Informe quinquenal
El inconformismo de ‘Informe semanal’ es hoy mansedumbre
La Reina Letizia abre 'Informe Semanal' por sorpresa por sus 50 años en antena
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Iniciar sesiónLa celebración del cincuenta aniversario de ‘Informe semanal’, el pasado sábado, podría haber servido de excusa para reflexionar sobre el deterioro de los fondos informativos, superados por las formas, y el abandono del género del reportaje, demasiado caro para ser financiado, dentro y fuera del ... marco televisivo, en función de la demanda de un público cuya superficialidad se satisface desde hace años con baratijas. ‘Informe semanal’ no es ya sino la traducción audiovisual del descrédito generalizado de una fórmula impagable. Otra vez será. No es habitual, en cualquier caso, soplar en una tarta de cumpleaños las velas de la autocrítica.
Lo que hizo ‘Informe semanal’ fue un legítimo ejercicio de autobombo, de memoria selectiva y de sueño en los laureles, pero a través de un relato hilvanado por sus presuntas conquistas democráticas y su relevante papel –nunca bien ponderado– en la construcción de nuestro sistema de libertades, con la alargada sombra de Franco y el fascismo planeando de forma permanente sobre un guión articulado a partir de la rebeldía de los superhéroes del programa en un marco normativo definido por la censura, la exclusión de la mujer, la normalización de la desigualdad y el sometimiento a lo que en los años setenta se consideraba políticamente correcto. Allí estaba ‘Informe semanal’ para derribar muros, esquivar el autoritarismo y modernizar España. No está pagado lo que hicieron sus reporteros.
Pero esos cojones –como le dijo Caracol el del Bulto al tren que resoplaba en Atocha–, en Despeñaperros. Resulta que todo el programa libertario que ‘Informe semanal’ exhibió como logro coincide al milímetro con el del Gobierno actual. Simple casualidad. Cosas de la democracia. Ni una palabra más alta que otra, ni un amago de revuelta o réplica contra los dogmas de lo que, pasados cincuenta años del estreno del programa, conforman el vigente discurso de la corrección política. Sin matices. Tanto inconformismo, tanto compromiso con el cambio, tantos huevos, se quedaron a la altura de Despeñaperros. Se les ve a gusto en Atocha-Almudena Grandes, como una Penélope García Montero que espera en el andén a que se materialice la agenda 2030 que guarda en su bolso de piel marrón. Ni un resoplido.
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