COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Tras la máscara
Tras la máscara que hemos llevado, de manera obligatoria, durante tanto tiempo, se ocultan los fracasos y las miserias de una política apresurada que derrapaba en cada esquina
Dicen que la distancia es el olvido, y debe ser cierto, porque a ver quién se acuerda ya del metro y medio, las mamparas, los geles hidroalcohólicos y los aforos. Bendita amnesia que nos ha permitido recuperar la vida que teníamos antes de que la ... vida se abriese camino y nos pusiera frente a un enemigo tan pequeño y tan invisible y tan poderoso que nos mantuvo encerrados en casa casi dos meses. ¿Quién recuerda aquellas comparecencias casi apocalípticas de las fuerzas vivas del Estado en las que solo faltaba Morgan Freeman despidiéndose con un patriótico «Dios les bendiga, los proteja, se apiade de ustedes…»? De aquello, nos dijeron, saldríamos más fuertes y mejores.
No hace falta que se lo recuerde, claro, pero ni mejores, ni más fuertes. Tras la máscara que hemos llevado, de manera obligatoria, durante tanto tiempo, se ocultan los fracasos y las miserias de una política apresurada que derrapaba en cada esquina, y a la que quisimos conceder el beneficio de la duda, porque no nos quedaba otro remedio. Y mientras nos sentábamos en la puerta de casa a ver pasar los cadáveres de los que se iban quedando por el camino arrastrados por la enfermedad, la economía o el paro, nos acostumbramos a escondernos tras las mascarillas.
A partir de mañana -como decía la canción-, cuando el Consejo de Ministros cambie el Real Decreto que regula el uso de mascarillas, desaparecerá el último testigo visible de la pandemia. Desde el miércoles no será obligatorio usarlas en transportes públicos, una medida que se venía reclamando desde hacía tiempo, vistos los datos de incidencias, y que ha sido aplaudida por los usuarios habituales de trenes y autobuses, pero que, una vez más, ha puesto de manifiesto que nuestro país se rige por la ley del 'Aquí mando yo'.
La consejera de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía ha lamentado que el Ministerio de Sanidad no haya contado con las comunidades autónomas para decidir la retirada de la obligatoriedad de las mascarillas en los transportes públicos, ya que «la ministra Darias toma las decisiones sola». Sola y con sus expertos, claro, que son ellos mismos –aquellos de uno o dos casos, una o dos semanas, ya sabe- y que buscando el aplauso siguen perdiendo credibilidad. Porque los palos de ciego se aguantan cuando no queda más remedio, pero no por gusto. Y demasiado aguante hemos tenido en estos tres últimos años con la gestión de la pandemia, y de lo que no es la pandemia.
Fernando Simón insiste en que lo bueno de esta medida sobre el uso de la mascarilla «no es que se vaya a retirar, sino que ahora la población tiene que ser mucho más responsable». La responsabilidad recae más que nunca en usted, en mí; no lo olvide –y que tampoco lo olviden nuestros gobernantes- porque estamos en año electoral y lo que votemos sí que es responsabilidad nuestra. Y lo mismo a Pedro Sánchez no le gusta lo que hay tras la máscara.
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