergio Ruiz, teclista del grupo sevillano, muestra un par de modelos antiguos. E. M. Malpartida

«La música ocupa un 15% del tiempo, nos gustaría estar todo el día con ello, pero por física del tiempo no se puede hacer. El mundo se ha vuelto tan rápido y va todo tan deprisa que al artista no le da tiempo a reflexionar y sentarse para hacer un arte en condiciones, no puedes ir tan rápido como el mundo a la hora de crear», añade Sergio y Chaparro le sigue: «Está en nuestro deber ir más despacio, por eso ahora vamos a parar porque te pones a correr y a hacer millones de cosas y luego pasan seis meses, estás to' reventado y no sabes qué has hecho».

—El duende no se puede forzar —dice Sergio.

—Los temas merecen su espacio, que llegue el duende.

—Se habla mucho del duende en el flamenco pero es ese punto que tenemos las personas de la genialidad y del momento y esos momentos pueden salir rápido o no, hay que dejarlos que fluyan libremente.

El próximo 17 de mayo, Califato ¾ estará en el Interestelar Sevilla, uno de los festivales con mayor afluencia de toda España. ¿Cómo cuaja un grupo como este en un macrofestival? «Lo de los festivales es un mundo que pertenecen a grandes empresas y otras historias… Es lo que es. Vamos a los festivales, pero no nos callamos en absoluto», asegura Chaparro. «A rasgos generales», añade Chaparro, «en los festivales pasa lo de siempre. En los carteles hay muchos hombres y en los festivales hace falta que la música de los grupos de mujeres se pueda escuchar, que ya estamos hartos de escuchar como los hombres nos expresamos».

La misión de Califato ¾ en los festivales no varía: ellos quieren hacer llegar su mensaje y ofrecer a su público un directo potente. «Lo demás son negocios e historias. Es un público amplio, queremos que nos vea la gente, que les llegue el mensaje a los chavales. Si uno al día siguiente se acuerda de que yo dije que ayude a las señoras con las bolsas y la ayudan, pues mejor. Eso es la hostia».

Para ello, además, cuentan con un directo que es casi una performance, algo que sucede entre el acting, el dj-set y la interpretación musical. Un juego en el que Chaparro es el motor anímico, el enlace entre el público y el grupo, pero no el único: «Tenemos a Jesús Torronteras en las luces que hace una inmersión que flipas y a Elenaiser como ingeniera de sonido que nos hace sonar como si fuéramos los Prodigy. Lo nuestro tiene que ver con lo visual, lo sonoro, los sentimientos y el corazón», sentencia.

«Nos creemos cultura, nos creemos arte y queremos que la gente sienta, que le inspires o te maldiga si hace falta», confiesa Chaparro, «pero tenemos que hacer reaccionar a la gente y tenemos que llevar un mensaje, porque hay niños que escuchan y podemos ser su punto de referencia. Tenemos un mensaje de empatía. No somos unos hippies, pero lo mínimo es que ayudes a los otros, que si tienes algo y lo puedes dar, lo des. Somos personas y tenemos un mensaje muy sencillo y nos vemos en la necesidad de hacer de altavoz y hacerlo llegar».

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