Sacristán fallecido
Cuando un hombre mata a una mujer, ha de decirse ‘crimen machista’, pero cuando un señor mata a un católico al grito de «Alá es grande» estamos ante un simple ataque
Tratándose de un ataque yihadista, había cierto morbillo en ver si Ferreras (‘Al Rojo Vivo’) aportaría información sobre el número de capas de calzoncillos con el que Yasin Kanza se presentó en la iglesia de Algeciras. Nada dijo al respecto el insigne periodista ... cubital y se dedicó a transmitir las reacciones ofi c iales.
Por ellas sabemos que Sánchez y Feijóo coinciden en otro punto, los dos hablaron de «sacristán fallecido» y de un «ataque», sin más. Esto es curioso. Cuando un hombre mata a una mujer, ha de decirse ‘crimen machista’ o ‘terrorismo machista’, pero cuando un señor mata a un católico al grito de «Alá es grande» estamos ante un simple ataque, incluso si la Audiencia baraja la hipótesis (las hipótesis siempre se barajan) del yihadismo.
Es así porque existe el heteropatriacado, nuevo enemigo del Estado, aunque nunca hayamos visto a un señor uxoricida asesinar a su esposa al grito de «¡El Patriarcado es grande!».
Estamos en la era del terror machista, pero no debe de ser lo mismo porque ayer muchos periodistas y analistas se liaban un poco y decían «Fuerzos y cuerpas de seguridad del Estado», como si hubiéramos perdido la costumbre.
Como lo del sacristán fallecido (nadie sabe cómo ha sido) y el ataque mondo y lirondo puede sonar un poco vago incluso para nuestros estándares, surgen voces y mentes inquisitivas que sin salir de la moderación buscan respuestas. Moreno Bonilla indagó en la posible ideología culpable: «la intolerancia» (hemos de tolerar más), y pudo observarse un intento de profundización en lo del ataque con la fórmula «ataque con machete». Lo dijo el tertuliano Caño en lo de Ana Rosa: «Los ataques con machete han sido relativamente frecuentes en Europa…», hasta el punto de que, quizás, el problema sea el propio machete, que según el tertuliano Olmo !puede adquirirse con demasiada facilidad!.
Tendríamos, por tanto, dos problemas serios, dos primeros culpables hacia los que quizás se dirijan las grandes fuerzas de la mesura: la intolerancia y los cuchillos. Surge entonces una duda: ¿puede cometerse un ataque yihadista con un cuchillo jamonero?