Luna Ki se retira del Benidorm Fest por no poder utilizar el autotune en Eurovisión

En el Benidorm Fest no hay nada que le impida usarlo, pero las normas de la UER para el Festival de Eurovisión establecen que, pese a que la música durante el evento no es en directo, los artistas no pueden recurrir a sonidos pregrabados que imiten sonidos vocales , algo que prohibiría el uso de cualquier tecnología durante una actuación. La norma se relajó tras el estallido de la pandemia por coronavirus cuando la organización admitió el uso de coros pregrabados en la edición de 2021, debido a la situación sanitaria, con el fin de poder celebrar el festival bajo cualquier circunstancia. La excepción, que sigue vigente, afecta solo al acompañamiento y el cantante -o el grupo- representante de cada país debe cantar en directo. Pero cuidado, porque   la norma es muy ambigua y dejaría un 'vacío legal', porque dice exactamente lo siguiente: 'La pista de acompañamiento que la acompaña puede contener opcionalmente coros. Sin embargo, la pista de acompañamiento en cuestión no deberá contener (i) voces principales, (ii) doblajes principales y/o (iii) ni cualquier otra voz que tenga el efecto de reemplazar o ayudar indebidamente a la(s) voz(es) principal(es). ) durante la presentación en vivo en el escenario'. El autotune no es algo que vaya integrado en ninguna pista pregrabada, es una herramienta que altera en tiempo real la voz que suena en directo. Igual que un ecualizador o un regulador de volumen. Con lo cual, la discordia está servida.

La artista, por su parte, ha asegurado que su canción ha sido compuesta con esa herramienta y es «parte imprescindible» de su interpretación. «Nos entristece, ya que el autotune es una herramienta musical que ha sido utilizada por artistas como Cher desde el 98 , y que representa parte del sonido e identidad de una generación», reza el comunicado del equipo de Luna Ki.

Luna -que tiene previsto explicar lo ocurrido- ha pedido respeto a su decisión , al sentirse responsable ante el público del BenidormFest, ante los demás artistas participantes y ante RTVE.

La decisión de Luna Ki, que optaba al concurso con el tema 'Voy a morir', será ampliada en la rueda de prensa que ofrecerá RTVE este lunes.

Las redes ya están llenas de comentarios sobre esta polémica, que sin duda debe generar un debate profundo sobre el futuro de Eurovisión. Es verdad que no se entiende que la artista se haya presentado de esta manera al certamen si conocía de antemano sus reglamentos, pero también lo es que esta polémica tiene que forzar a la organización a replantearse su postura ante la realidad de la música actual, especialmente si no quiere quedar completamente desconectada de las nuevas generaciones.

Hay internautas que argumentan con ironía que si se prohíbe el autotune, también deberían censurarse los pedales de efectos de guitarra y otros dispositivos que alteran el sonido de forma artificial. Lo cierto es que Eurovisión nació como un concurso de valoración eminentemente vocal, pero hace ya muchos años que esa virtud ha dejado de ser esencial para su éxito como espectáculo de masas. Y si se atiende a las listas de ventas de la gran mayoría de los países participantes, en los puestos más altos abundan los artistas que emplean la herramienta no sólo para corregir defectos en el estudio de grabación, sino para convertir la voz en un instrumento más con medios digitales. ¿Piensa Eurovisión desconectarse también de las tendencias en el pop contemporáneo y de los modelos de éxito? Si fuera una competición de canto, tendría sentido. Pero como decíamos, hace ya mucho tiempo que no lo es. Por tanto, no es exagerado decir que se ha cometido un error al no revisar esos reglamentos. El Festival de San Remo, por nombrar un concurso similar, ya lo ha hecho y permite que sus participantes lo utilicen.

El autotune, protagonista de las más agrias controversias del pop de este siglo, tuvo un origen de lo más curioso. Fue creado por Andy Hildebrand, un geofísico y músico aficionado que desarrolló complejos algoritmos para Exxon para interpretar datos generados por una onda sísmica para encontrar depósitos subterráneos de petróleo. La canción 'Believe fue la primera grabación comercial en utilizar este software en 1988, y después su popularización se siguió extendiendo en los noventa de la mano del artista estadounidense de R&B T-Pain, siendo empleado en Europa por el grupo de eurodance Eiffel 65 a finales de la década. Con el cambio de siglo, Kanye West, Lady Gaga o Jay Z catapultaron el uso de la herramienta y desde hace más de diez años es de lo más habitual escucharlo en las grabaciones de la música urbana, de lejos la que más se escucha.