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De «7 vidas» a «La casa de papel»: personajes españoles en cuarentena

Varios guionistas españoles imaginan cómo vivirían los protagonistas de grandes series la crisis del coronavirus

El episodio de la gripe española de «El Ministerio del Tiempo» TVE
Helena Cortés

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En la cuarta semana de encierro, conocemos casi de memoria la programación televisiva y el catálogo de las plataformas. Guionistas de algunas de las series españolas más populares acuden al rescate, al igual que han hecho los americanos para «Vulture» , y desvelan qué harían sus personajes en esta tesitura .

1

«Cuéntame», por Joaquín Oristrell

Los Alcántara los habrían vivido a finales del 91 y principios del 92. Sería una parálisis mucho más tremenda, porque España en ese momento tenía todos los números para ser lo que fue, la novia del mundo, con la Expo, los Juegos Olímpicos, y todos pendientes de nuestro país. España hubiera sido Japón. se habría encontrado con el desastre de los Juegos y Madrid como capital cultural. Todo lo que afecta a Antonio y sus negocios se hubiera ido al traste. Con una agencia de viajes, para ellos sería todo muy difícil, sumado a un confinamiento sin internet, donde las noticias llegarán un poco más tarde, sin Skype, Zoom ni Whatsapp, todo el rato pendientes del teléfono. En esa época no sé si se hubiera tenido la capacidad de paralizar los países o la gente habría sido aún más caótica y más lanzada para salir a la calle y no obedecer. Sí habría estado muy activo Toni, al ser periodista . María daría sus clases por internet y para Inés, como actriz, sería peor. Y quien estaría tremendamente en peligro sería la abuela. Posiblemente habrían decidido estar todos juntos.

2

«La casa de papel», por Javier Gómez Santander

El que más cómodo estaría sería El Profesor , porque vería la cuarentena como una oportunidad para estar tranquilo en casa leyendo. No le veo sufriendo demasiado porque se resienta su vida social. Creo que Tokio y Denver lo llevarían peor , inaugurarían rápidamente las cañas cibernéticas y estarían buscando estar entretenidos y en sociedad.

A Berlín me lo imagino en cuarentena en un sitio fabuloso, en la costa azul francesa, con un batín muy hortera y elegante y pasaría los días pensando en algún otro golpe.

Nairobi estaría pensando en la dureza de esta crisis y en cómo salimos de esta sin que se nos den de sí las costuras que juntan nuestra sociedad, que es el mayor reto que tenemos por delante después del sanitario.

3

«7 vidas», por Natxo López

Gonzalo y Carlota comparten terraza con Sole, que se toma la cuarentena con relajo, regando sus plantas a diario. A Gonzalo le aterroriza poder contagiarla y sella la terraza cubriéndola de cinta aislante mientras grita llorando «¡es por su bien!» . Carlota y Sole logran convencerle de usar la terraza por turnos siguiendo normas de higiene. Así vencen la hipocondria de Gonzalo, que no sabe que ellas se ven a escondidas en el rellano e intercambian libros y platos de comida que él devora sin conocer su origen. «Al menos gracias a esta crisis has aprendido a cocinar», le dice con amor a Carlota.

4

«Vis a vis: El Oasis», por Iván Escobar

CELDA DE AISLAMIENTO. INT. NOCHE

ZULEMA, sentada en el suelo de la celda, mira las cuatro paredes húmedas y grises en los que se reduce su celda. Aspira el humo de un cigarro consumido, mira a cámara y sonríe.

ZULEMA OFF

-¿Confinamiento? ¿Estás de coña? No tienes ni puta idea. Te voy a contar lo que es estar encerrada de verdad: una celda de aislamiento. Entre las presas lo llamamos “El hostal”. Veinticinco días por delante. Siete metros cuadrados, sin luz natural, sin ventilación, con un colchón y una rendija en la puerta que se abre dos veces al día para pasarte una bandeja de metal con restos de comida fría. Sin palabras, sin contacto.

ZULEMA tira el cigarro encendido.

ZULEMA OFF

-No es que estés infectada, no es que tengas un virus. Es que el virus eres tú. Ni siquiera hace falta que les tosas encima para que se meen encima. ¿Por qué? Porque después de ocho años en la cárcel, les inoculo el mayor miedo de todos: no soy como ellos, ni lo quiero ser…

5

«La otra mirada», por Alba Lucío

En los años 20 el conocimiento científico de la enfermedad sería menor, pero la gente se comportaría de forma bastante similar a la actualidad. El primer caso en Sevilla surgiría, cómo no, dentro de la Academia .

La noticia de que una alumna tiene «la nueva gripe» se extendería rápidamente y el sector más racista de la ciudad acusaría a Iné s, la alumna negra, de ser la portadora. En realidad quien sufre la enfermedad es Flavia.

Las autoridades decretarían el cierre y cuarentena de la Academia, quedando dentro alumnas y maestras. Manuela estaría muy preocupada por la salud de las alumnas y dictaría medidas de distanciamiento y la suspensión de las clases, mientras lidia con las constantes llamadas telefónicas de su madre, que intenta controlarlo todo desde fuera. La directora acabaría dejando el teléfono descolgado con tal de no oírla más.

Luisa se volcaría en investigar la enfermedad , haciendo pruebas en el laboratorio día y noche, y supervisaría las mascarillas caseras que Ramón, usando sus conocimientos de costura, está fabricando.

Entre las alumnas cualquier atisbo de síntoma (un poco de tos, algo de cansancio…) desataría la paranoia. Acabarían acusándose entre ellas de tener «la nueva gripe» y tratándose como apestadas .

Teresa, incapaz de estarse quieta, montaría un sistema para seguir dando clase desde el claustro, manteniendo las distancias. Hablaría de alguna obra literaria que ha tratado el tema (como «Diario del año de la peste», de Daniel Defoe) y haría reflexionar a las alumnas sobre su actitud «acusadora».

Mientras tanto, Flavia pasaría la cuarentena sola en su habitación, recuperándose. Tomás, preocupado, la visitaría a menudo a través de la ventana, pero acabaría saltándose todas las recomendaciones (las hormonas adolescentes) y entrando a su cuarto para estar con ella.

Por su parte, Margarita estaría muy preocupada por Elías. El chico se escaparía de la Academia durante una crisis esquizofrénica y sufriría los insultos de los vecinos desde sus ventanas y un amago de detención por parte de la policía. Con la ayuda de Margarita el chico regresaría a la Academia sano y salvo.

6

«Compañeros», por Manuel Ríos San Martín

Durante el encierro, Quimi lo tendría fácil con el desguace, podría hacerse una pista de motrocross entre los coches, aunque creo que se saltaría el confinamiento para ir a ver a Valle (¡Mal hecho claro!) Valle lo tendría más jodido, porque su casa es muy pequeña. Y Rocío tiene pinta de que se preocuparía muchísimo. Lolo jugaría al ajedrez con el Bacterio por internet. Ver el colegio cerrado les impactaría a todos. Y la reapertura aún más. «Nunca creí que diría esto: He echado de menos el Azcona», diría Quimi. Pero se podrían abrazar de momento, porque llevarían mascarillas y aún se impondría la separación social.

7

«Vivir sin permiso», por Aitor Gabilondo

Después de cumplir su promesa con Nemo Bandeira, Ferro se tuvo que buscar la vida y aceptó un puesto fijo de doble de Feijóo en la Xunta Galega. Ferro está pasando la cuarentena negociando con los chinos la adquisición de mascarillas y geles y la verdad es que su «capacidad negociadora» está dando muy buenos resultados. Su nombre ya suena como conselleiro del futuro Gobierno que salga tras las nuevas elecciones gallegas. Y es que ya todos saben que FERRO siempre cumple sus promesas

8

«El Ministerio del Tiempo», por Javier Olivares

Como buenos viajeros del tiempo, en «El Ministerio del Tiempo» ya anticiparon lo ocurrido en el capítulo «Un virus de otro tiempo», de la segunda temporada, en el que incluso usan la puerta 2020 para evitar (a punto están de no lograrlo) que la gripe española –también explican lo injusto del nombre– se expanda en nuestra época. Javier Olivares también acepta el juego, no obstante, y afirma que con el coronavirus «las patrullas del tiempo se quedarían confinadas en cada época en la que estuvieran hasta pasar la epidemia». «Incluso buscarían al primer pangolín en el tiempo... ». añade, «si fuera verdad que el coronavirus viene de ahí, que ya no sé lo que puede ser verdad o no».

9

«Pequeñas coincidencias», por Cristina Pons

En la pandemia, Marta ha cerrado la tienda de vestidos de novia y ha puesto a Giovanni a coser mascarillas . Mascarillas con diseños originales, que la cuarentena no es excusa para no llevar lo último y a la vez protegerte y proteger a los demás. Javi, por su parte está encantado con el distanciamiento social , sobre todo porque los colegas han dejado de aparecer por su casa para gorronearle la cerveza. Antes de que todo empezase ya era fan de lavarse las manos 20 veces al día. «¡Y me llamabáis tiquis miquis!», grita por el balcón todas las tardes a las 20.00 horas. A Nacho el estado de alerta les pilló justo cuando acababa de echar un polvo de despedida con Elisa, después de que ella le hubiese dejado por decimocuarta vez. Y ya que están encerrados mejor aprovechar el tiempo, ya le dejará a finales de abril... Rafa se ha encerrado en el Bar Río y se pone tibio a «pulpo a feira» porque ha escuchado a un virólogo de wasap que sube las defensas. Y David, como médico, está en primera línea y como buen argentino, se baila un tango cada vez que da un alta. Y da cada vez más.

10

«Servir y proteger», por Tirso Calero

En tiempos de coronavirus, el comisario Bremón seguiría preocupado por las broncas que le llegan de jefatura, por cómo tomarse su habitual tortilla francesa del bar La Parra y por no volver a errar en temas sentimentales. Con coronavirus o sin él, el comisario siempre es gafe en el amor.

La inspectora jefe Miralles seguiría pillando en la cocina a su marido, Antonio, empeñado en deleitarnos con recetas imposibles. Eso sí, como médico que es, Antonio estaría más expuesto al virus y eso nos podría otorgar una interesante trama. Las series (y especialmente las diarias) se basan en los conflictos. Nuestros protagonistas deben ir superando obstáculos (los conflictos) para que la narración avance e interese. Desgraciadamente, el coronavirus origina muchos conflictos que, dramáticamente, siempre son interesantes.

Mateo Bremón, el exitoso y ligón cirujano plástico, debería quedarse en su casa con Verónica , una esposa que ya no le quiere. En tiempos de coronavirus, las emociones están a flor de piel y seguro que, en breve, se dispararán los divorcios y los nacimientos.

El confinamiento también podría permitir una trama policíaca sobre la resolución rápida de un asesinato en un espacio cerrado, y en tiempo récord. Algo muy propio para los policías Elías Guevara y Nacha Aguirre que, en tiempos de coronavirus, seguirán haciendo lo que mejor saben: luchar contra el crimen.

11

«Merlí», por Héctor Lozano

Merlí haría una clase online a sus alumnos, y les diría: «¿ Por qué cojones debemos cumplir nosotros la penitencia que deben pagar los desgraciados que han provocado todo esto? ¿Es que somos gilipollas? El coronavirus es una especie de Sócrates invisible que pregunta a la clase política "por qué recortaste en sanidad? ¿por qué no era importante para ti? ¿qué es para ti la dignidad humana? Bueno chicos..., os dejo que voy a pasear al perro del vecino»

12

«Allí abajo», por Marta Sánchez y Olatz Arroyo

Si algo está claro es que la cuarentena no se vive igual en el norte que en el sur. En Donosoti, la cuadrilla está en casa mientras fuera jarrea, lo único que ha cambiado… pues, lo que ha cambiado… la verdad es que no ha cambiado nada. Salvo que los potes ahora los toman por Zoom , y las amatxus, como llevan mascarillas, ya no necesitan pintarse los labios.

En el Sur es otro cantar, no están dispuestos a perderse las procesiones, así que han disfrazado a Jozé de paso de Semana Santa y los enfermeros lo pasean en brazos. Lo único bueno es que la pandemia la tienen controlada; no hay virus que sobreviva a los cuarenta de un mediodía en Sevilla.

13

«La que se avecina», por Alberto Caballero

Antonio Recio estaría montando su web online de venta de mariscos, mientras Berta sigue las misas y charlas del Vaticano online y Alba hace cupcakes compulsivamente. Enrique Pastor estaría entregándose a la lectura y su soledad iluminadora mientras Bruno, incapaz de hacer algo con su vida, toca el piano otra vez. Amador estaría enganchado a Pornhub y Maite en crisis mirando presupuestos para hacerse operaciones de cirugía estética. El que mejor lo llevaría sería Vicente, que estaría viendo la tele, aunque como le han quitado el fútbol se conformaría con la final de la UEFA del 86 mientras Fermín le da la brasa y monta videoconferencias con Lola para ver cómo está. Menchu estaría viendo «Sálvame» y Yoli haciendo videotutoriales. Coque estaría fenomenal enganchado a los porros.

14

«Amar es para siempre», por Macu Tejera

En la Plaza de los Frutos, tras el anuncio del presidente Suárez del estado de alarma, Pelayo colgaría el cartel de “Cerrado” al Asturiano y se encerraría en casa con su numerosa familia a escuchar la radio veinticuatro horas al día.

Benigna y Quintero pasarían las tardes jugando al póker. Por fin Benigna descubriría los tics secretos de su amigo cuando va de farol y Quintero no volvería a ganarle una mano.

Marcelino daría rienda suelta a su creatividad en la cocina y sorprendería a su familia con platos nuevos. Los pequeños pondrían buena cara pero estarían deseando que volvieran los días de tortilla de patata y croquetas John Wayne.

Los que peor llevarían en confinamiento serían Manolín, Marisol e Inma , acostumbrados a verse a diario. En casa, la pequeña Ordoñez, pondría incansablemente en el tocadiscos «Gavilán o Paloma» de Pablo Abraira y se pelearía con Lourdes que acapara el teléfono para hablar con Guillermo.

Mateo aprovecharía para diseñar un gran hospital donde, en un tiempo futuro, se pudiera atender a muchos enfermos si se volviera a producir una emergencia hospitalaria.

15

«Vamos Juan», por Diego San José y Javier Cámara

Vamos Juan. Diego San José cuenta qué haría el personaje de «Vamos Juan» . «Seguro que Juan Carrasco ya se habría hecho tres pruebas, porque tiene acceso como político y se las toma como el paracetamol, cada ocho horas, y luego mandaría mensajes de tranquilidad, pero con salvoconducto a las Bahamas». El propio Javier Cámara aporta su visión: «Dios mío, si en este país llevara Carrasco la crisis del coronavirus todo sería más terrible de lo que es, si es posible. Yo creo que hay muchos Juan Carrascos por ahí, incluso dirigiendo instituciones, pero él no solo representa a los políticos mediocres, sino la mediocridad general».

16

«Velvet», por Ramón Campos

Los personajes de las Galerías Velvet sin duda se organizarían para coser mascarillas para los sanitarios… eso sí, Raúl de la Riva se negaría a realizarlas blancas sin más. «La elegancia no está reñida con la efectividad», diría completamente indignado. Así, mascarillas de todos los colores y estampados saldrían de forma continuada desde las Galerías hacia los diferentes hospitales de la ciudad al tiempo que Don Alberto ofrecería las instalaciones de Velvet a los sanitarios.

EL INICIO DE LA CONFECCIÓN

Pedro enfiló el callejón hacia la puerta trasera de las Galerías. Apurado entró cerrando tras de sí y, después de asegurarse que nadie le seguía, enfiló el pasillo de las habitaciones.

-¿Qué acontece Señor Infante? Pareciera que hubiese visto un fantasma - preguntó Don Emilio al cruzarse con él. Eran las ocho de la mañana y todavía faltaban dos horas para que las Galerías abriesen sus puertas al público.

-¿No… no se… no se ha… no se ha enterado Don Emilio? - respondió Pedro titubeando mientras empezaba a golpear todas las puertas - ¡¡Arriba!!, ¡¡Arriba!!

-¿Qué pasa? – preguntó Clara saliendo de su dormitorio al tiempo que se ponía la bata sobre el camisón de fino encaje.

-¿Pero es que no escucháis la radio?... Acaban de anunciar que hay una pandemia en el mundo y que estamos en estado de alarma.

-¿Una qué? – preguntó Rita, poniendo palabras a lo que todos ellos pensaban, mientras se asomaba desde su cuarto.

-¿Estado de qué? – continuó Ana.

Para entonces todos los trabajadores de las Galerías se encontraban en el pasillo de los dormitorios.

-Me alegro de encontrarles a todos reunidos – dijo Doña Blanca bajando las escaleras al tiempo que entrelazaba las manos – Don Alberto quiere vernos a todos ahora en el hall.

Diez minutos después hasta el último de los trabajadores se encontraba esperando a que Don Alberto se dirigiese a ellos desde la balconada que permitía observar todo el local.

-Gracias a todos por venir. Como supongo que muchos de vosotros sabéis el estado de alarma no permite que abran las tiendas como la nuestra durante los próximos 15 días, como mínimo.

-¿Y qué vamos a hacer entonces? - gritó alguien entre los trabajadores sin llegar a dar la cara – ¿Si no hay trabajo nos tendremos que ir a la calle?

-¿Quién ha dicho que no hay trabajo? – preguntó Don Alberto mirándolos a todos.

-Bueno, usted ha dicho que… - iba a empezar a decir Pedro cuando Don Alberto le interrumpió.

-Tenemos mucho más que trabajo. Vamos a coser mascarillas para nuestros sanitarios. Ellos se van a jugar la vida en los hospitales por nuestros amigos y familias. Se lo debemos – luego se giró hacia Don Emilio - ¿Sabe si tenemos tela blanca suficiente?

Antes de que Don Emilio respondiese Raúl de la Riva se puso en pie.

-Ni de broma. La efectividad no está reñida con la elegancia. Si vamos a hacer mascarillas que sean con estilo. Tenemos estampados de la colección que estábamos preparando que pueden ser perfectos. ¡¡Vamos!! ¡¡En marcha chicas!!

17

«El Pueblo», por Alberto Caballero

Aquí lo tienen más fácil, porque el distanciamiento social ya lo llevan incorporado, así que podrían casi salir a la calle y no se daría cuenta nadie. Cándido no podría dar sus paseos, pero estaría redactando una nueva ordenanza municipal que regulase la vida con los nuevos urbanitas.

Arsacio estaría sacando brillo a su escopeta . María estaría leyendo libros online si es que mantienen internet, sobre feminismo. Laura estaría intentando cómo aprender a labrar la tierra mientras Pablo estaría pensando qué hacer con su vida.

Nacho estaría medicado probablemente, pensado que están encerrados y que se acaba el mundo, con teorías conspiranoicas sobre el origen del virus.

Juanjo estaría intentado convencer a Amaya para hacer mascarillas domésticas y Amaya volcada en su hijastro, saldría a la ventana mucho a tomar el sol, que para ella estar morena es importante.

Los hippies entre la meditación y el yoga lo tendrían chupado, intentado buscar explicaciones sobre el karma y viendo algo positivo en toda la historia, pensando que el virus somos los humanos y cuando nos replegamos aprecen los animales.

18

«Gran Hotel», «Fariña» y «Las chicas del cable», por Ramón Campos

En «Gran Hotel» alguien intentaría ocultar como muerte por coronavirus un asesinato pero el inspector Ayala se habría dado cuenta. Ayala, ayudado por Hernando, Julio y Alicia investigaría contrareloj el asesinato. La cuenta atrás vendría marcada por la amenaza de cierre del hotel por cuarentena si se corría la voz de que alguien había fallecido dentro por la enfermedad.

«Las chicas del cable » ofrecerían su trabajo de forma gratuita para conectar a las personas enfermas con sus familias y, por su parte, los personajes de «Fariña» se organizarían para intentar sacar de contrabando los respiradores que el gobierno turco pretendía quedarse... Bueno, en realidad no solo los respiradores sino cualquier elemento necesario para la lucha contra el coronavirus como mascarillas y medicamentos.

19

«Los hombres de Paco», por Marc Cistaré

Nuestros personajes pertenecen a una actividad esencial, con lo que el confinamiento no les afectaría del mismo modo que al resto de los mortales.

Paco y Mariano estarían tremendamente preocupados por su antiguo jefe (y ex suegro de Paco), Don Lorenzo. Digamos que el excomisario, que lleva ya diez años jubilado, no lleva bien la inactividad. Y mucho menos el confinamiento. Don Lorenzo va a la suya, y ningún mequetrefe tecnócrata del gobierno le va a decir a él lo que puede hacer y lo que no. Hablando en plata, Don Lorenzo se pasa el confinamiento por el forro de “sus santos cojones”. Y claro, eso es un problema para Paco, el nuevo comisario de San Antonio. Ya son seis las veces que los agentes a su cargo han detenido a su exsuegro deambulando por la calle sin más justificación que la de ir a dar de comer a las palomas.

Y no es que a Paco le preocupe que Don Lorenzo le ponga, como le pone, en un aprieto con cada uno de sus arrestos. El problema de verdad es que el excomisario es diabético, asmático , y tiene casi ochenta años. O lo que es lo ismo, carne de cañón para el mortal virus.

A Paco se le acaban los argumentos para convencer a Don Lorenzo de que se comporte con sensatez. Mariano lo tiene claro: “a grandes males, grandes remedios”. En su papel de inoculador, Mariano convencerá a Paco de que hay que pasar a mayores y hay que simular un secuestro : el secuestro de Don Lorenzo. Hay que desempolvar el antiguo flux-flux de cloroformo, narcotizar al comisario, llevarlo a algo parecido a un zulo, y retenerlo hasta que el Estado de Alarma sea levantado. Y, como no, Paco y Mariano, ataviados con sus pasamontañas, fingirán ser sus captores. Un plan que, sobre la mesa, les parecerá brillante. Pero que cuando lo lleven a término se darán cuenta de que tiene sus “lagunillas”.

Povedilla, por su parte, hipocondriaco de libro , estaría tremendamente preocupado por no pillar el virus. Además de hacer acopio de papel higiénico de triple capa (por su dermatitis), velas, cerillas y pastillas potabilizadoras de agua, sería el típico paranoico que saldría a patrullar envuelto en papel de celofán para evitar contagiarse. Rita y Curtis, sus amigos del alma, le harían ver que está perdiendo el norte y que si sigue con ese nivel de paranoia va a acabar mal.

Las reflexiones de sus amigos hacen que Povedilla medite sobre lo que está haciendo y decida que es el momento de cambiar de actitud. Y eso ocurrirá cuando caiga en sus manos un artículo colgado en un foro de terraplanistas que habla de los beneficios del contagio y la consiguiente inmunidad. Teniendo en cuenta que Povedilla es un hombre sano y no pertenece a ningún grupo de riesgo, el agente pasará del blanco al negro y se embarcará en una cruzada para pillar el virus. Claro que andar por allí lamiendo barandillas o chupando columpios en parques infantiles, le acarreará algún que otro problema. Más siendo, como es, agente de la ley.

Y por su parte, Lucas y Sara (agente del CNI y agente de policía, respectivamente) averiguarían que la cura para el Covid-19 ya existe pero que el laboratorio que ha sintetizado el medicamento está esperando a que los países en que el virus aún no ha hecho estragos, éste actúe con contundencia.

Nuestros héroes, como no, salvarían a la humanidad.

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